Son resultados de la encuesta de abril del INEGI.
Pero el dislocamiento del mercado laboral que retrata el reporte de “El impacto del COVID 19 en la actividad económica y el empleo en el mercado laboral”, es tan brutal – aun a dos meses- que está, ahí, presente como lo que es: literalmente un virus, invasivo -en la ocupación y economía- que ha sacudido la vida de las familias mexicana y las empresas.
Al INEGI le corresponder generar información -no juzgarla-
Pero la dimensión del problema que describe -que será como un tsunami que irá creciendo en los siguientes meses- se explica no sólo por el COVID.
La primera causa, sí, es el virus, derivado del Gran Confinamiento, como lo denominó el Fondo Monetario Internacional (FMI), por su carácter global, inédito: un Cisne Negro - fenómeno inesperado y de dimensiones profundas a lo largo y ancho del planeta- que está derrumbando economías como un castillo de naipes.
Empero, la segunda causa de esta embestida en el empleo, es de casa. Producto de una decisión, consciente, deliberada, de política pública derivada de un mal diagnóstico del problema, que condujo a que el gobierno haya doblado las manos ante la brutal crisis que llegó de fuera: dejó a los trabajadores y empresas a su suerte.
Lógico: la magnificó.
La lectura entre líneas del reporte del INEGI permite esbozar una especie de “Decálogo del Terror” - que ha sacudido a los cerca de 44 millones de mexicanos del mercado laboral…
…A casi la mitad de los cerca de 90 millones de más de 15 años, de un universo de una población que roza los 127 millones.
Va este Decálogo.
1.- 15.7 MEXICANOS TUVIERON PROBLEMAS DE EMPLEO POR EL CONFINAMIENTO.
Los números son apocalípticos. Impensables en los meses previos a la aparición del COVID 19.
El INEGI responde a la pregunta obligada:
¿A cuántos trabajadores en México afectó el Gran Confinamiento de abril?
Según los datos a 15.7 millones. Los más, ingresaron a una condición de incertidumbre, recluidos en sus hogares por la pandemia, muchos con un vínculo laboral, pero sin una garantía plena de regresar. Ese es el drama que se vive. Y -los menos- de plano sin trabajo, desocupados.
El INEGI aporta datos de estos dos grupos.
El más importante afecta a 13.6 millones, que el INEGI clasifica como “no económicamente activos”, no como parte de la fuerza laboral.
Pero, visto con lupa, se desnuda el galimatías: están, nos dice, “disponibles” para trabajar.
¿Cómo que son inactivos, y están disponibles para trabajar?
El INEGI hace lo correcto porque no puede clasificar como activos, como parte de la fuerza laboral, puesto que no buscan trabajo. Están en sus casas.
Empero no están trabajando, la gran mayoría por el COVID.
Pero la reclusión es obligada, y -he aquí el enredo- muchos piensan regresar, pero no es seguro.
Entonces, ¿A la luz de la realidad tienen un problema laboral?
Sí, en las condiciones actuales, de incertidumbre, de ahí, su carácter de disponible.
El otro grupo, para llegar a los 15.7 millones, corresponde a los 2.06 millones que de plano no tienen trabajo: están desocupados.
De modo que es justo sopesar que tanto pesan dentro de la masa de ocupados.
El cálculo es que está enorme cantidad de mexicanos con problemas de empleo representa ¡47.7% del total de ocupados!
Ergo: cerca de 1 de cada dos mexicanos -en la foto de abril- tienen algún tipo de problema de empleo, producto del COVID, la crisis subsecuente, y -como ya apuntamos- la decisión del gobierno de no dar apoyos frente a esta emergencia inédita, ni a trabajadores ni a empresas.
2.- EL GOBIERNO ABANDONÓ A SU SUERTE A EMPRESAS Y TRABAJADORES.
Sin duda, la conclusión más dramática.
¿Qué hicieron la mayoría de los gobiernos del mundo?
Sacaron, hasta de las uñas, recursos para apoyar a las empresas y -sobre todo- a los trabajadores.
Europa armó un Plan Marshall, equivalente al programa de reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial.
México, no. La base impositiva es frágil, sí. Pero, se negaron a tomar deuda, como lo hizo la mayoría de los gobiernos. O a ampliar -prudentemente- el déficit público. Y –peor aún. con un mal diagnóstico de que apoyar a empresas significaría rescatarlas, como en el Fobaproa, pese a que no es lo mismo, las abandonaron a su suerte.
El INEGI nos ofrece la estampa.
