Descontento

Durante las últimas semanas, hemos sido testigos de una serie de convulsiones y estallidos sociales, que han afectado a muchas zonas de América Latina. Se trata de una serie de movilizaciones en Ecuador, Colombia, Nicaragua, Brasil, Paraguay, Perú, Chile y más recientemente Haití.

Movilizaciones que demuestran algún tipo de descontento, ya sea por el modelo económico en general, o contra alguna medida específica tomada por el gobierno de turno. Esto es muy lejos de las imágenes que nos han llegado a través de los medios de comunicación tradicionales, han estado destinadas a enfatizar en la violencia

Chile

De entre todas las manifestaciones de estallido social, las que más ha llamado la atención han sido las de Chile. Esto, porque durante mucho tiempo, décadas, se nos mostró a este país como un modelo ejemplar de tránsito de una dictadura militar a gobiernos civiles, así como se vendió un aparente éxito que tuvo con la implementación del neoliberalismo. Esto fue particularmente complicado, porque el relato consensuado pretendió imponer que el gran sacrificio por las víctimas de la represión de una dictadura cívico-militar chilena que duró 17 años (entre 1973 y 1990), sin embargo, había tenido como “recompensa” un salto económico que había permitido que dicho país creciera, generase más riqueza y, con ello, ayudase a establecer un desarrollo y menos desigualdad.

Recordemos que Chile, desde Pinochet, se convirtió en el modelo del neoliberalismo; especialmente, fue el laboratorio en donde se instauró este sistema a través de la incrustación en el Estado de los llamados “Chicago boys” (aquellos que estudiaron con uno de los padres neoliberales, Milton Friedman, en Chicago, Estados Unidos), a mediados de la década de los setenta.

La globalización

A partir del retorno de gran parte de Latinoamérica a la democracia a principios de los años noventa, después de las dictaduras cívico-militares de los setentas y ochentas, y con el fin de la Guerra Fría (que enfrentó a Estados Unidos y la ex Unión Soviética), se pretendió imponer en el mundo una forma inusual de homogenización de la vida social, mundial y local, caracterizada por la globalización en dos sentidos conjuntos: el neoliberalismo como modelo económico dominante, y la democracia liberal burguesa como único modelo de organización estatal. Aunque la globalización no es un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad (de hecho, encontramos formas de globalización con las grandes corrientes migratorias ocurridas durante el proceso de glaciación, entre 50 y 10 mil años atrás, pasando por la extensión de los grandes imperios de la antigüedad, la etapa de los descubrimientos de los siglos XV y XVI y la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX), lo cierto es que esta globalización, la económica neoliberal, tuvo por característica esencial “La ruptura del nexo fundamental Estado-nación-mercado, esto es, de la simetría entre el espacio político configurado por el Estado nacional y el espacio económico determinado por el mercado global, que ha provocado una pérdida notable de la soberanía de los Estados en la determinación de sus políticas económicas”.

Dicho proceso tuvo como correlato que el Estado más tolerable era el Estado más pequeño posible, con lo que la estructura estatal y sus funciones, especialmente el Estado de bienestar o de economía mixta comenzó a ser objeto de acciones que redujeron su participación en el ámbito de la producción y la prestación de bienes y servicios, y su capacidad reguladora. La llamada desregulación se convirtió en un programa de los actores económicos dominantes para desmontar el Estado de economía mixta; se impuso al Estado la abstención de intervenir como agente económico, y ello le llevó a transferir buena parte de sus activos al ámbito de los particulares, y al empequeñecimiento de su aparato administrativo.

De la austeridad al estallido

Lejos de los supuestos beneficios que parecía traer la globalización neoliberal, lo cierto es que la pretendida uniformidad en el modo de pensar que se pretendió con la globalización neoliberal se rompió primero con el recordado ataque a las Torres Gemelas de Estados Unidos en septiembre de 2001, y más tarde con la crisis económica mundial de 2007 y la entrada hacia la austeridad en los gobiernos. El Informe Anual 2018 de la ONG de derechos humanos Amnistía Internacional indicaba que, para el 2021, se pronostica que la austeridad golpeará a más de dos tercios de los países del mundo, afectando a más de 6,000 millones de personas y destruyendo el 7% del producto interior bruto mundial; se calcula que el coste humano se traduzca en la pérdida de empleo para millones de personas, 2,4 millones de ellas en países de bajos ingresos, con escasas perspectivas laborales alternativas.

