El 5 de junio del 2009 en el Estado de Sonora murieron 49 niños (104 heridos) a causa de un incendio que se registró en las instalaciones de la Guardería ABC. Ha pasado un sexenio, período de tiempo que comúnmente utilizan nuestros gobernantes para hundir más a nuestro país, cuando ocurrió la tragedia Felipe Calderón era Presidente, hoy es Peña Nieto. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna, antes las matanzas se daban en Ciudad Juárez ahora en Tlataya, Estado de México, antes los saqueadores eran azules hoy son rojos, el primero fue incapaz de hacer justicia, el segundo prometió que cumpliría la ley, sin embargo aquella promesa al igual que su administración se ha diluido.
De acuerdo con documentos derivados de las investigaciones, la guardería no cumplía con los requisitos mínimos para garantizar la seguridad de los menores, su apertura y funcionamiento únicamente podía darse con la protección gubernamental y mediante el tráfico de influencias, lo anterior como resultado de la dupla avariciosa formada por políticos y empresarios sin escrúpulos, que igual lucran con los recursos naturales que con la vida de infantes. El caso ABC se inserta en la interminable lista de eventos marcados por la corrupción y la impunidad, a la fecha no existen culpables; ni los dueños de la estancia, mucho menos los funcionarios involucrados, han sido juzgados, por el contrario algunos fueron premiados por sus respectivos partidos con candidaturas.
La impunidad ha sido un aliciente para las corruptelas, quienes las cometen están conscientes que encontrarán las vías ?legales? y/o acuerdos políticos para solventar cualquier problema. En los últimos meses servidores públicos han sido señalados por actos indebidos, desde el Presidente y hasta los gobiernos locales, nadie escapa a este mal cultural, así definido por hombre encargado del destino de la nación en un afán de igualar la corrupción con nuestro gusto por la fiesta o el tequila.
Nos encontramos a pocos días de las elecciones, estamos inmersos en una vorágine que ha capturado por completo espacios y medios en la lucha por el poder. No obstante tenemos la obligación de no olvidar, de no pasar por alto una fecha que debe de llenarnos de rabia e indignación, es nuestro deber solidarizarnos con los padres y madres que perdieron a sus niños. El olvido y la inconsciencia han permitido que el régimen se eternice a pesar de todos los agravios que han cometido. Este 5 de junio, ni perdón ni olvido.