Esta semana se cumplen 26 años del lamentable asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, un hombre con la visión de transformar de fondo la política, a través de las ideas. En el marco de su aniversario luctuoso, vale la pena reflexionar sobre la crisis política que vive nuestro país, la crisis de nuestro partido y, sobre todo, la crisis que padece nuestra clase política.
Entre muchas otras responsabilidades, José Francisco Ruiz Massieu se desempeñó como gobernador de Guerrero, cargo desde el cual volcó sus esfuerzos a impulsar la modernización del estado. Posteriormente se desempeñó como Director General del Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) y como Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Su historia en nuestro partido, en la administración pública, e incluso en la academia, siempre se caracterizó por entrelazar las ideas con los hechos; haciendo del pensamiento, acción.
Cuando fue asesinado, el guerrerense había sido electo para ocupar una curul en el Congreso como diputado federal. Tenía la encomienda de liderar al Grupo Parlamentario del PRI en la última legislatura en la que el PRI habría de conservar su mayoría absoluta. De acuerdo con sus más allegados, ese encargo sería temporal, pues le tenían reservado el despacho principal del Palacio de Covián.
¿Qué hubiera pasado si ese trágico atentado no hubiera tenido lugar? ¿Qué reformas transformadoras se hubieran aprobado en el país? ¿Y en el partido? ¿En qué lugar estaríamos hoy, como priistas?
Son pocos los políticos que han logrado conjugar sus ideas con sus acciones. Tal vez porque se ha demeritado el ejercicio intelectual en el que hacer partidista: ahora se reconocen más las acciones que responden al pragmatismo y a la necesidad inmediata, sin pensar en las consecuencias a mediano y largo plazo. Se ha hecho a un lado la imprescindible tarea de pensar lo político más allá de coyunturas particulares y se ha dejado de respaldar a quienes lo hacen como un permanente ejercicio de congruencia.
Sin embargo, si abandonamos el desarrollo intelectual de nuestros cuadros, las nuevas generaciones de políticos priistas no sólo carecerán de ideólogos, sino también de grandes liderazgos como lo fue José Francisco Ruiz Massieu.
Los cambios no pueden esperar más. En Coahuila e Hidalgo se elegirán diversos cargos en un par de semanas y el proceso electoral de 2021 –el más grande de la historia– ya comenzó. Hoy, quienes tengan el privilegio de encabezar las candidaturas tendrán la tarea y la enorme responsabilidad de fortalecer al partido desde sus espacios de incidencia. En esos espacios, necesitamos a priistas capaces de trabajar en lo individual y en lo colectivo, dispuestos a desplegar una buena política, con visión a futuro; y, sobre todo, sustentada con argumentos e ideas sólidas.
Es tiempo de rescatar el legado y la visión de José Francisco Ruiz Massieu, de hacer del PRI un partido preparado, un partido crítico, un partido valiente, un partido que se atreve a transformarse para así transformar la realidad. Hagamos del PRI un partido que piensa y que se piensa; porque la política es ideas y hechos, es pensamiento en acción.