@iPure_
Los jóvenes científicos mexicanos día tras día experimentan la falta de oportunidades, plazas, presupuesto, becas y el desprecio del gobierno para poder desarrollar una idea que en muchos casos pudiera llevar a grandes descubrimientos y soluciones para los problemas que enfrenta la humanidad.
Pero no todos los científicos sufren.
Hay otro grupo de científicos, conocidos como las “VACAS SAGRADAS” que la gozan a lo lindo:
Por alguna razón fueron contratados de planta en instituciones como la UNAM, el IPN, CINVESTAV, UAM…
Tienen su propio laboratorio equipado…
Tienen ayudantes, investigadores adjuntos, técnicos de laboratorio y hasta estudiantes de servicio social, grado y posgrado que “les hacen el trabajo pesado”, para luego colgarse la medallita…
Tienen sueldos de más de 40 mil pesos mensuales por parte de la institución más estímulos, prestaciones y becas que llegan a cuadruplicar su sueldo.
Tienen el “honor” de pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT que brinda la oportunidad de subir en su propio escalafón donde el tercer nivel, el SIN III, se caracteriza, entre otras cosas, por dar a sus miembros un cheque mensual de más de 50 mil pesos.
Así ¿ya no suena tan mal hacer ciencia verdad?
Bueno pues a pesar de ello, hay “VACAS SAGRADAS” que se dan el lujo de BURLARSE DE LOS MEXICANOS, DE CIENTÍFICOS (a nivel mundial pues así es la ciencia) Y DE LAS INSTITUCIONES QUE LES ABRIERON LAS PUERTAS.
Ese es el caso de la Dra. María Alejandra Bravo de la Parra y del Dr. Mario Soberón Chávez, ambos microbiólogos adscritos al Instituto de Biotecnología de la UNAM (IBT-UNAM).
¿Qué hicieron?
Resulta que un grupo de verdaderos investigadores canadienses acaban de publicar un artículo donde dejan claro que los modelos experimentales y los resultados publicados al menos en 11 ocasiones y desde hace varios años por los “PSEUDOINVESTIGADORES” del IBT-UNAM: NO SON REPRODUCIBLES… en palabras coloquiales: SON FALSOS.
¡QUE VERGÜENZA!
Resulta que publicaron fotografías falsas al menos en 11 artículos en revistas internaciones de prestigio sobre sus investigaciones en la bacteria Bacillus thuringiensis (comúnmente utilizada para fabricar cultivos transgénicos).
Ante tal hecho que merecería la EXPULSIÓN de estos PARASITOS DEL ERARIO PUBLICO de la UNAM, del CONACYT, Y DEMÁS INSTITUCIONES DE PRESTIGIO NACIONALES E INTERNACIONALES que brindaban apoyo sobre todo económico, resulta que la UNAM a través de una investigación con un “COMITÉ EXTERNO” dictaminó lo siguiente:
“Las falsificaciones no son significativamente graves y no contradicen los resultados publicados en anteriores investigaciones, … ambos investigadores serán acreedores a una sanción que consiste en: darles 3 años sabáticos con goce integro de sueldo, prestaciones y estímulos en los cuales no podrán dirigir tesis de estudiantes de grado o posgrado”
¡Una burla! ¡Una atrocidad para la reputación de la investigación científica en México!, ¡mala imagen hacia el exterior!, pero ¿porque se tomó esta decisión?
Bueno resulta que el “COMITÉ EXTERNO” no era tan externo…
Fue integrado por otras 3 “VACAS SAGRADAS” de la misma UNAM, aunque de diferente sede, como por ejemplo el Dr. Rubén Lisker o la Dra. Rosario Adelaida Muñoz Clares.
Pero no solo eso, resulta que el Dr. Mario Soberón Chavéz también es hijo de Guillermo Soberón Acevedo, ex rector de la UNAM.
¡QUE TAL!
Ahora ¿Con que cara un Investigador de la UNAM puede llegar a llamar PORQUERÍA el trabajo de un estudiante que hace una tesis, cuando los mismos investigadores hacen otra clase de peores PORQUERÍAS?
¿Con que cara piden más y más presupuesto?
Pero lo más importante… ¿Qué lleva a un “Investigador de prestigio” a arriesgar de forma tan cínica y poco ética toda una vida de trabajo?
…… La respuesta es sencilla: …EGO
Alejandra Bravo recibiendo en 2009 en París el prestigioso Premio Lòreal-UNESCO para mujeres en la ciencia.
Mario Soberón. Nivel SNI III, hijo del ex rector de la UNAM.
El ego es como tu perro. El perro tiene que seguir al amo y no el amo al perro. Hay que hacer que el perro te siga. No hay que matarlo, sino que domarlo. A. Jodorowsky
-Con información de La Jornada-