El 8 de junio se instituyó como el Día Internacional Contra el Cáncer Cerebral. Como todas las efemérides de este tipo, se busca informar y crear conciencia sobre las necesidades de los pacientes afectados y de sus familiares. El cerebro no está exento de poder desarrollar tumores o cáncer. Los tumores más frecuentes que pueden afectarlo son el meningioma y glioblastoma, sin embargo, también puede verse aquejado por metástasis provenientes de cáncer de pulmón, mama y piel. El cáncer en general es una enfermedad que está íntimamente relacionada con nuestra esperanza de vida, con factores genéticos y la vida industrializada. Se estima que una de cada tres personas padecerá algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. Sin embargo, los sobrevivientes son una población que, en los últimos años gracias a los nuevos tratamientos médicos, han ido creciendo. En los Estados Unidos de Norteamérica se estima que hay alrededor de 15 millones de personas sobrevivientes de cáncer. En este sentido, uno de los puntos de mayor cuidado y preocupación se centra en la calidad de vida después del padecimiento. El objetivo es poder realizar una vida independiente, con la menor cantidad de limitaciones, tanto físicas como psicoemocionales.
Los tratamientos contra el cáncer requieren de constantes cuidados y supervisión para prevenir la reincidencia de la enfermedad. Algunos de los tratamientos requeridos son a base de quimioterapias o radioterapias. Es conocido que estos tratamientos pueden acarrear algunas consecuencias a nivel neuronal, lo que podría generar cambios en la memoria, la atención, la velocidad del pensamiento y la velocidad de la escritura. Estos cambios no se presentan igual en todos los pacientes, incluso en algunos puede no presentarse. Dependiendo de la edad y de la condición de salud previa, se observarán más o menos efectos. Los distintos tratamientos contra el cáncer pueden impactar en el cerebro partiendo de factores como la carga genética, el grupo demográfico, el tipo de alimentación y de enfermedades previas como la diabetes, la depresión, la hipertensión, el alcoholismo y el tabaquismo. Esto pone de manifiesto que un cerebro sano y fuerte, al igual que un cuerpo sano, se encuentran en mejores condiciones de resistir tratamientos potentes como los utilizados contra el cáncer.
El objetivo más importante de cualquier persona debería ser mantenerse en condiciones saludables, lo que de entrada le ofrece una alta calidad de vida. Mientras más herramientas le brindemos a nuestro cuerpo y mente para enfrentar la enfermedad, mejor podrá responder ante ella. En distintos estudios, los expertos han definido que uno de los objetivos básicos es centrarse en la dieta, principalmente en el consumo de antioxidantes, que corresponden a una serie de sustancias que tienen como propiedad prevenir el daño celular provocado por moléculas conocidas como radicales libres. Estos radicales pueden producir reacciones de oxidación que a la postre, generarán la muerte celular. Existen una gran cantidad de alimentos que contienen antioxidantes y que brindaran el medio óptimo para evitar la muerte celular por oxidación. Los carotenos, contenidos principalmente en las zanahorias y vitaminas, junto con los polifenoles contenidos en bayas, té, cerveza, uvas/vino, aceite de oliva, chocolate/cacao, nueces, cacahuate, granadas, yerba mate, frutas y vegetales, son excelentes protectores celulares. Los polifenoles no solamente ayudan a prevenir el daño que los tratamientos pueden causar a nuestras neuronas, sino que también pueden coadyuvar con nuestro cuerpo para eliminar algunas células cancerosas.
Por último, es muy importante reiterar que, de la fortaleza de nuestro cuerpo depende nuestra sobrevida. Si se es un paciente de cáncer o un sobreviviente, no podemos hacer de lado que mantenernos fuertes es una de las prioridades. En este sentido, comer bien a base de alimentos con alto contenido de antioxidantes, dormir bien, realizar ejercicio físico constante y de moderada intensidad, son los mejores aliados para nuestra salud y sobrevivencia. Estos cuidados no solamente ayudan a nuestro cuerpo, sino que también a nuestro cerebro. Hagamos de los cuidados de nuestra salud, un propósito de vida.