A propósito del de moda coronavirus, y la búsqueda de por dónde podría haberse originado, ha significado una sorpresa el conocer la costumbre de los chinos de comer no sólo animales, sino también “exóticos”; es decir, aquellos que son “raros” para la gastronomía occidental en general, en donde los pollos, las vacas, los cerdos y los productos del mar son los clásicos de la comida tradicional. En cambio, vemos como las noticias señalan que los orígenes del coronavirus estarían en animales “raros”, como son las serpientes, murciélagos y otros bichos por el estilo.
Sin embargo, es necesario conocer algo de la cultura alimentaria china, relacionado con su tradición e historia, para comprender algo que nos parece tan alejado de nuestra dieta por estos lados. En la antigüedad china, se persistía en el concepto de que para el pueblo la comida es tan importante como el cielo: “el cielo”, para los chinos, hace referencia a lo Alto y Sublime, y es la esencia de la filosofía y la política tradicionales. Según el confucianismo (religión predominante en ese país), de la alimentación del pueblo dependía la estabilidad del país. La política de benevolencia del filósofo Mencio (que vivió entre los años 370 a 289 antes de Cristo) permitía que la gente se vistiera y se alimentara lo suficiente, e incluso la sociedad Datong, soñada por los confucianos, tenía como ideal que “todo el mundo tenga con qué mantenerse”.
Como se entenderá, esto llevó a la población china a intensificar la búsqueda “de lo que fuera” para mantenerse, lo que acentuó la cualidad de “exótica” de su comida.
Esto parte desde la propia preparación y presentación de la comida china, comparada con la comida occidental. En la comida occidental, primero se sirve el pan, la sopa o los aperitivos, luego los platos fuertes y, al final, el dulce. En la comida china, en cambio, lo que se sirve primero son los platos fríos, luego los platos calientes de carnes y verduras y, más tarde, cuando se termine de tomar licor, se sirve el plato principal que suele ser hecho con cereales.
Sobre esta comida “exótica” (los animales “raros” para la cultura occidental), se cuenta que es frecuente que en las mesas chinas se diga lo siguiente: “se come todo lo que vuela en el cielo menos los aviones, todo lo que se arrastra en la tierra menos los tanques, todo lo que nada en el mar menos los barcos, todo lo que tiene cuatro patas menos los asientos, y todo lo que tiene dos patas menos las personas”.
En la historia, China siempre se ha caracterizado por ser un país con mucha población, además de ser un país con tradición agrícola en donde escasean alimentos debido a la falta de tierras cultivables, los frecuentes desastres naturales y las guerras. Por lo tanto, para el pueblo, comer es el primer asunto de la vida diaria. Cuando se acababan los cereales y el ganado, las personas comían las cáscaras de los árboles y las raíces de las hierbas. Y cuándo se acababan estos, no tenían más remedio que comer animales salvajes, y utilizaban todas las partes de su cuerpo hasta las patas, las vísceras e, incluso, su sangre.
Hubo un período que acentuó esta búsqueda, ocurrido entre 1958 y 1961, durante la época de Mao Tsetung, conocido como “la gran hambruna”. Mientras China competía con la entonces Unión Soviética respecto de “quién la tenía más grande” en el campo “socialista real” (en disciplina, en tecnología, en poderío militar, etc.), y tuvo una etapa de crecimiento industrial entre 1952 y 1957 de un 15% anual, esto no tuvo un parecido en la parte agrícola: hubo un retraso en esta área, y el consecuente desabastecimiento en las ciudades. Producto de ello, la esperanza de vida, que era de 50 años en 1958, cayó por debajo de 30 en 1960, con un lamentable resultado de unos 45 millones de muertos.
La escasez de alimentos se prolongó hasta finales de la década de 1970 cuando se emprendió la política de reforma y abertura, lo que permitió a los chinos volver a alimentarse lo suficiente.
El carácter “exótico” de la comida china, en todo caso, no parece exclusivo de los chinos, sino de la cultura oriental en general. Así, por ejemplo, tenemos al Balut, plato típico de Filipinas, Vietnam y Camboya, consistente en un huevo fertilizado de pato o pollo; es necesario que este huevo haya sido incubado hasta que el feto tenga plumas y pico; entonces, los huevos son hervidos con el feto vivo. También está el Kopi luwak, considerado el café más caro del mundo, llegando a pagarse por él hasta 300 euros el kilogramo, constituyendo uno de los pilares culinarios de Indonesia, con su rico aroma y sabor dulce (acaramelado y con notas de chocolate que le convierten en un auténtico manjar), aunque debe conseguirse de las heces de un pequeño mamífero de la selva llamado civeta… También están las cabezas de cocodrilo, cuya característica parece que queda muy clara; claro que no es muy nuevo, porque este plato, que se prepara en una salsa agridulce, fue presentado en un concurso de cocina en el año 2006 y desde entonces se ha popularizado… Están las tarántulas fritas, plato muy popular de Camboya, en donde es súper común servir insectos fritos o la parrilla, y de ahí a pasar a las tarántulas había un solo paso; se condimentan con ajo y hierbas y se presentan en bandejas de madera. Los gusanos son un aperitivo tradicional en Tailandia, considerados un manjar por su alto contenido proteínico, lo que los convierte en un alimento ideal y lleno de nutrientes; los gusanos suelen prepararse fritos o al horno, pero también pueden secarse y molerse para hacer una especie de harina que muchas veces es usada para fabricar galletas. En Tailandia también, se prepara la lagartija frita, a la que también se le da propiedades medicinales. Igualmente, en China se utiliza la técnica del Yin Yang fish, parecida a la japonesa de Ikizukuri, que es el arte de cocinar animales vivos. Eso se traduce sobre todo en lo que son animales del mar.
Claro, los mexicanos no estamos muy lejos de aquello, y baste ver el siguiente listado: tacos de gusanos de maguey, gusanos que se encuentran en la planta de maguey han sido consumidos en el centro de México desde tiempos prehispánicos; jumiles en salsa; siendo los jumiles pequeños insectos comestibles de poco menos de un centímetro; los escamoles, larvas de hormiga que fueron muy consumidas por los habitantes de Mesoamérica en tiempos prehispánicos; las chicatanas, hormigas que se comen desde hace siglos en varias partes de México, especialmente en los estados de Oaxaca, Veracruz, Guerrero y Puebla; o, los chapulines con limón.