Las formas en que reacciona el pueblo, la gente, la ciudadanía (o como usted le quiera llamar), cuando entiende ser perjudicado por el modelo neoliberal, puede llegar al estallido social. En el caso señalado de Chile, se trata de un estallido que se inicia y enfatiza durante el gobierno del derechista y neoliberal Sebastián Piñera, con serias fracturas sociales que se arrastraban desde la instauración del modelo, especialmente la desigualdad, pues, según la CEPAL, el 1% más adinerado del país se quedó con el 26,5% de la riqueza en 2017, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza neta del país. También tenemos al sistema de pensiones, muy similar a nuestras AFORES, en donde el 80% de las personas en Chile recibe pensiones que son menores al sueldo mínimo; un sistema de salud en donde el 80% de las personas se encuentran en el sistema público y un 20% en el sistema privado, pero en donde el sistema público de salud, con los continuos recortes que el Estado hace hacia ese sector, ha llevado a ausencia de hospitales y especialistas, la atención primaria de salud para prevenir enfermedades y la necesidad de reducir las listas de espera que, durante los últimos años, ha aumentado a casi dos millones de personas (de una población de cerca de 17 millones de habitantes); la privatización del agua, en donde los particulares (o privados) puedan constituir sobre las aguas públicas derechos de aprovechamiento de carácter perpetuo; también hay problemas en materia del alto costo de la educación, inexistencia del derecho a la vivienda, entre otros efectos. Este modelo neoliberal, además, se encuentra asociado al Estado subsidiario (neoliberal) establecido en el país sudamericano en su Constitución, impuesta fraudulentamente durante la dictadura de Pinochet.

Una de las salidas, como dijimos, es a través del estallido social. Pero, también puede darse, cuando el modelo económico y político lo permite, mediante salidas electorales: como ejemplo, lo ocurrido recientemente en la Argentina, con el triunfo del centroizquierdista Alberto Fernández frente al derechista y neoliberal Mauricio Macri, o la victoria en nuestro país, el año pasado, de Andrés Manuel López Obrador.

El modelo económico neoliberal parece, por lo menos en Latinoamérica, haber llevado a la población al hartazgo. Esto, nos permite recordar aquel viejo, pero acertado, dicho de que “no hay mal que dure 100 años… ni pueblo que lo aguante”.

Fuentes consultadas

Montaner, Carlos Alberto, “El modelo chileno”, México, Letras Libres, 31 de marzo de 2005, en https://www.letraslibres.com/mexico-espana/el-modelo-chileno

√ Para más detalles, Cavallo C., Ascanio, Salazar S., Manuel y Sepúlveda P., Óscar, La Historia Oculta del Régimen Militar. Chile 1973-1988, ed. mexicana, México, Diana, 1990, especialmente pp. 81-90 y 353-364.

Stolleis, Michael, “Trayectoria del Estado constitucional con la perspectiva de la globalización”, en Stolleis, Michael, Paulus, Andreas y Gutiérrez, Ignacio, El Derecho constitucional en la Globalización, México, Fontamara – Fundación Coloquio Jurídico Europeo, 2016, pp. 36-40. También Atlas de la Globalización, Buenos Aires, Le Monde Diplomatique, 2015, pp. 10-12 y 50-53.

Tajadura Tejada, Javier, “El ocaso de Wesfalia. Reflexiones en torno a la crisis del constitucionalismo en el contexto de la mundialización”, Revista de Estudios Políticos, núm. 123 (enero-marzo), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004, pp. 323-324.

Valadés, Diego, “Introducción: visión panorámica del constitucionalismo en el siglo XX”, en Valadés, Diego, Gamas Torruco, José, Julien-Laferriè, François, y Millard, Eric (eds.) (2011), Ideas e Instituciones Constitucionales en el Siglo XX, México, UNAM - Siglo XXI Editores, 2011, pp. 17-18.

√ Informe 2017/18 Amnistía Internacional. La situación de los derechos humanos en el mundo, Madrid, Amnistía Internacional, 2018, p. 17.

√ Araya Rosales, Andrés y Gallardo Altamirano, Mauricio, “El Modelo Chileno desde una ética de justicia y de igualdad de las oportunidades humanas”, POLIS, Revista Latinoamericana, núm. 40, Santiago de Chile, Centro de Investigación Sociedad y Políticas Públicas (CISPO), 2015

Paúl, Fernanda, “Protestas en Chile: 4 claves para entender la furia y el estallido social en el país sudamericano”, Londres, BBC Mundo, 23 de octubre de 2019, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50115798

√ Paúl, Fernanda, “Protestas en Chile: las 6 grandes deudas sociales por las que muchos chilenos dicen sentirse "abusados"”, Londres, BBC Mundo, 21 de octubre de 2019, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50124583

√ “Fernández gana en primera vuelta y Macri pierde la reelección a presidente en Argentina”, Londres, BBC Mundo, 28 de octubre de 2019, en https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50203907