Yo aplaudí a “Pajarito” el toro de lidia que quiso volar hacia su libertad. Pensé que su cruel muerte en las graderías ganaría la pelea contra las corridas de toros. Ahora hay un caso similar.

“La política es sucia. Las campañas son sucias.” Es como quejarse que las corridas de toros son sangrientas. Si no actúas en contra, estás a favor.

Esto lo piensa mucha gente que desgraciadamente permite que eso pase en la política porque no se involucran. Dejan que otros decidan por ellos. En vez resolver el problema, se marginan.

Dejar hacer y dejar pasar es aceptable cuando las cosas van bien. Cuando está en juego el futuro de tu país, marginarte es totalmente irresponsable. Quejarte sin actuar en consecuencia encaja como verdadera cobardía. 

El consuelo es que la gente decepcionada de la política se vuelve apática precisamente porque no es tonta. En México los fraudes electorales desalentaban el voto. Sin embargo, cuando la gente detecta un candidato —que puede hacer la diferencia— salen a apoyarlo, lo intuyen.

Cuando los ciudadanos apáticos se vuelven activos se dan milagros políticos. Basta un 12 o 15 % de votantes que dejan las filas de los apáticos para voltear una elección. Así sucedió con los triunfo de Vicente Fox en 2000 y —más recientemente— de El Bronco en 2015.

En Estados Unidos hay muchos votantes apáticos —decepcionados tanto del partido Republicano como del Demócrata. Sin embargo, en 2016 han salido para propulsar al empresario Donald Trump hacia la presidencia de los Estados Unidos. 

Trump tiene un defecto principal que es también su principal virtud. No es político; dice lo primero que viene a su mente aunque se meta en problemas graves. Eso ayuda a contestar la gran pregunta: 

¿Por qué —aun a pesar de sus defectos obvios— millones de americanos han decidio apoyar a Trump?

Porque se gestó una tormenta perfecta para ello, con tres elementos concatenados.

Primer elemento.- Los americanos patriotas perciben que los Estados Unidos —el país más poderoso— avanza con rapidez hacia tres debacles internas: social, económica y moral. ¡Todas al mismo tiempo! 

En lo social la drogadicción, la migración ilegal y la creciente desigualdad son tres ejemplos. 

En lo económico los ejemplos son el desempleo, la deuda masiva y la exportación de empleos. Si bien Estados Unidos imprime dólares a placer, algún día los acreedores externos querrán cobrar la deuda y la inflación será catastrófica. La Reserva Federal no sube tasas para ayudar a Doña Hillary. 

Lo moral, sin embargo, genera el mayor daño porque sucede al más alto nivel gubernamental. Los políticos han perdido total credibilidad. Los congresistas se la pasan en campaña o pidiendo dinero para costearlas, y las promesas falsas y mentiras son sus armas predilectas.

Segundo elemento.- Los Estados Unidos están perdiendo toda credibilidad como agente del orden internacional. Sus intromisiones en Medio Oriente son un verdadero desastre. Rusia actúa con más sagacidad, inteligencia y efectividad. El Estado Islámico crece y genera terrorismo a distancia.

Tercer elemento.- La señora Clinton se esconde y no llena ni un gimnasio de high-school. Doña Hillary se ubica en el corazón de las tres debacles internas y la externa también. Apoya abortos tardíos, el Obamacare es un desastre carísimo, ella quiere subir impuestos y plantea fronteras abiertas en plena era del terrorismo islamista radical. Fracasó rotundamente en medio oriente. No menos importante, ella y su marido han lucrado con el poder en forma cínica e insultante.

Esta tormenta perfecta, una triple debacle interna y la externa, y una candidata antipática y con pésima fama es la que ha llevado a Trump a la candidatura. No la generó Trump, sino es algo que capitalizan sus seguidores. El impulso viene de abajo. No son los demócratas ni los republicanos, sino ciudadanos de ambos partidos y muchos independientes que están frustrados. Son ellos los que lo eligieron candidato a pesar de la oposición vehemente de algunos de los más encumbrados líderes republicanos. Los Bush gastaron 50 millones en Florida de publicidad negativa contra Trump y aun así perdieron feo.

Hillary representa al “status quo”, no es líder ni carismática. Ella es la candidata de los grandes intereses económicos y políticos de los Estados Unidos. Recordemos que la señora Clinton ya había perdido antes con Obama, carece de ponche. Le dijeron hasta lo que no (Michelle Obama dijo: si no puede arreglas su casa, mucho menos la Casa Blanca), y ella en forma subterránea sacó lo de que Barack Obama era nacido fuera de Estados Unidos. Luego se negó a retirarse insinuando que podría pasar algo inesperado, v.gr., a Robert Kennedy lo mataron en elección primara de California. Ella se presta a ser la candidata de esos intereses. Su encanto viene de Bill, no es propio, pero todos capitalizan el nombre del marido, sin importar su mala reputación. Ella se hace la desentendida de los actos de Bill, ¿pero critica simple dichos de Trump? La verdad, ella está hueca, pero sirve como la punta de lanza de todo un sistema que vive de los presupuestos del Gobierno.

Cuando un candidato potencialmente amenazador para el “status quo” logra postularse, “el sistema” afectado actúa como una sola persona. Ahora vemos cómo se unifica y se alinea para eliminar la amenaza, al revoltoso, al rompe reglas, al hereje o como se le quiera llamar.  Esto no es novedad, lo describió Maquiavelo hace más de 500 años. Al agente de cambio lo tratan de apestar: los defectos agrandados, las virtudes ignoradas. Todo con las principales cadenas de noticias de radio y televisión, periódicos y revistas. Además, redes sociales.

