Es una tragedia, pero desafortunadamente hace mucho que dejó ser noticia el que México ocupe un lugar muy destacado en la lista de los países más corruptos del mundo.

Es motivo de esperanza que el nuevo gobierno tenga como prioridad combatir y erradicar este cáncer; un cáncer que se ha expandido por todo el sistema nervioso nacional, afectando a gobiernos, empresas y comunidades enteras.

Es motivo de  esperanza... Pero eso puede ser más que nada eso, solo esperanza, en tanto que lo que es contundentemente real, es que la anunciada guerra total a la corrupción es punto neurálgico en el proceso de consolidar una gobernanza con capacidad de construir calidades de vida y competitividades económicas.

Es simple, o en verdad enfrentamos y vencemos la corrupción, o tendremos que ver como caen las posibilidades de que México y los mexicanos podamos aspirar a un mejor futuro.

Y sí, hay que decir que uno de los sectores productivos más vinculados en el imaginario colectivo a la corrupción, es el inmobiliario.

Pero vayamos por partes y empecemos por hablar de la corrupción como fenómeno nacional...

Un informe dado a conocer por Transparencia Internacional, destaca que durante el último año del gobierno de Enrique Peña Nieto, México cayó tres lugares en el Índice Global de Percepción de la Corrupción, lo que lo pone en un infame lugar 138 de entre 180 países evaluados, muy por debajo de todos los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

De hecho, el reporte revela que la corrupción marcó a fuego el sexenio pasado, con cuatro años consecutivos de caídas en la clasificación de Transparencia Internacional.

Y bueno, si vamos a hablar de lo que pasa en el sector inmobiliario, hay que empezar por mencionar lo que dice la OCDE, que lo ubica en el segundo lugar entre las actividades productivas más corruptas, solo después de la industria extractiva.

Hablando específicamente de lo que pasa en nuestro país, el Índice Global de Transparencia en Bienes Raíces 2016, publicado por el gigante inmobiliario global, Jones Lang Lasalle, ubica a México en el bloque de países “semitransparentes”, en donde existe una importante brecha entre la regulación formal y su aplicación.

Y apenas la semana pasada, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad presentó un Diagnóstico Sobre Corrupción en el Sector Inmobiliario,  que revela que 94% de los entrevistados declaró haber sido víctima de corrupción y de extorsión, pero sólo 36% afirmó haber denunciado.

El estudio, realizado durante el año pasado, refleja la visión de los empresarios del sector y  establece que los mayores focos de corrupción están en las alcaldías chilangas, y que de entre ellas, la más corrupta era la Gustavo A Madero.

Establece también que el trámite que presenta más actos de corrupción es el registro de la manifestación de construcción y que, según la alcaldía, había tarifas que iban de 2 millones a 15 millones de pesos para obtener dicho papel, sin el que los proyectos pueden retrasarse desde 6 meses hasta 2 años, con el consecuente impacto en el costo financiero.

El documento habla también de la forma en que se han normalizado temas como dádivas en especie para agilizar el otorgamiento de los permisos, y concluye señalando que tras el análisis de estas experiencias se detectaron tres factores de riesgo que inciden en la comisión de actos de corrupción: interacción presencial entre particulares y autoridades, capacidad de que la autoridad utilice criterios discrecionales en la resolución de un trámite y la participación de múltiples autoridades en el proceso.

En esto no hay blancas palomas... Hay, necesariamente, por una parte autoridades corruptas... Pero por la otra, empresarios inmobiliarios que buscan el camino fácil que les permita brincarse las normas.

Lo justo es decir es que estos casos son los menos... Lo malo es que si antes quienes querían hacer algo chueco corrompían a un funcionario, hoy las cosas se han agravado al caso de que aún los empresarios que buscan hacer todo conforme a la Ley, deben pasar a taquilla para evitar que la voracidad de un funcionario retrase o frene su proyecto.

No hay blancas palomas, pero es evidente que son más los empresarios inmobiliarios que quieren hacer las cosas bien y que están más que dispuestos a hacer lo que se tenga que hacer por combatir frontalmente la corrupción y así evitar que este cáncer siga matando su negocio.

Así de claro, quienes conforman las cadenas productivas del sector inmobiliario quieren frenar los costos económico y reputacional de la corrupción.

Y a todos nos conviene que así sea, porque la corrupción en el sector inmobiliario se acaba reflejando en escases o encarecimiento de activos tan de primera necesidad como puede ser la vivienda.

Todos los mexicanos sabemos que esto de la corrupción no es asunto nuevo... Qué va... pero sabemos también que en los años recientes ha llegado a extremos escandalosos gracias en muy gran medida a un colapso en el Estado de Derecho que vemos reflejado en una enorme impunidad.

Simple y triste. En México el corrupto se hace corrupto porque sabe que tiene enormes posibilidades de no ser detectado y mucho menos castigado.

·    Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano