Mira, te escribo esta carta para explicarte algunas cuestiones. No sé si tengas asesor de imagen o alguna cosa parecida, pero tus declaraciones te dejan muy mal parado. Le has dado una oportunidad de oro al orangután del peluquín dorado para humillarte en televisión nacional, y como se ve que no entiendes de qué va la cosa te voy a ayudar. Ojalá alguien te haga llegar este artículo para que te eduques.

Primero que nada voy a darte algo de contexto en este asunto de las elecciones en Estados Unidos. Las elecciones en ese país son grandes espectáculos donde los candidatos juegan a decir cosas horrendas que ni sus propias madres les creen. En la elección pasada el buen Mitt Romney se puso a jugar a la auto deportación de los mexicanos y se llevó una paliza marca diablo entre el electorado hispano lo que a la postre le costó la presidencia.

Es un secreto de todos conocido que los dichos de Trump han convertido a la comunidad hispana en una máquina de registro de votantes masivo. La demografía en Estados Unidos indica que más de la mitad de los estadounidenses se asumen como independientes por lo que las balandronadas del empresario son eso, balandronadas. (no sé si conozcas el significado de esta palabra, si no la conoces te recomiendo un diccionario).

Es extremadamente difícil que Trump gane la presidencia porque aún en su partido hay un gran número de políticos de carrera que están desarrollando la idea de crear un tercer partido solo para derrotarlo.

Por lo cual me voy al meollo del asunto. Fuiste el primer presidente de oposición en el México moderno. Tuviste una oportunidad inigualable de hacer de nuestro país una economía pujante, pero dijiste que ahí les encargabas el changarro. Y sí, sí es reproche, porque gracias a ti y al Felipillo los avances democráticos se fueron al caño, pavimentándole el camino al analfabeta funcional de apellidos Peña y Nieto.

Pero por encima de todo, tu bravuconería al hablar en inglés retando al gabacho, diciendo que tú no pagarías la fucking Wall te granjeó algunas simpatías. Querías algo de atención y la obtuviste. Y como seguiste sin entender me di cuenta que nunca leíste el laberinto de la soledad de Octavio Paz. En realidad no sé si hayas leído un libro en tu vida. En ese famoso libro, nuestro premio nobel explica este asunto del rajado. Los mexicanos perdonamos todo menos a un cabrón rajado. Y al pedirle disculpas a un idiota que nunca va a ser presidente enseñaste el cobre.

Todo en este mundo tiene que ver con la percepción. Tu acenso meteórico a la presidencia se debió precisamente a que el electorado en general te percibió como un tipo bragado, con ganas de cambiar las cosas, por lo que este tipo de recule te hace ver muy mal.

Fuiste jefe de estado, y ya que te metiste a hacerla de pedo mínimo tenías que haber mantenido tu postura. A ti no te va a perseguir la migra, y tus declaraciones no te van a provocar ninguna consecuencia.

Al contrario, dados tus antecedentes esperábamos que mínimo le cantaras un tiro si lo veías. Vamos, son más o menos de la misma edad, y un pequeño zafarrancho en algún lugar en el que hubieran coincidido te hubiese convertido en inmortal. Pero al igual que al papa, decidiste besarle la mano a distancia.

Mejor quédate en tu centro Fox a disfrutar de las cosas que según tú hiciste. Estás de vergüenza ajena.

Postdata:

Ya no des declaraciones si no tienes los pantalones para mantener tu palabra.