Regresó el expresidente nacional del PRI Humberto Moreira al País. El discurso: triunfalista. Argumentó en el aeropuerto internacional Benito Juárez frente a periodistas que la PGR en tiempos de Calderón lo exoneró de todo y ahora España le dicta libertad. Faltó aclarar que esa libertad es provisional, haber salido de la prisión Soto del Real y la devolución del pasaporte no supone que el asunto quede archivado, de hecho sigue abierto y la investigación continúa según los jueces españoles. Los delitos: blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho y organización criminal. Que nadie se apresure a cantar la victoria legal, ni la sociedad hambrienta de justicia ni los incautos admiradores del exalcalde de Saltillo.
Mientras tanto, llegaba el exgobernador norteño a la Ciudad de México y se desarrollaba una manifestación de profesores en calles de Coahuila. ¿Por qué se manifiestan los maestros? Por desabasto de medicamentos en su servicio médico, cuando hablo de medicina no piense amiga, amigo lector que me refiero a fármacos especializados y sumamente costosos, en realidad no hay abasto de lo más básico y desde hace tiempo. Los médicos son otro aspecto que viene agravándose, cada vez son menos en las clínicas magisteriales. Las y los profesores padecen un modelo de seguridad social precario, sistema de pensiones, ahorro e incluso salarios han sufrido deterioros aún a pesar de realizar sus contribuciones. Irónicamente, son jubilados quienes encabezan las marchas por no tener lo que les corresponde por ley después de treinta años de servicio, al mismo tiempo que se le otorga la jubilación del cien por ciento al profe Beto por tan solo tres años en aulas.
¿Por qué? ¿Desde cuándo? ¿Qué tiene que ver esto con el ahora auto declarado “inocente de todo”, “favorito en las encuestas” y “ganador de mil batallas”? Para responder, contextualicemos. El problema se remonta a la etapa de Humberto como gobernador. Habrá que aclarar que en Coahuila no solo hay deuda y desaparecidos, también hay nepotismo y su mayor esplendor se observó entre 2005 y 2011 cuando los hermanos Moreira Valdés se apropiaron del poder público estatal: Humberto gobernador y alcalde de Saltillo, Rubén presidente estatal del PRI, diputado federal y posteriormente gobernador, Álvaro secretario de desarrollo social municipal en Saltillo, dirigente del PRI, Iván en Instituto Estatal de Capacitación y Actualización del Magisterio, Monserrat DIF estatal, Elisa en Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores de la Secretaria de Educación y Carlos Ariel como dirigente magisterial de la sección 38 y 5 del SNTE. Sin tomar en cuenta, vecinos, amigos, parientes y próximos a la familia.
Pues bien, hago la reseña despótica justamente porque fue en ese tiempo cuando algo raro empezó a suceder en varias áreas del servicio público de Coahuila. Al final del aparente periodo de bonanza y prosperidad de Humberto, los maestros empezaban a conocer el rostro de su verdugo desde la dirigencia sindical con Carlos, el dinero de los maestros fue saqueado y hoy las finanzas llegan al punto de no poder sostener ni siquiera el esquema medico, de hecho los fondos de ahorro no están. Hay un desfalco abrumador, un atraco vil contra los educadores. Todos lo saben pero pocos lo señalan para no perder su empleo pues sigue estando el hermano en el gobierno. Esa es la respuesta. Por eso no tienen medicamentos ni acceso a prestaciones, no hay dinero para pagar puntualmente por su trabajo, incluso hay adeudos salariales de varios años que intentan saldar con bonos de despensa. Esta es la explicación a las marchas que simultáneamente sucedían al arribo del denominado “hijo del pueblo” ¿Dónde están las cuotas de profesores? ¿Dónde está el dinero de la deuda? ¿Exonerarán también los coahuilenses a los hermanos Moreira?
Humberto ya está en México, libre pero no absuelto por la justicia española. De cortes nacionales ni ha de preocuparse sabedor de ser un político mexicano intocable más, aunque responsable sea. Al final, podrá Beto intentar limpiar su imagen con demandas de daño moral contra quienes “mancharon su honor” como dice. Jactarse de cuatro maestrías y un doctorado que no intimidan ni legitiman a nadie. Incluso podrá acudir en su favor a exoneraciones hechas por instituciones corruptas como la PGR que no le puede o quiere comprobar delitos. Es muy probable que escriban zalameros periodistas, salerosos cronistas o textoservidores a su favor. Puede engañar inocentes fieles con falsas encuestas de favoritismo electoral. Sin embargo y a pesar de todo prevalecerá lo inocultable, la realidad indiscutible, la verdad histórica: un Estado lastimado, una sociedad perjudicada, fatigada de un apellido con un estruendo colectivo de rechazo. “La voz del pueblo es la más sonora salva” diría Calderón de la Barca. Y es que, aunque libre esté, en la suprema corte del pueblo el señor Moreira ha sido ya juzgado, la sentencia popular dictada es irrevocable… ¡Ahí sí perdió profe!