La vacuna de Oxford/AstraZeneca contra covid-19 se llama ChAdOx1-S y está basada en ingeniería genética y biotecnología.
Eso no le dice nada concreto a la mayoría de la gente, así que les explico.
La parte de ingeniería genética se refiere a los procesos de “corte y confección” que se hicieron en el laboratorio para
1) aislar un adenovirus que existe en la naturaleza y aprender a cultivarlo,
2) quitarle los genes que lo hacen infeccioso para volverlo un vector, es decir una “cáscara” que no cause enfermedad pero que todavía pueda entrar a las células humanas cuando lo inyectes,
3) tomar ese vector y agregarle el gen exógeno que te interesa. En el caso de las vacunas contra covid-19 se usa el gen que codifica para el antígeno central del SARS-CoV2, la proteína S que forma las espículas.
La ingeniería genética no es algo trivial de hacer
Esa ingeniería genética no es algo trivial de hacer. Es un logro espectacular de la Universidad de Oxford que se haya logrado el desarrollo de la ChAdOx1-S. La ingeniería genética no es cualquier cosa, cortar y pegar ADN es un trabajo de precisión que implica muchos intentos y muchos pasos que no está garantizado que salgan bien. Muchos días y noches de mucha gente talentosísima y entrenada por muchos años trabajando en un laboratorio de bioseguridad. Y mucho dinero para comprar los reactivos, materiales y equipos que se requieren, que tampoco son cualquier cosa.
Pero una vez que la ingeniería genética se hace bien, como en este caso, ya se cuenta con una “semilla” del vector modificado que se puede replicar en grandes cantidades a través de procesos de biotecnología.
¿Qué es eso de replicar por biotecnología?
¿Qué es eso de replicar por biotecnología? Explico. Los adenovirus son capaces de hacer copias de sí mismos. Esa es una característica de… todos los organismos. Igual que las levaduras de pan o de cerveza o los búlgaros que sirven para hacer yogurt, uno puede partir de una pequeña cantidad, ponerlo en condiciones de crecimiento adecuados y conseguir tener más, que ahora puede repartir a otras personas para que ellos hagan su pan o su cerveza o su yogurt. En el caso de los búlgaros (una mezcla de la bacteria Lactobacillus acidophilus y la levadura Kluyveromyces marxianus) basta con ponerlos en leche tibia. Pero para los adenovirus las condiciones son bastante más complicadas.
Una característica general de todos los virus es que no se pueden reproducir por sí solos porque no tienen la maquinaria molecular para hacerlo. Por eso infectan células, para poder usar la maquinaria de esas células para copiar su genoma y fabricar sus proteínas y hacer muchas copias de sí mismos. Entran a las células y se apoderan de todo el sistema bioquímico y lo desvían a hacer copias de sí mismos, todas las copias que se puedan hasta que la célula está tan llena de esas copias que explota.
El caso es que para replicar adenovirus, necesitas darles células para que las infecten, mantener esas células con suficientes nutrientes para que sigan vivas y su maquinaria funcione bien y, una vez que el adenovirus las infectó al máximo y las mató, necesitas limpiar todos los restos de células muertas para quedarte sólo con los millones de partículas virales nuevas.
Esto lo puedes hacer en una caja de Petri. Pero de UNA caja de Petri sólo vas a conseguir una pequeña cantidad de partículas de adenovirus ChAdOx1-S. Unos pocos cientos de millones, a lo mucho. Y cada dosis de vacuna necesita 1 x 1010 partículas de adenovirus. Eso es un 1 con 10 ceros: 10000000000. Diez mil millones de partículas virales para cada dosis. El esquema de vacunación es de 2 dosis, entonces multiplícalo por dos y luego multiplícalo por los millones de personas que quieras vacunar. Está claro que vas a necesitar MUCHAS cajas de Petri…
Una planta farmacéutica requiere ingenieros biotecnólogos
Lograr las cantidades estratosféricas que se requieren implica el escalamiento de tu caja de Petri a biorreactores industriales en una planta farmacéutica. Y tiene que ser una planta con espacios diseñados especialmente para los procesos de fabricación de este material biológico: no puedes usar cualquier planta farmacéutica que fabrique medicamentos comunes, porque no tiene los equipos necesarios ni los espacios que permitan el flujo de aire, control de temperatura y de esterilidad apropiados. Una planta farmacéutica que hace productos biotecnológicos es una instalación inmensamente complicada y carísima de echar a andar y mantener funcionando apropiadamente. Y requieres ingenieros biotecnólogos altamente entrenados que hagan los cultivos masivos, las purificaciones, las pruebas de potencia y todo el control de calidad de cada uno de los pasos.
No existe en México ninguna planta que pueda hacerlo
La triste realidad es que no existe en México ninguna planta farmacéutica que pueda hacerlo. Si se pudiera hacer en una caja de Petri no tendríamos ningún problema: eso lo puede hacer un biólogo entrenado para cultivar células de mamífero en condiciones de estricta bioseguridad. Hay muchos profesionales talentosos en México y muchos laboratorios que lo podrían hacer, después de aprender y familiarizarse con el procedimiento. Pero sería el equivalente a “mira mamá, me regalaron levadura en la panadería y te hice una baguette en el horno de mi estufa”. Qué bonito detalle pero no ayuda en nada si lo que se necesita es pan para todo México. Hay que fabricarlo a nivel industrial y México no tiene una industria farmacéutica biotecnológica del nivel que se requiere.
Nuestras capacidades se limitan a recibir el líquido cosechado de los biorreactores de la planta de mAbXience en Argentina, que ya pasó todos los controles de calidad necesarios y ponerlo en los frasquitos finales desde donde se va a inyectar. Eso es lo que se llama “llenado y envasado” y es lo que se va a hacer en la planta de Liomont. Comparado con la fabricación de una vacuna basada en adenovirus es un proceso mucho menos complicado, pero de todos modos es un proceso de manufactura que requiere controles muy rigurosos de cuantificación y esterilidad, equipos especiales y profesionales con conocimiento, talento y experiencia en hacer precisamente, “llenado y envasado”: lo hacen ingenieros biotecnólogos, no lo puede hacer cualquier persona.
En México sólo hay un puñado de ingenieros biotecnólogos entrenados en procesos farmacéuticos, necesitamos más. Y sólo cuando los tengamos podemos empezar a soñar con fabricar el “granel” de la vacuna de AstraZeneca aquí y no tener que importarla.
Pero si eres un joven a quien le puede interesar volverse ingeniero biotecnólogo para hacer vacunas, probablemente acabes decidiendo que es una mala idea porque no vas a encontrar trabajo: en México no hay plantas farmacéuticas que hagan productos biotecnológicos.
No hay incentivos para ser autosuficientes. Es tristísimo.
El convenio AstraZeneca-mAbXience-Liomont va a salvar muchas vidas
Y por eso hay que reconocer y agradecer inmensamente la iniciativa del ingeniero Carlos Slim que tuvo la visión de lo que se nos venía encima y a través de su Fundación impulsó que se compraran los equipos y Liomont armara una planta con las capacidades necesarias para el llenado y envasado de millones de dosis de vacunas. Ni siquiera esa capacidad existía en México. No es exageración decir que su decisión de armar el convenio AstraZeneca-mAbXience-Liomont va a salvar muchas vidas. Actualmente, como se ven las cosas, esa vacuna es la única esperanza real que tenemos de disminuir este tsunami de enfermedad y muerte.