El perfume es uno de los cosméticos que más utilizan tanto hombres como mujeres, aunque la palabra perfume está ligada más a una connotación  femenina, y  la palabra loción al masculino. Este aromático  y estimulante complemento es parte  integral y esencial a la hora de nuestro arreglo personal.

No existe un dato preciso sobre el origen del perfume, pero las primeras esencias creadas  tenían un objetivo sagrado y místico; con el descubrimiento del fuego se empezaron a quemar árboles y plantas, y dichas esencias ardientes servían como ofrendas a sus dioses, con la intención de elevar esos aromas a los poderes en los que ellos creían, y que a su modo de ver controlaban las fuerzas de la naturaleza.

Posteriormente se fue acentuando cada vez más ese aspecto sagrado. Por ejemplo, en el antiguo Egipto una de las tareas de los sacerdotes era elaborar fragancias para honrar a sus dioses. Por su parte, Grecia y Roma fueron perfeccionando el arte de la elaboración de fragancias, integrando nuevas técnicas y también nuevos ingredientes (como aceites extraídos  de semillas), complementándolos con  plantas aromáticas como el tomillo, el sándalo y la lavanda. En ese momento, esas fragancias dejaron de ser sólo para sus dioses celestiales, y pasaron a ser obsequios para sus gobernantes; ellos tenían la creencia firme de que perfumándoles en óleos era una forma de honrarlos en vida.

A pesar de sus orígenes, siglos después no todo fue miel sobre hojuelas. En varios países de Europa el perfume contribuyó a la falta de higiene; en el siglo XV el perfume se empezó  a comercializar y la alta burguesía lo impuso como una moda. En el siglo XVl surgió tanto la creatividad en la esencia como la creatividad de los envases, siendo estos un adorno en las distinguidas consoletas de las damas de sociedad. Esta cultura del envase de lujo es una tendencia que se mantiene hasta nuestros días, y tiene una razón de ser muy concreta; a saber, sería muy difícil vender un perfume a un precio elevado, si solamente juzgáramos el precio de fabricación de la esencia; además, los perfumes perderían identidad, puesto que los aromas son de difícil identificación para el olfato no entrenado. Con un empaque de lujo, que comienza por el propio recipiente, se transforma la experiencia del aroma en un lujo, y en un buen regalo.

Hemos visto, desde décadas pasadas, a grandes diseñadores de marcas como Calvin Klein, Chanel o Dior  han sabido exponer los perfumes como un complemento indispensable, siendo estos una manera de extender nuestra belleza y nuestro lenguaje no verbal. Además de los diseñadores, las celebridades y las modelos también supieron capitalizarlos, siendo imágenes representativas, dueñas o socias de las marcas y  junto con ello reproducir su imagen más allá de las portadas de las revistas y las pasarelas. ¿Quién no recuerda a la modelo Francesa Inés de Lafressange, como imagen del perfume Chanel, que a raíz de esa publicidad se convirtió en un ícono de la década de los 80¨s?  Súper modelos como Carmen Kass, a principios del año  2000, fue imagen del perfume de Narciso Rodríguez; por su parte, la modelo Rusa Karolina Kurkova sacó su propia fragancia, y actualmente, una de nuestras modelos de Latinoamérica, Deborah David, sacó su fragancia "sweet lady", combinando varios aromas florales y haciendo de esta una exquisita experiencia .

La lista de marcas, diseñadores y celebridades que han elaborado sus perfumes puede ser interminable; emblemáticos aromas  para dama como Gloria Vanderbilt, Madame Rochas, Trésor de Lancome, y para caballero fragancias como Lapidus, Hugo Boss y Obsession  de Calvin Klein, son algunas de las grandes referencias  aromáticas de los últimos tiempos .

Un perfume puede complementar el impacto de nuestra llegada a un lugar, y de nuestra presencia, haciendo que nos identifiquen por nuestro aroma, por tener un  extraordinario y exquisito dejo sensorial, característico e inherente  a nosotros.

Es indispensable, para relacionarnos, haciendo placentera la convivencia con nuestros interlocutores, que aunque se compren varias marcas, se use mayormente una esencia. Aunque parezca mentira, un buen perfume puede cambiar un estado de ánimo a la hora de nuestra rutina matutina, o en el arreglo previo a un compromiso.

Los precios de los perfumes son muy variados. Lo más importante no es la marca, sino la seguridad y el dominio de su utilización; como en todas las cosas, experimentación y honestidad con uno mismo son las claves para elegir las esencias con las que seremos identificados.

Un perfume puede ser la primera o la última prenda que te pongas, pero póntela. No importa qué tan alta esté nuestra autoestima, ciertos olores naturales no son la mejor carta de presentación.

Se cree que un perfume característico es parte de nuestra personalidad, y en parte es cierto, pero sobre todo es parte integral de nuestra creación sutil de la propia imagen, habla mucho de nuestros aspectos  sensoriales, de nuestra sensibilidad, percepción de nuestro mundo interno y de nuestro esteticismo (no visible pero sí perceptible).

Los aromas del campo como las flores y los cítricos suelen ser del día, los aromas como el sándalo suelen ser para la noche  y el misterio y los aromas del tiempo suelen ser mi pasatiempo.