Sólo el 7.8% de las empresas recibieron apoyos. Sería ideal que este universo, aunque mínimo, fuera de apoyos del gobierno federal, pero incluye también a los gobiernos estatales y municipales.
Sólo 146 mil empresas del universo de 1.87 millones en el país.
La inmensa mayoría -93 de cada 100- , o en la estadística del universo, 1.7 millones de empresarios no recibieron ningún tipo de apoyo.
El INEGI preguntó, en qué les gustaría que los ayudaran.
La siguiente es la carta a Santa Clos, que no fue -ni será respondida-
Esta es la respuesta que dieron – en todos los casos- el 100% de los entrevistados.
Un 47.9% dijo que necesita aplazamiento de pagos en servicios.
Un 41.3% liquidez.
Un 41% acceso a créditos nuevos.
Un 32% diferimiento de impuestos.
Un 29%, exenciones, o reducciones de pago de impuestos.
Un 20.4% subsidios a nóminas.
3.- UNO DE CADA CUATRO MEXICANOS TRABAJARON HOME OFFICE.
La paralización obligada de actividades cambió de forma súbita los protocolos de trabajo de los mexicanos.
Casi uno de cada cuatro mexicanos (23.5%) de la población ocupada en el país practicaron, obligadamente, el home office.
Tantos como 8.3 millones de mexicanos. A razón de tres dependientes por familia, 24 millones de personas.
4.- LOS PAROS TÉCNICOS AFECTARON A 4 DE CADA 10 EMPRESAS.
De acuerdo al INEGI, 40.4 por ciento de las 1.87 millones de empresas que operan en el país – 756 mil en total- registraron paros técnicos y cierres escalonados.
4 de cada 10.
El efecto pegó, predominantemente, a las empresas micro, fuente, de la mayoría del empleo.
El 93.4% de las compañías que declararon en la encuesta que sufrieron estos paros técnicos o cierres escalonados, fueron -precisamente- microempresas.
En número, 706 mil.
5.- HAY EMPOBRECIMIENTO MASIVO EN EL EMPLEO; 46.5% DISMINUYÓ SUS INGRESOS.
Pese a que se respira en el ambiente, la lectura entre líneas del INEGI lo confirma: la foto del estudio sobre el impacto del COVID en el empleo, anticipa algo que ya está pasando, y se acentuará: bajará la cantidad de empleos, pero también la calidad, ergo, empobrecimiento de las fuentes de trabajo en México.
- Casi la mitad de los trabajadores ocupados, 46.5 por ciento, tantos como 15.2 millones, durante el Gran Confinamiento vieron reducidos sus ingresos.
- Cerca de 4 de cada 10, un 38.8 por ciento, de quienes trabajaron en modo home office, tuvieron una disminución en sus emolumentos.
- A partir de los resultados de las entrevistas en vivienda -no en lo personal- el INEGI encontró que en el 65 por ciento de las familias hubo una merma en los ingresos.
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6.- EL PROBLEMA DEL EMPLEO EN MÉXICO SE AGRAVARÁ
También se siente en la atmósfera, envenenada por la crisis, pero el INEGI lo confirma, leyendo -otra vez- entre líneas.
La foto de abril permite inferir que esta película de la pandemia de los problemas de empleo, se agudizará.
Cerca de uno de cada cuatro mexicanos del universo de 11.9 millones que declararon que se ausentaron del empleo específicamente por el COVID 19, dijeron que “son ausentes sin certeza de retorno de trabajo”. En otras palabras, SIN certidumbre de regresar.
No son pocos: 2.8 millones, de este conglomerado de trabajadores confinados por el COVID.
¿Regresarán? ¿O, lamentablemente, sus temores de que perderán los trabajos, se verán confirmados?
(Para estas fechas, ya lo sabrán. Y lo acontecido será narrado por las siguientes encuestas).
Hay otro grupo de más bajo riesgo, pero lejano a riesgo cero, también dentro de este ámbito de trabajadores que se quedaron en sus casas: el de quienes tienen deseos de trabajar, pero no buscaron por el bicho. Ergo: se sienten también inseguros. Tienen la corazonada de la incertidumbre. Sus patrones no les habían dicho que podrían ser despedidos, pero les entró el ánimo de buscar alguna ocupación, sin hacerlo. Podría ser, sí, que, para mejorar el empleo, pero lo más probable, es ir pensando en buscarse otra chamba “por si las dudas”.
No es poco: 4.1 millones, poco más de una tercera parte de este universo (34.3%).
