Ayer leí en la revista Proceso un reportaje sobre Cuauhtémoc Plazola Chávez, flamante juez oral penal para el Primer Partido Judicial de Jalisco, cuya designación ha sido condenada socialmente porque en 2006 fue encontrado responsable del homicidio imprudencial de una joven. Para los detalles de ese caso, remito a la nota de Proceso ya referida.
Existe un punto de interés público, que estimo no ha sido tocado con la profundidad necesaria en las múltiples publicaciones que se han hecho sobre la designación del señor Plazola como juez oral penal: ¿Tiene las capacidades y competencias para un cargo de esa importancia?
Lo replanteo con preguntas sencillas: ¿Cuál es su experiencia como juzgador? ¿Ha trabajado como proyectista de sentencias? ¿Fue un litigante experimentado en materia penal? ¿Tiene posgrados en Derecho Penal, Constitucional o Derechos Humanos? La misma nota de Proceso señala que Plazola Chávez trabajó en Condusef y ?ha sido síndico, diputado suplente y funcionario de la Procuraduría de Desarrollo Social, siempre cobijado por el PAN? (las negritas son nuestras).
Y aquí es donde se explica que un personaje, sin experiencia o formación sobresaliente en Derecho Constitucional o Derecho Penal, haya obtenido el nombramiento de juez penal oral, a pesar de que sus principales responsabilidades no han sido en el Poder Judicial: el señor es panista.
En política real, se entiende que ?las cuotas son para los cuates?, pero no deja de inquietar que en las filas de blanquiazul no hubieran seleccionado a un individuo con mayores aptitudes judiciales que el ungido Plazola.
Debo insistir en que hago este cuestionamiento desde una perspectiva netamente técnica, sin moralismos, ni rasgamientos de vestiduras, planteo el asunto desde la óptica del interés público, que implica que los jueces deben ser especialistas del Derecho: el PAN tiene una cuota de jueces orales penales, así es la mugrosa política mexicana, pero, ¿no tenían a alguien menos malo para el cargo que el malmirado señor Cuauhtémoc Plazola Chávez?
No estamos hablando de Eugenio Raúl Zaffaroni, el ex juez de la Corte Suprema argentina que dejó su cargo a finales del año pasado. El profesor Zaffaroni es un formidable jurista, gran exponente de la escuela finalista del Derecho Penal. Como Lorenzo Garza, don Raúl es un ave de las tempestades y, al igual que él, eso es parte de su genialidad: su talento justifica su presencia polémica. Sin embargo, resulta que Cuauhtémoc Plazola no es un gran teórico del Derecho, mucho menos un notable práctico de las leyes penales: carece de méritos profesionales incuestionables para ser juez de un nuevo sistema penal? en la zona metropolitana de la segunda ciudad del país.
Desafortunadamente, no es la primera vez que el PAN utiliza sus cuotas para acomodar a amigos notoriamente incompetentes (basta con mirar a los órganos autónomos y al Congreso para tener una panorámica de esa Galería de la Ineptitud). No obstante, la designación de jueces incapaces es mucho más grave, sobre todo cuando se trata de la implementación de un nuevo sistema de justicia, cuya creación tiene como objetivo que erradicar los vicios y taras del antiguo enjuiciamiento penal.
Me queda claro que es demasiado pedir que los cargos públicos los ocupen buenas personas: el mínimo exigible es que no cometan actos de corrupción en su función pública y que sepan hacer su trabajo. De lo último (contar con los talentos y destrezas para encabezar juicios orales penales), el currículo del señor Cuauhtémoc Plazola no da evidencias. Ojalá en el PAN entiendan que llenar las cuotas con ineptos no los ayuda, menos en tiempos electorales.