Dice Manlio Fabio Beltrones que el PRI se debe desdoblar a la izquierda y tiene razón: es una jugada inteligente, primero porque le conviene a su grupo en el corto plazo y, segundo, porque ese espacio no lo está llenando nadie y le viene bien al tricolor de largo plazo.
Ojo, Morena no monopoliza, como muchos creen, esa opción. Morena monopoliza la alternativa a una clase política, pero no una plataforma de izquierda. La izquierda es una postura ideológica que se traduce en políticas públicas de redistribución, subsidiariedad, derechos y rectoría económica del Estado como eje para combatir la desigualdad. Morena no tiene eso. El que lo tiene, pero no lo recuerda, es el PRD.
Alguien debe recordarle a ese partido de dónde viene y en qué cree, para que junte sus pedazos y salga adelante antes de que un PRI que se llame de izquierda también comience a quitarle cuadros y discurso. El PRD se hunde, eso está claro, pero esta vez no hay un gobierno autoritario que siembre con la sangre de sus militantes el camino a la democracia. Ahora se hunde por su propia ceguera y su miedo al probable éxito electoral de Morena.
Este miedo les ha hecho olvidar que son de izquierda, que su voz es importante en el país, que su lucha ha traído libertades inimaginadas en sectores vulnerables, que su ejemplo cambió los gobiernos urbanos del país. Todo eso lo olvidaron los perredistas, a quienes se les subió el poder y el dinero de la Ciudad de México sin que eso se tradujera en formación de cuadros. Se tradujo más bien en negociaciones con los adversarios previos y en clientela maiceada. Hoy lo están pagando: no tienen militancia suficiente ni capitalinos convencidos y defensores de su propuesta. Con eso y su clientela maiceada (por lo tanto desleal, mercenaria y cara) no les alcanza para ofrecer una opción electoral, pero olvidan que también pueden ofrecer una opción ideológica.
El PRD es el único partido serio de izquierda.
Los invito a que lean los principios de Morena. Son interesantes, tienen planteamientos útiles y rumbos esperanzadores, pero no son de izquierda. ¿Por qué? Porque no tienen claridad sobre el papel del Estado en la rectoría económica, la distribución de los recursos o el tipo de políticas para combatir la desigualdad. Igual que la derecha liberal, están en contra de los monopolios, igual que el PRI hablan de la patria e igual que la iglesia católica, ponen el énfasis en la rectitud individual y la honestidad.
Todo eso está bien, pero eso no los convierte en un partido de izquierda. Los principios del PRD incluyen la lucha contra oligopolios, hablan de democracia económica, movimientos urbanos, reconocimiento a la protesta social, acompañamiento de la lucha obrera. Pero olviden todo eso. En su declaración de principios, el PRD se asume de izquierda. Morena no.
¿Eso significa que Morena no vale, no sirve como opción? Claro que no. Este partido presenta una alternativa de renovación sanguínea: cambiar la sangre que corre por las venas del poder para renovar la forma de hacer política en México. A muchos les parece suficiente y deseable.
No estoy cuestionando –hoy no- la ideología de Morena. Lo que cuestiono es la ceguera del PRD y de sus actuales cuadros. Alejandra Barrales olvida que dirige la institución política de izquierda más importante del país y se presta a la idea de formar una alianza con el PAN y con candidatos descafeinados ideológicamente. Y ahí se equivocan. Cuando el PRD tuvo éxito fue cuando se presentó como opción ideológica. Alguien debe recordarle a los perredistas de dónde vienen porque la segunda fase de su destrucción no va a ser el éxodo pragmático hacia Morena sino la constatación de que los jóvenes de izquierda prefieran al PRI.