¡Qué fuerte suena!, ¿no? ¡Qué adjetivo tan desagradable! Se utiliza para designar a un individuo que tiene poca inteligencia, o arrogante, esnob, o insoportable.  

Pero no es para alarmarse.  

Voy a recurrir a la etimología de la palabra para decir lo que quiero decir y que no me califiquen a mí con el título de la columna.

La palabra imbécil viene de la voz latina, imbécilis, la cual se compone de los dos términos in (apoyado en, sobre) y bacillus (palo o bastón).

El significado original se refería a una persona que debía ayudarse de un bastón para caminar. A través del tiempo, esta definición pasó de personas con dificultades físicas a otras con debilidad mental o falta de coherencia.

Entonces, cuando le diga imbécil a alguien en esta columna, me estaré refiriendo a personas que tienen que apoyarse en un bastón.

¿Está claro?

Y empezaremos a entender por qué los legisladores son unos imbéciles.

Porque tienen que apoyarse en un Partido Político para conseguir los votos necesarios para ocupar una curul y, en una bancada para seguir una línea determinada sin pensar ni opinar a título personal.  

¿Y los Secretarios de Estado?

Porque deben apoyarse en el bastón del dedo democrático del Presidente para acceder al puesto y seguir las instrucciones del gran jefe o del Partido en el que militan.

¿Y los jueces por qué son imbéciles?

Porque en lugar de usar el bastón del estado de derecho para impartir justicia, su quehacer fundamental, se apoyan en el de la corrupción, la impunidad y la inequidad. Conservan en la cárcel a un hombre que se robó un pan y en libertad a un exgobernador que dejó en la miseria a su Estado.

¿Y los líderes sindicales?

Esos utilizan el bastón del gobierno en turno y el de los dueños de las grandes corporaciones, para mantener a los trabajadores con salarios de miseria, mientras ellos se dan o se dieron la gran vida, como Elba Esther Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, Francisco Hernández Juárez, o Carlos Romero Deschamps, sólo por citar a algunos.

En la nómina de los imbéciles nacionales ocupan un lugar importante los borregos. Esos que van a las manifestaciones y paros por una módica cuota, casi siempre acompañada por la prestación de una torta de queso de puerco y un Frutsi. Se aprenden de memoria las consignas y las gritan en versito cada que son convocados y se apoyan en el bastón de la multitud.

¿Y el Presidente de la República?

Se apoya en el bastón de su Partido, sea del color que sea, en el Congreso de la Unión, y en las tradiciones políticas, y muchas veces en el báculo poderosísimo de los Estados Unidos.

También están los maestros apoyados en sus sindicatos; los Ninis, que viven de sus padres; los futbolistas que no llegan al quinto partido en los mundiales; los juniors que se apoyan en la lana de sus padres; los nobles, en la alcurnia de sus apellidos; los guerrilleros de Internet que usan el bastón del anonimato para insultar y difamar; los banqueros que se apoyan en el apellido extranjero de sus bancos para cobrar intereses muy altos, si necesitas crédito o los más bajos del mundo, si quieres ahorrar.

Y la legión de imbéciles es interminable.

Se aceptan sugerencias.