Hagamos un inventario en la plaza de toros: Trump en enfrente con los demócratas; va contra Hillary y su comité de campaña, contra Obama, contra el poder de la Casa Blanca con todo y Air Force One. También va contra la gran mayoría de los medios de difusión, y aparte contra los banqueros de Wall Street y los donantes millonarios. Inclusive va contra el comité organizador de debates y sus moderadores vendidos. Para colmo enfrenta a muchos encumbrados republicanos y todos los ex-presidentes en bola. Si no lo vieran como agente de cambio, al menos los republicanos no se unirían en su contra. El único aliado que ha tenido, involuntario, ha sido Peña Nieto.

Al “sistema político” le da pánico que llegue un hombre de negocios que pueda leer un estado de resultados o de pérdidas y ganancias. Que detecte las partidas superinfladas en gastos militares, por ejemplo. Basta recordar cómo tacharon a Ross Perot de loco cuando se lanzó como independiente y criticó el TLC. Luego hace cuatro años derrotaron a Mitt Romney cuando la moderadora Candy Crawley lo refutó en el debate en TV nacional con datos falsos. Ahora han intentado hacer un daño irreparable igual contra Trump obligándolo a aceptar un horario y un debate con un formato que no es debate; y con los moderadores clavándole banderillas en forma descarada. Para eso siempre cuentan con banderilleros aparentemente decentes pero sacrificables.

Aun así, y a pesar de la manera en que usan rejones de castigo para tratar de derrotarlo, Trump sigue vivo, no ha perdido y sigue embistiendo.

Hagamos memoria: a Vicente Fox también lo atacaron con todo. Yo estuve en la campaña junto a Fox y pongo solo un ejemplo. Según los medios el “Hoy, Hoy, Hoy” —su terca y pública insistencia para no cancelar un debate pactado— era signo de inmadurez y sería su derrota definitiva. Sin embargo, salió a votar un 62% de los mexicanos y ganó por 6% al más cercano. Un millón de perredistas fueron parte de esa victoria, porque hasta ellos reconocían que “el sistema” tenía que cambiar y se requería “sacar al PRI de Los Pinos”.

También colaboré con El Bronco. Lo atacaron gachamente y dijeron de todo. Pongo un ejemplo: Después de un debate, la candidata del PRI, Ivonne Alvarez corrió a reunirse con una ex-esposa de El Bronco para atacarlo en Milenio por violencia familiar. El Bronco ganó al PRI y al PAN con más de un millón de votos. Más del doble que sus rivales. De nuevo, la gente quería cambiar “el sistema” y eso toma una súper prioridad frente al peso real de los “chismes”.

El día de la elección de El Bronco, ya con encuestas de salida, el PRI seguía diciendo que ellos habían ganado. El PAN, como siempre, no tenía ni idea de qué había sucedido. Para quienes no tienen vergüenza cualquier postura es válida, por ridícula que sea.

Estos dos ejemplos, Fox y Bronco, pueden ilustrar lo que podría estar pasando con Trump. Entre más lo atacan más se fortalece su credibilidad “anti-sistema” y más de los antes apáticos verán la posibilidad de que su voto cuente como nunca. No es la elección de Trump la motivación directa, es empujar al “sistema” hacia un nuevo punto de equilibrio. Ambos partidos merecen una gran lección. No es Trump el que la proporciona, él es solamente el mensajero del cambio que la gente exige. 

Fox y El Bronco quizá no lograron cambiar al “sistema” como debieron pero si le dieron una buena sacudida y tuvimos dos avances cualitativos importantes: la inauguración de la alternancia y la postulación de un candidato independiente a Gobernador en un estado extremadamente importante. Esta es una satisfacción íntima que podemos reclamar solamente quienes estuvimos del lado correcto de la historia. Yo estuve allí en ambas ocasiones y por eso puedo hablar con conocimiento de causa. (No tuve nada que ver con que Felipe Calderón regresara al PRI a Los Pinos.)

Trump es tan fuerte y tan débil como un toro de lidia, como “Pajarito” que se brincó las trancas. La fuerza viene de quienes lo apoyan y la debilidad es de él en lo personal. Se crece al castigo y se lanza embistiendo a diestra y siniestra sin darse cuenta que lo centran para descabellarlo.

En esta elección ya se dio el mínimo entusiasmo necesario para iniciar el cambio de fondo que urge a Estados Unidos para abandonar la economía ficción, la drogadicción como entretenimiento y la depredación sistemática de recursos públicos que hacen los políticos profesionales. 

Corresponde a los indecisos cambiar el curso de la historia. Si no lo hacen ahora, la ventana de oportunidad se puede cerrar durante décadas. Me preocupa que la gente de la calle no se percate de la gran dificultad para que se alineen las estrellas para hacer un cambio político al super PRI de los Estados Unidos que integran el binomio REP-DEM. No hay muchos toros de lidia que se atrevan a avanzar lo que Trump ya tiene caminado.

Mientras tanto, los mexicanos seguimos celebrando las corridas de toros. En este caso hablando mal del toro, como si no tuviera ya suficientes toreros, banderilleros y picadores amafiados con rejoneadores, y hasta los jueces de plaza. Somos campeones para los “memes” y hacer piñatas. Lo que no hacemos es estar listos para lo que viene. Todo es “mañana”.

Yo sigo admirando a Pajarito. Y comento las cosas como yo las veo. Cada quien es libre de ver su propia realidad.