Cauto, cauteloso en extremo me pareció ayer Ildefonso Guajardo al referirse al gobierno de la 4aT durante su conferencia sobre los entretelones del T-MEC.
Y en medio de la sutileza con que tocó al papel del gobierno republicano, se le escaparon algunas perlas críticas sobre la inexperiencia de los “negociadores” que suplieron a uno de los equipos más reconocidos internacionalmente en materia de acuerdos comerciales: El que él formó.
Les platico: La única explicación que se me ocurre para tanta prudencia de su parte es que si quiere competir por la gubernatura de Nuevo León para suceder al nefasto Bronco, por el lado del PRI no tiene ninguna posibilidad y entonces, se abren ante él las barajas del PAN… y del mismo Morena.
De ahí que no se haya tirado a la yugular del gobierno de MALO por las regadas de tepache que Seade y sus secuaces han cometido en las negociaciones del tratado comercial de México con EU y Canadá.
Uno de los líderes empresariales más apreciados y acogidos en Palacio Nacional por la 4T, presidente de uno de los organismos cúpula insignia -del mismísimo santo grial- me dijo en persona que una buena lana de la IP ha servido para pagar a los especialistas en negociaciones internacionales que apoyaron a Seade y lo acompañaron en todo el proceso, desde que López Obrador tomó el poder.
Dicho líder me explicó que los empresarios hicieron esto porque la draconiana e irracional política de austeridad y recorte presupuestal de la 4T dejó ir a los artífices del NAFTA o como diablos se le llame ahora.
Es más, no los dejó ir, los despidió, y si no, pregúntenle a Kenneth Smith Ramos, ex jefe de las negociaciones técnicas del TLCAN -hombre de todas las confianzas de Ildefonso- quien no para en su recorrido por el mundo, invitado por prestigiados organismos internacionales para que les dé cátedra sobre la materia.
El líder de la IP a quien me refiero me dijo textualmente que cuando llegó el momento de que el gobierno diera la cara ante el resultado del tratado, Seade les pidió a sus asesores ipecos que lo dejaran -ahora sí- solo para aventarse el speech ante los reflectores.
Me gustó lo que dijo Ildefonso acerca de que él y sus equipos adoptaron la postura de no reclamar la paternidad del niño recién nacido, cuyas primeras matronas fueron panistas; las parteras fueron priistas y las que ahora le van a dar teta son morenistas.
Cierto, los protagonismos en estos casos no solo salen sobrando, sino que son chocantes.
Pero, aún en ese gesto suyo de humildad republicana veo un “ey, presidente López Obrador, aquí estoy por si se le ofrece para el 2021 en NL”.
Y está en todo su derecho porque él quiere ser gobernador de su Estado, pero también sé que en su fuero interno -y medio externo- sabe que el tufo priista -si lo abandera- lo hará a perder y él merece ganar.
Y como quiere ganar, está jugando sus cartas y en el desayuno de ayer -lleno del tufo priista al que me refiero- se consiguió una vaca morada de la que se va a deshacer inmisericordemente, como el personaje de la anécdota que él contó.
¿Para qué sirve una vaca morada? Para nada, ¿verdad? Bueno, pues igual que el protagonista del cuento, como buen negociador que es, Ildefonso se consiguió una vaca morada a la que hoy le dice que la quiere mucho, que la valora y que aprecia su cercanía, pero se va deshacer de ella como moneda de cambio en sus negociaciones políticas, y así, la arropada que le dieron ayer ex gobernadores priistas, al fin y al cabo, ¿para qué le va a servir?
Para lo mismo que sirve una vaca morada: Para nada. Bueno, para algo sí sirve: para perderla en medio de una negociación de mayores alturas.
Perdón, pero ésta alusión de la vaca morada quizá pase en blanco para algunos de mis tres lectores, pero los dos de ellos que estuvieron en el desayuno saben muy bien a qué me refiero.
Y en este momento interviene la irreverente de mi Gaby y me sentencia: “No la friegues ¿cómo nos vas a dejar en ascuas a los que no fuimos al mentado desayuno? Ahora cuentas la anécdota o a ver dónde duermes a la noche”.
Y como no me quiero dormir solo en medio de este frío, va el cuento:
Un campesino que estaba a punto de casarse le preguntó a un amigo suyo: ¿Qué consejo me das, tú que tienes tanto años de feliz matrimonio?
“Consíguete una vaca morada”, le responde su cuate.
¿Eso qué es?, le replica el campesino. Y el amigo le contesta: “La vaca morada es eso absurdo, inverosímil, estorboso, inútil, que nunca, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia estás dispuesto a perder, pero que al final de cuentas, terminas cediendo si quieres tener lo que realmente te interesa”.
Entonces, hoy que Ildefonso aún NO nos dice por qué partido va a buscar la gubernatura de NL, además de las preguntas que ayer le hice, le digo: Haces muy bien. No tienes por qué revelar lo que quieres y no quieres del PRI que ayer te arropó.
CAJÓN DE SASTRE
Espero que haya quedado claro, aunque para algunos no va a ser así, como Carlos Barona, que sentado en el mero estrado se la pasó hablando y baboseando con su celular, distrayéndose, sacando de onda a Ildefonso y a la audiencia. Bueno, ahí tienen a una vaca morada cenopista como a la que me refiero.
Continuará mañana…
placido.garza@gmail.com
PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Desarrolló la primera plataforma BigData de México, para procesar y analizar altísimos volúmenes de datos en segundos. Miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones transnacionales. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países, que es utilizada para tomar decisiones y convertirla en inteligencia. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 50 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el Tecnológico de Monterrey, la U-ERRE y universidades de Estados Unidos. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.