7.- LA GENTE ESTÁ EMPEZANDO A TOMAR MEDIDAS DESESPERADAS.
Van los signos:
- El 37.4% de las viviendas entrevistadas tuvieron que pedir dinero prestado o recurrir a ahorros para enfrentar la contingencia sanitaria, que los arrojó a la incertidumbre económica.
- Casi las dos terceras partes de las familias (62.6%) tuvo que recurrir a la venta de bienes para solventar la reducción de ingreses, ergo -se supone- vender propiedades, inmuebles, quizá joyas, y otro tipo de activos.
- Una quinta parte de los trabajadores inactivos por la contingencia (no necesariamente sin trabajo) declararon haber recibido apoyo de un familiar, se presume, otro miembro cercano, o quizá a los paisanos radicados en los Estados Unidos.
8.-EL MAYOR IMPACTO EN LOS CONFINADOS TEMPORALMENTE POR LA CRISIS SE DA EN LOS SERVICIOS…Y EL GOBIERNO.
El INEGI encontró que de cada 100 trabajadores en esta condición de reclusión obligada en el hogar (que describe como “trabajos temporales perdidos durante el confinamiento) la distribución es la siguiente…
- La mayoría –44%- se ubican en el sector servicios y gobierno.
- Poco más de una cuarta parte -27.1%- en el comercio.
- Poco menos de una cuarta parte -23.8%- en las actividades secundarias.
9.- LOS TRABAJADORES DE LOS MICRONEGOCIOS FUERON LOS MÁS IMPACTADO POR EL CONFINAMIENTO OBLIGADO.
Es lógico: Aportan más del 90% del empleo.
De cada 100 “trabajos temporales perdidos durante el confinamiento”, que -como ya vimos, como no buscan empleo, pero si navegan en la incertidumbre- más de las dos terceras partes (67.2%) laboran en negocios de hasta 5 trabajadores.
O sea: micros.
No son -para nada- pocos.
Como este universo, de “trabajos temporales perdidos” es de 11.9 millones, según el INEGI, se trata de casi 8 millones de personas.
Ahí es donde duele.
Donde está el epicentro del vendaval de desempleo y subempleo que azotará a México.
Donde lástima que no reciban ayuda.
Y, donde, como se ha dicho hasta el cansancio, hay que ayudar a los trabajadores y las empresas.
¿De qué modo puede afirmarse que si estas unidades de negocios micro son “ayudados” -para nada- será un rescate tipo FOABRPOA?
Este sesgo de raíz ideológica, doctrinal, con el que se argumentó que no habría ayuda, sin duda ha sido el mayor -de los muchos—del gobierno en turno.
10.- ES INMENSA LA CANTIDAD DE TRABAJADORES EN CONFINAMIENTO, QUE NO TIENEN SEGURIDAD SOCIAL, Y LA MAYORÍA ESTÁ EN LAS MICROS.
Tampoco sorprende.
Se sabe que la cobertura de seguridad social es muy baja.
Pero el porcentaje de entrevistados que el INEGI catalogó como “trabajos temporales perdidos durante el confinamiento”, que no tienen seguridad social es mucho más alto que el promedio nacional.
La razón es también lógica: si 9 de cada 10 empleos se generan en las empresas micros, y en estas unidades de negocio es común que no haya prestaciones, es lógico que el 67.2 por ciento de este universo de empleados en el limbo, se de en las empresas micro.
INEVITABLE, TSUNAMI LABORAL
Frente a la nómina apabullante del impacto abrumador en al empleo del COVID 19 que presenta el INEGI, y de una política inadecuada -o ausencia de política- del gobierno, hay muy poco más que decir.
Si la economía sigue hundida, como sucede – en mayo registró un desplome histórico de 21.6%- ya después de la reanudación, si bien limitada, de actividades, el problema del empleo, se agravará.
En ausencia de un cambio de rumbo en la política económica, los pronósticos de desplome del PIB en 2020, se alinean a una baja de 10%, o más.
En este contexto, sería inevitable, que el problema crecerá.
Y en la foto del INEGI, se atisba el riesgo de que el problema del empleo, tanto en cantidad (desempleo-) como en calidad (subempleo o empleo disfrazado) alcance dimensiones nunca vistas en la historia de México.
El fenómeno ya tocó las puertas: desde marzo ha habido 1 millón de empleos perdidos en el mercado formal, y hay indicios de un crecimiento inédito en el desempleo informal.
Pero es apenas el principio.
Hasta ahora, no se ve que pueda evitarse