El Partido Verde desde sus inicios no ha sido más que un instituto que se prostituye no al mejor postor siempre, sino a quien le permita continuar con sus prácticas antidemocráticas al amparo del gobierno en turno. Este partido se mueve por los hilos del poder con tal desfachatez que muchos no logramos entender qué lo hace permanecer en el juego político.
Fue fundado primeramente como Partido Verde Mexicano bajo el liderazgo de Jorge González Torres, que para presentarse a sus primeras elecciones cambió de nombre a Partido Verde de México. Debido a que no alcanzó el porcentaje de votación perdió el registro, mismo que obtuvo finalmente en 1993 con el nombre definitivo Partido Verde Ecologista de México o PVEM.
Desde entonces el PVEM ha hecho alianzas con todos los partidos que le han asegurado una buena tajada de poder, de recursos y prerrogativas. En 1988 fue de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas por la presidencia y en 1994 fue la única vez que lanzó a su propio candidato a la presidencia de la república siendo su candidato y dirigente nacional Jorge González Torres.
Para el año 2000 mutó para convertirse en el partido parasito más representativo de México aliándose con el PAN para ganar la presidencia con Vicente Fox, aunque por “diferencias” desconocidas se rompe la alianza con el Partido Acción Nacional. Cabe recordar que en el 2000 llega al senado y a la dirigencia nacional del PVEM Jorge Emilio González Martínez hijo del mismísimo fundador y logrando ser el senador más joven en la historia de México con 29 años de edad.
Con la llegada de Jorge Emilio González Martínez se da una larga alianza con el PRI desde el 2003 hasta el 2018 donde el PVEM fue en casi todas las elecciones (desde presidenciales hasta locales) con el Revolucionario Institucional. Durante esos quince años hizo alianzas locales también con el PRD, PT, Convergencia (Movimiento Ciudadano) y partidos locales, sin embargo, el principal aliado fue el tricolor que le permitió aumentar exponencialmente cargos de elección popular ganando en el 2012 su primera gubernatura, Chiapas.
Su modus operandi era sencillo, hacer alianzas locales con aquellos partidos que le asegurara bancada en esos estados o municipios. Consiguió tener bancadas en casi todos los estados y representación en muchos cabildos de los municipios. Se volvió famoso por vender candidaturas y principalmente rentar las franquicias en los estados a distintos personajes que tenían solo la tarea de mantener el registro estatal.
Después de las elecciones presidenciales de 2018 el PVEM rompió alianza con el PRI a modo de supervivencia pues de continuar con ellos muy probablemente de ese año al 2021 perderían al menos una gran cantidad de puestos de elección popular y en el mayor de los casos el registro nacional. Por lo tanto, se acercó al Morena con quien negoció el traspaso de cinco legisladores que le permitieran al partido lópezobradorista tener mayoría calificada en la cámara de diputados federal.
El Partido Verde es famoso por no aportar nada en los congresos o cabildos. También es famoso por hacer de la política un escándalo y de los cargos de elección popular un jugoso negocio. Hoy los vemos aliados con Morena que, si bien no los necesita para ganar, por medio de ellos puede obtener varios cargos que solo, por las reglas de juego del INE no sería posible.
En este año ya signaron alianza en Baja California y en Puebla por la gubernatura, también irán juntos en estados donde se renovarán solo diputados y alcaldes en Durango y Quintana Roo. Algo que no se puede negar es que el PVEM maneja una mercadotecnia de primera que echa a andar uno o dos meses antes de cada elección lo que lo hace obtener porcentajes de entre el 4% y 6% nada despreciables ahora más que nunca en donde Morena arrasa y el PRI y el PAN obtendrán 15% o 20% según sea el caso.
Hoy por hoy Morena puede darse esos lujos, aunque no debe abusar pues su bono democrático puede irse de las manos más pronto de lo que piensan.
Con este tipo de alianzas el partido lópezobradorista demuestra una vez más que es más de lo mismo y que lejos de ser la esperanza de México se puede convertir en la desesperanza de las y los mexicanos. Porque una cosa es Andrés Manuel y otra es Morena así que en el momento en que la ciudadanía separe uno del otro se caerá el teatro.