AMLO de mis amores...

Amor de mis amores, princesa, reinita, mamita, hija, gordita, negrita, chula, preciosa, cariño, corazón de mi vida, corazoncito… nuestra cultura ha tenido, por los tiempos de los tiempos, formas de nombrar a la gente, a las personas que conforman el universo de cada uno, a los “otros”, a todos aquellos que están frente a nuestros ojos. Hombres y mujeres.

Son, si algo, si por encima de algo, modismos mexicanos que expresan afecto. Sinónimo de cordialidad, de aprecio. Hacía hombres y mujeres. Recordemos el “hermano”, “compadre”.

También culturalmente están mayoritariamente dirigidos a las mujeres, y en ciertas edades a los niños.

En Tabasco estos modismos son, además, parte de la cotidianidad. Uno se extrañaría si no los escucha. Porque uno es el “corazón” de otro, es ese órgano que necesitamos para respirar. Uno dice “corazón” por decir me eres necesario, te aprecio, te necesito, te tomo en cuenta, te agradezco.

Se debería estudiar la semántica de este lenguaje.

El problema está en los prejuicios de quienes quieren participar del negocio, político y lucrativo, de un supuesto feminismo a ultranza. Que, además, está siendo utilizado por opositores al gobierno.

AMLO, con los pies en la tierra 

Tenemos, así en plural, la fortuna de tener un mandatario con los pies en la tierra, que no ha cambiado, que no se ha investido de formalidades absurdas, que no ha puesto distancia entre su ser, su auténtico ser, y su ser de poder. Su ser de mucho poder.

A mi siempre me saludó de beso el Presidente Miguel de la Madrid, como otros mandatarios. Siempre hice y recibí bromas cordiales de los mandatarios en turno. Y jamás me ofendí. Si hoy mi jefe, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, me dice “corazoncito” me sentiría profundamente halagada. Respetada. Aceptada.

Pinche vieja, gorda, vieja, fea, ignorante, florero, son palabras que los hombres usan contra las mujeres. Que encontramos en redes sociales con infinita frecuencia. Y todos los que se desgarran las vestiduras, incluyendo la reportera de este medio de comunicación, por la expresión presidencial de “corazoncito” se han quedado callados ante estas.

¿Por qué permitir que a la secretaria de Gobernación, la magistrada Olga Sánchez Cordero, se le llame florero?

Existen dos varas para juzgar.

La violencia contra una mujer es imperdonable. Pero también es imperdonable jugar a ser víctimas.

Como sociedad tenemos que analizar a fondo en qué queremos convertirnos. De qué manera queremos las mujeres convivir con los hombres. Qué queremos enseñar a nuestras hijas, a nuestras nietas. Qué entendemos por dignidad, por respeto.

El camino no transita por gritar ahí viene el lobo cuando López Obrador dice “corazoncito” … antes al contrario.