En pocas semanas podremos confirmar lo que todos los indicadores económicos ya nos han adelantado: México tendrá un crecimiento anual negativo del Producto Interno Bruto (PIB), el primero en diez años luego de la crisis mundial del año 2009. Resulta que “el país en ruinas que nos dejaron” crecía más que la 4T.

La recesión económica –lo del “estancamiento” es mero eufemismo- pone en evidencia los sofismas del discurso oficial: no se ha combatido la corrupción, la inversión privada ha disminuido, tenemos la peor generación de empleo en muchos años y la entrega de recursos públicos a través de programas sociales no ha reactivado la economía doméstica. La frase de que “vamos requetebién” sólo se trata de un escapismo mediático a la realidad.

Vamos por partes. En noviembre del año pasado y a unos días de asumir la Presidencia, el actual mandatario aseguró que el país crecería más que en los gobiernos anteriores y dijo que el crecimiento promedio del 2% en los últimos 30 años era consecuencia del “completo fracaso” de la política económica.

México requiere un crecimiento del 6% anual para tener una buena economía, similar a la de sus socios en la OCDE, pero durante los últimos años, el promedio apenas rebasó el dos por ciento. A pesar de que especialistas sugerían que el crecimiento para 2019 sería menor al del último año del gobierno de Enrique Peña Nieto (2.1%), el actual Presidente insistió que eso era falso, porque bastaba con erradicar la corrupción para lograr un crecimiento considerablemente mayor.

No estaba equivocado. Según el Banco de México y la UNAM, la corrupción en México equivale hasta el 10 por ciento del Producto Interno Bruto.

Lo anterior nos lleva a plantearnos una disyuntiva: la corrupción sigue intacta y es una de las razones por las que el país no ha crecido, o el gobierno logró erradicarla –como lo aseguró el Presidente en su Primer Informe de Gobierno-, evitando así que el descalabro financiero registrara un crecimiento negativo del diez por ciento. ¿Quién miente, el Presidente o la economía?

La inversión se desploma. El viernes pasado se dio a conocer que durante el mes de septiembre de este año, la Inversión Fija Bruta –la cual representa los gastos realizados en maquinaria, equipo y construcción nacional e importado– retrocedió 6.5% frente al mismo mes de 2018. Este resultado representa la octava baja consecutiva hasta el noveno mes de este año, según explica la nota difundida por Notimex, la agencia de información del gobierno federal.

El empleo está en su peor nivel en muchos años. En mayo pasado, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informó que en el primer semestre de esta administración federal se crearon 289 mil 301 empleos formales, 186 mil 819 menos que en el primer semestre de 2018, lo que representó una baja de 39%.

De acuerdo con la organización México, ¿cómo vamos?, la cifra de generación de empleos en enero-junio de este año es la más baja para ese periodo desde 2009, cuando se resentían los efectos de una crisis económica mundial.

Estos indicadores explican con claridad por qué el país está en recesión. En los primeros 9 meses de 2019 la economía mexicana tuvo un crecimiento de 0.0% comparado con el mismo periodo de 2018. En su comparación anual, el PIB tuvo un descenso real de (-) 0.2% en el tercer trimestre del año actual con relación al mismo lapso de 2018.

Y si el presente es complicado, el futuro no pinta mejor. Por primera vez desde la crisis de 2009, el Banco de México (Banxico) puso en negativo el rango del pronóstico de crecimiento para la economía de este año. En su Informe Trimestral dio a conocer que debido a la profundidad y duración de la desaceleración económica, su nuevo pronóstico estará en un intervalo que va entre una caída de 0.2% a un crecimiento de 0.2% para 2019.

Y para el próximo año también recortó su estimación, al pasar de un rango de entre 1.5% y 2.5% a uno más conservador, que va de 0.8% a 1.8%. Es decir, por segundo año consecutivo, el país no alcanzaría siquiera el crecimiento promedio del 2 por ciento, el mismo que el Presidente calificó de un “completo fracaso”.

La recesión que vive el país no debe alegrar a nadie sino que nos debe preocupar a todos. La mentira oficial también.