Eric Arthur Blair, quien adoptó el seudónimo de George Orwell para no incomodar a su familia por algunos escritos, es el autor de la excelente obra: Rebelión en la Granja, cuyo título original del libro es Animal Farm y fue publicado en 1945.
El relato se centra en el cómo y en el por qué los animales de la granja “Manor” se rebelan contra los seres humanos por los maltratos de que son objeto, pero también es una crítica contra el totalitarismo que algunos países de esa época habían adoptado.
La imposición del “animalismo” en la granja de Orwell, es al final de cuentas, una similitud con el sistema socialista, donde se excluye la propiedad privada, no existe la lucha de clases y donde todos deben trabajar para lograr el beneficio colectivo.
Orwell, logró exponer magistralmente la forma cómo las ambiciones de la clase dirigente van deteriorando paulatinamente los principios y valores que originan las revoluciones.
El libro La rebelión de las masas, publicada a partir de 1929 en artículos y después en libro por el español José Ortega y Gasset, es una justificación del cómo el hombre cede su individualidad para constituirse en un ser colectivo. En esta obra, Ortega explica cómo el hombre-masa deja de ser libre y pensante al integrarse en una colectividad que ahora piensa y actúa por él y donde los instintos y emociones prevalecen, sin que realmente medien motivos fundamentados.
La Rebelión de los Colgados, del alemán Bruno Traven, es un relato del cómo los dueños de un campamento de árboles de caoba, cuelgan en los árboles a los trabajadores, que después de 16 horas de labores, no alcanzan la meta de 4 toneladas. Sin tener un final objetivo, nos muestra cómo los rebeldes terminan por asesinar a los capataces y a los dueños en la montería.
En las 3 obras, la rebelión es la vía que se utiliza para cambiar el estado de cosas. Todo inicia por un desgaste gradual del sistema político, social y/o económico y la resistencia al cambio. La alta jerarquía ignora o hace caso omiso al querer aceptar que la decadencia del mismo sistema provoca la negación a seguir en la misma situación.
De esta manera, se explica la rebelión que ya se constituyó visiblemente al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El presidente nacional del PRI, René Juárez Cisneros, ya tomó nota que los residuos de militantes del PRI que dejó esta elección, han manifestado su inconformidad por el estado de cosas que prevalecen en ese partido.
Muchos priístas además, señalan la pésima conducción de su partido por parte de Enrique Ochoa Reza. Lo acusan de prepotente, flojo, falto de visión y excluyente. Incluso, existe una fuerte corriente que exige su renuncia a la posición de diputado federal por la vía plurinominal, que conformó en su calidad de presidente del PRI y que aprovechándose del cargo, el mismo se acomodó en la primera posición.
Esos priístas también se quejan que la cúpula del PRI en el reinado de Ochoa Reza, permitió que muchos hijos, recomendados y gente sin militancia probada, accedieran a posiciones electorales.
Eso irritó e irrita a la militancia del PRI.
Pero al margen de las posiciones electorales, la rebelión es para exigir que se cambien las formas de interactuar dentro del partido, adecuar su relación con una sociedad que en realidad es muy demandante y tomar decisiones determinantes después de los nefastos resultados para en PRI en esta elección.
Ya es un hecho que los priístas admiten que la tolerancia a la corrupción a varios gobernadores, la omisión de aplicar la ley y fomentar la impunidad y la elevación de la inseguridad provocaron la debacle del PRI e incluso que ya se hable de su posible desaparición en la arena política nacional.
De cualquier manera, Juárez Cisneros tiene una bomba de tiempo en las manos.
Ya cometió el primer error al señalar a los miembros de la resistencia como “carroñeros”. La respuesta no se hizo esperar y ya le contestaron varios de los rebeldes.
Al parecer, haberse rodeado de la cúpula de ese PRI que acaba de fracasar, para proyectar una unidad que está muy lejos de ser, en lugar de ayudar, perjudicó.
Ni modo, una imagen habla más que mil palabras.
Al parecer, a don René se le olvida que el fuego se apaga con mayor eficacia con una mezcla de espuma que contiene un producto químico más agua. Esa es la visión moderna para extinguir la lumbre.
En otras palabras, el diálogo y tolerancia se tornan imprescindibles para sofocar la rebelión.
La carroña es generalmente para los buitres que sobrevuelan y asechan cadáveres en estado de putrefacción.
Vaya que el uso del lenguaje es peligroso cuando sale de las vísceras.