Desde que escribo en SDPnoticias, casi cada fin de año he publicado un texto desde la perspectiva del ateo. En esta ocasión haré una variante. Respondo a un cuestionamiento que dejo hacia al final para aproximar primero una respuesta. Para ello me asomo a una canción y a un poema cristianos que he interpretado en variadas ocasiones; lo que supondría una contradicción dado mi ateísmo radical.
“Cantique de Noël” o “Minuit, chrétiens” (“Media noche, cristianos”), es una canción de fama internacional compuesta por Adolph Charles Adam (1803-1856) y que se reconoce sobre todo en su versión en inglés, “O Holy Night”, traducida por John Sullivan Dwight en 1855. La versión original en francés viene de 1847, cuando Adam puso en música el poema de Placide Cappeau que anuncia el nacimiento del redentor, el mesías, el niño Jesús; para los creyentes.
Resulta interesante revisar el origen de la canción y algunos elementos de la biografía artística del autor. Parisino, Adam compuso cerca de 50 óperas y 15 ballets. No obstante, la canción en cuestión es acaso la obra suya de mayor popularidad; la que sería suficiente incluso para garantizarle cierta celebridad ulterior. Acaso, porque en verdad su Giselle es uno de los máximos clásicos del ballet (1841), basado en De la Alemania, obra de Heinrich Heine. Tema sobre el cual también Giacomo Puccini compondría su primera ópera, Le Villi (1884), basado en Les Willis, de Alphonse Karr. La leyenda trata de las jóvenes mujeres que mueren vírgenes, abandonadas, traicionadas, olvidadas, y que vagan como fantasmas por las noches en los bosques hasta que cobran venganza del hombre que les hiciera daño mortal; y en general, se unen en coros fantasmales para vengarse de todos los traidores.
Giselle es una obra de madurez de Adam, pero compuesta con anterioridad una ópera suya alcanzó gran popularidad y aún se representa en ocasiones hoy día, ya que se caracteriza por la dificultad vocal para el tenor, Le Postillon de Lonjumeau (1836). Más que interesante fue encontrar dentro del catálogo operístico de Adam una versión de Falstaff (1856). Personaje de Shakespeare sobre el cual Giuseppe Verdi compondría su última ópera y una de las más celebradas; su Falstaff, de 1893. Y más interesante aún, sorprendente incluso, fue conocer que Antonio Salieri, el supuesto enemigo mortal del genio Mozart, también compuso su propia versión del personaje, naturalmente previa a las de Verdi y Adam, Falstaff o las tres burlas (1799).
Esta breve indagación que se ramifica artísticamente es en sí satisfactoria para responder a la pregunta que se me ha hecho, ¿por qué si eres ateo cantas una canción cristiana? 1. Se interpreta, pues, también para conocer. Pero no es el único elemento explicativo. 2. Independientemente del texto, se trata de una melodía agradable. 3. Un radicalismo ateo en este asunto significaría negar grandísima parte del historial de la música compuesta durante siglos; una irracionalidad. 4. Un radicalismo ateo extremo significaría aislarse, no conciliar con la familia, negar la causa política de beneficio común, excluirse de exigir y apoyar a un gobierno porque sus dirigentes son cristianos pública o íntimamente; un extremismo fundamentalista (muy lejano está el planteamiento del filósofo Michel Onfray de una era post-cristiana de la civilización; dadas las condiciones de los tres monoteísmos, hoy parece imposible). 5. Finalmente -como ha explicado un examigo ateo para justificar su participación en obras de carácter religioso (misas y oratorios de Bach, Mozart, Verdi, Fauré, Brahms, etcétera) o en ceremonias del mismo tipo-, porque el intérprete vocal es semejante al actor en escena; así, tiene que ofrecer su mejor desempeño artístico.
En este sentido, comparto un video de diciembre de 2005 en que interpreto “Cantique de Noël” como parte de mi trabajo como artista residente con la entonces tercera compañía de ópera de Nueva York, Dicapo Opera; versión original, en francés. Parte de un concierto de navidad que la compañía ofreciera en la bella iglesia de St. Jean Baptiste, ubicada en la esquina de la calle 76 y Lexington. Acompaña al piano, Kathy Olsen.