1.Superioridad moral. Se oponen a toda polarización que les afecte, pero los términos como “niña bien” o “naco” son aceptados en sus diálogos cotidianos. Creen que llamar “fifí” a alguien es terrible mientras que llamarle “chairo” a un simpatizante de la izquierda es normalizado. Ellos y ellas no “polarizan”, ya que aceptan todas las posturas de manera respetuosa, aunque desechen las que no concuerden con su forma de pensar.
2. Creen en el equilibrio. Practican actividades orientales (más occidentalizadas que sus rubias melenas) y tienen una vida saludable porque pueden consumir en un mercado orgánico donde todo cuesta más porque están salvando al ambiente. Su paz emocional se termina cuando aparece alguien que cuestiona su modus vivendi. Defienden sus privilegios negándolos y justifican que los demás vivimos con resentimiento social porque no vamos a esos elegantes centros de meditación para limpiarnos de culpa blanca.
3.Afirman que la pobreza es un estado mental. Somos pobres porque queremos, porque no tenemos una actitud de “tiburón” y nos dejamos arrastrar por el pesimismo generalizado. En un país de 130 millones de habitantes, 54 millones viven en este estado mental porque “quieren”. A la gente, declaran, no le gusta trabajar. La pereza y la mediocridad de las personas que tienen hambre, les hace ser pobres. Debemos emprender más, es el mantra que comparten sin parar en redes sociales.
4.La superación personal, cuestión de cantidad. Aman los libros de superación personal, para este grupo social superarse significa ser una persona exitosa y el éxito se refleja en el poder adquisitivo. Sus metas tienen que ver con el acceso a lo costoso, hay una relación directa axiológica entre el costo elevado y la calidad moral. Es decir, son mejores porque pueden pagar más.
5.La economía capitalista precede a la existencia y a la esencia. Más de quince siglos de discusión filosófica es resuelto por estos prófugos del ITAM, para su comprensión la economía capitalista en donde cada quien recoge el fruto de su trabajo, es la ideología más sensata. Es lugar común las frases como “tienes que conocer las reglas del juego para cambiarlo” o “quejarse no sirve de nada, mejor este sistema” o, todavía peor, “no creo que quieras estar como Cuba o Venezuela, el socialismo no sirve”.
6.Todo programa social equivale a socialismo y, por ende, es malo. Los apoyos sociales son terribles porque no es justo que una señora campesina recoja su dinero cada mes y salga de mis impuestos. No es posible que con el dinero del pueblo se pague el ocio a los ninis. Estos seres olvidan que nuestros impuestos nunca han tenido un reflejo en mejoras de espacios públicos y que, usualmente, ha sido blanco de robos abiertamente documentados. Ayudar a quienes menos tienen los sumerge en un paternalismo que no les permitirá crecer, aducen estos incubados de Keynes, mientras que olvidan políticas públicas como Solidaridad o piso firme. Toda política pública es socialista, según estas personas, cuando no favorecen a una minoría económicamente privilegiada.
7.AMLO siempre se equivoca, hasta cuando tiene razón. El Presidente está loco porque dijo que va a permitir un trato humano a los migrantes cuando tenemos una invasión tremenda de Maras, alegaban; tras el cierre de la frontera y el despliegue de la Guardia Nacional dicen que está loco porque pobres migrantes, ¿dónde están sus Derechos Humanos? Se cansaron de condenar al EZLN durante años, “Marcos es un esbirro de Salinas”, “violentos y salvajes”. Ahora, con el tren maya, apoyan la lucha indígena, a los pueblos originarios y el derecho a la consulta. El mismo derecho que condenaban cuando se trataba de grandes empresas extranjeras con intereses en invadir regiones enteras del país. AMLO, AMLOCO se equivocan, dicen.
Si usted, apreciable lector, conoce a una persona con una o más de estas características, sin importar que se diga socialista, de izquierda, anarquista o apartidista, está tratando con un ser neoliberal. Tenga mucho cuidado, le hablará de Venezuela para asustarle y luego enlistará todos los errores de la Cuarta Transformación, los cuales pueden rastrearse de gobiernos justamente neoliberales. Le dirá que, si bien el cambio está en uno, también tiene que ver el gobierno y la sociedad. Usted asienta amablemente, concuerde con sus afirmaciones y retírese poco a poco. No se le ocurra mencionar que están equivocados porque comienzan con insultos personales. El diálogo con una persona neoliberal es una utopía social creada por neoliberales de closet. Cuídese de los juegos retóricos como “A ver, qué prefieres” o “¿No es mejor apoyar a los empresarios que traen todo el dinero al país que a unos cuantos pobres que solo nos cuestan mucho dinero público?”. Son personas y son personas humanas que no comprenden que las otras personas también tienen derechos y comparten la misma dignidad. No les hable de igualdad o pensará que distribuye propaganda soviética y el regaño será más extenso. Cuídese de ellos. No les de RT, no comparta sus publicaciones, no se deje engañar por las frases engañosas de la Dra. Dresser. No se acerque al ITAM si quiere mantener a salvo su espíritu. No toque itamitas porque le pueden contagiar de esta horrible enfermedad. Piense en la peor mezcla de predicadores de puerta en puerta y muertos vivientes sedientos de cerebros, así es la raza neoliberal. No los aplauda, no son una broma. Son la realidad de una minoría que se ha alimentado del sufrimiento del pueblo mexicano y, tristemente, han generado un reflejo en una mayoría que aspira ser igual que ellos. Mucho cuidado, también, con estos imitadores y con sus bufones en redes sociales. Reflexione, no asume un discurso de odio con una lógica enfermiza.