En el PRI del Estado de México se avecina la madre de todas las batallas, una verdadera guerra civil. Ha llegado el momento de tomar definiciones y decisiones históricas, sobre todo para el gobernador Eruviel Ávila, quien tras los datos de la encuesta de Ulises Beltrán, presentados ayer en “Es la Hora de Opinar”, de Leo Zuckerman, enfrenta la gran disyuntiva de elegir entre la disciplina o responder a la gente que confía en él.

Y es que los números de Ulises Beltrán son demasiado claros y contrastantes; el malestar ciudadano tiene nombre y apellido, tras el gasolinazo. Mientras los niveles de aceptación del Presidente cayeron a 8% (números que se asemejan a países sumidos en crisis y revueltas populares), la administración de Eruviel supera niveles del 40%.

Y a todo esto, la pregunta es obligada. ¿En quién debe recaer la nominación del candidato del PRI a la gubernatura?

El horno no está para bollos, no sólo en lo político, sino sobre todo en lo social. Siguiendo los datos de Ulises Beltrán, 95% de los mexicanos señala como mala o muy mala la decisión presidencial de aumentar los precios de la gasolina.

Y en la baraja de aspirantes del PRI a la gubernatura se encuentran dos opciones, una vinculada a un gobierno federal con una aprobación en bancarrota, y otra que puede destacar los avances y obras de un gobierno estatal con buenos niveles de aceptación.

De un lado, Alfredo del Mazo, ex alcalde de Huixquilucan, ex director de Banobras en el presente gobierno federal, diputado federal y primo del Presidente Peña Nieto.

Del otro, Ana Lilia Herrera Anzaldo, Senadora con licencia y Secretaria de Educación del Gobierno de Eruviel Ávila. Oriunda de Ecatepec y ex alcaldesa de Metepec.

Dentro y fuera del partido, las voces de inconformidad sobre el impacto de la gestión de Peña Nieto en el futuro electoral del PRI van en ascenso.

Liderazgos del instituto con suficiente autoridad así me lo han compartido. Observan en el Estado de México una mina de oro electoral que podría terminar convirtiéndose en el refugio de un grupo político al que ya no le interesa al PRI, menos el país y tampoco la presidencia, sino su propia sobrevivencia y blindaje después de 2018.

Ven en ello incluso una posible negociación con el PAN de Anaya y el PRD de los Chuchos; “Edomex para nosotros (entiéndase para ese grupo), la presidencia para ustedes”. Pero esas mismas voces del PRI me señalan. ¿Con esos niveles de popularidad, realmente el Presidente cree tener algo que negociar con la oposición?

Y continúan.

“Como priístas claro que queremos ganar el Estado de México. ¿Pero con quién y a costa de qué? ¿Con un candidato que se la pasará justificando el gasolinazo? ¿Con un personaje que hará campaña promoviendo los “logros” de una gestión desaprobada casi por el 100% de los mexicanos? ¿Con un aspirante que sería barrido por Josefina, peor aún, en un escenario de alianza?

La preocupación tiene sustento estadístico.

Retomando nuevamente los datos de Ulises Beltrán, hay cuatro partidos con oportunidades reales de triunfo en el Estado de México: PRI, PAN, PRD y Morena. Pero aquí el dato más alarmante para el tricolor: “si dos de los tres partidos de oposición deciden ir en alianza, el PRI no tiene posibilidad alguna de retener el poder”.

Pero queda al final del camino lo más importante, el o la candidata. Y en esta decisión son dos trenes los que están a punto de colisionar. Un tren que viene en llamas y otro que puede decidir tomar un camino distinto para no ser parte de la colisión.

¿Qué pesará más al final, la decisión de un presidente en crisis de popularidad o la de un gobernador con buena aceptación en su estado?

¿Qué es lo que desea el PRI? ¿Un candidato con un escaso arraigo al que como funcionario federal sólo se le ve en los nombres de las calles y avenidas del estado, y en espectaculares fastuosos, o una candidata que ha venido realizando como funcionaria estatal una importante gestión social en escuelas, en casas, en el transporte, dando la cara, siendo empática y mostrando un rostro sensible, cercano y austero con la gente?

Y si revisamos la gestión de ambos como alcaldes en el periodo de 2009 a 2012, Ana Lilia en Metepec, y Alfredo en Huixquilucan, los números dan más respuestas que preguntas.

Según el Índice de Desarrollo Humano Municipal de la ONU 2014, Metepec, gobernado por Ana Lilia Herrera, encabeza los índices de Educación e Ingreso en todo el estado.

Así pues, dos rostros del PRI están en juego, uno caduco, basado en un marketing rebasado por la realidad, y otro moderno, necesario, que responde a la coyuntura y puede competir con Josefina o Delfina; un marketing que se construye a pie, con el rostro descubierto, haciendo gestión, con un proyecto que se define día a día y no sólo en campaña, así lo ha hecho Ana Lilia Herrera, recorriendo los 125 municipios del estado.

Al final, en su oficina, con esa taza de café y visión que le caracteriza, haciendo la lectura de los hechos, lo veo meditando. El futuro se construye con decisiones. Sobre su escritorio seguro hay dos opciones: la disciplina o asumir su destino.

Ese mismo destino que otros eligieron en otras coyunturas críticas, pues la disciplina en el PRI resulta más un mito que una realidad, en la que entran hombres y mujeres que decidieron no traicionar sus principios y transformar a México desde otras trincheras.

¿Dónde se ve el gobernador? Dos caminos; del lado de lo que no quiere México o impulsando su proyecto, en el que creen y confían más del 40% de los mexiquenses.

La decisión está en sus manos.

La decisión es histórica.

Mónica Hernández Bennettz

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