Admiro a quienes escriben discursos. No es una tarea fácil. Me tocó ayudar a escribir algunos que se convirtieron en mensajes memorables. Imaginarlos, pensar la estructura, encontrar las frases de más impacto, redondearlos, pulirlos. Un buen discurso es una obra de arte. He leído casi todos los discursos que han cambiado la historia del mundo.
El discurso de ayer de Joe Biden fue una llamada de atención, un mensaje de la mayor importancia, un instrumento de comunicación. Fuimos testigos del momento en que un presidente tuvo que dedicar todo su discurso a intentar reconstruir la democracia y la unidad de su país porque un expresidente se dedicó, todo su mandato, a dividir a la nación y a intentar destruir las instituciones.
Yo creo que eso no se lo desearían a ninguna nación, y mucho menos a sus vecinos del sur. Por eso en México debemos leer con cuidado cada frase del discurso de Biden. Resulta muy costoso dividir a una nación. ¡Nunca lo hagamos!
El discurso de ayer de Joe Biden tenía un propósito muy claro: defender la democracia y unir a la nación. Texto más simbolismo fueron preparados con mucho cuidado. Después de la incertidumbre, era el día del triunfo de la causa de la democracia y del inicio de una historia de esperanza, renovación y determinación.
Biden nos dijo bien que la democracia es preciosa, pero frágil. Hay un enemigo todavía despierto y rondando en Estados Unidos: el auge del extremismo político, la supremacía blanca, el terrorismo interno. Y para superar estos desafíos y restaurar el alma de Estados Unidos, se requiere la unidad.
¿En qué está puesta el alma de Biden? El nuevo presidente estadounidense lo declara contundentemente: “en unir a Estados Unidos, unir a nuestro pueblo, unir a nuestra nación. Y pido a todos los estadounidenses que se unan a mí en esta causa. Unirnos para luchar contra los enemigos que enfrentamos: ira, resentimiento y odio; extremismo, anarquía, violencia, enfermedad, desempleo y desesperanza. Con unidad podemos hacer grandes cosas, cosas importantes. Podemos corregir los errores, podemos poner a la gente a trabajar en buenos empleos, podemos enseñar a nuestros hijos en escuelas seguras, podemos superar el virus mortal, podemos reconstruir el trabajo, podemos reconstruir la clase media y hacer que el trabajo sea seguro, podemos asegurar la justicia racial y podemos hacer de Estados Unidos una vez más la fuerza líder para el bien en el mundo”.
Tan importante es la división que sufren los Estados Unidos, a causa de Trump, que Biden mismo tuvo que decir: “Sé que hablar de unidad puede sonar para algunos como una tonta fantasía en estos días. Sé que las fuerzas que nos dividen son profundas y reales”.
La visión de Biden es muy clara y sabe lo que requiere en este momento: “No podemos vernos como adversarios, sino como vecinos. Podemos tratarnos unos a otros con dignidad y respeto. Podemos unir fuerzas, detener los gritos y bajar la temperatura. Porque sin unidad no hay paz, sólo amargura y furia; no hay progreso, sólo una indignación agotadora; no hay nación, sólo un estado de caos. Este es nuestro momento histórico de crisis y desafío. Y la unidad es el camino a seguir”.
¿Qué tan difícil será la tarea que el presidente de Estados Unidos tuvo que pedir que, como sociedad, prácticamente empiecen desde cero? “Empecemos a escucharnos de nuevo, a oírnos, a vernos. Muestren respeto el uno por el otro. La política no tiene por qué ser un fuego furioso que destruye todo a su paso. Cada desacuerdo no tiene por qué ser motivo de guerra total y debemos rechazar la cultura en la que los hechos mismos son manipulados e incluso fabricados. Mis conciudadanos: tenemos que ser diferentes a esto. Tenemos que ser mejores que esto y creo que Estados Unidos es mucho mejor que esto”.
Biden retoma en su discurso la esencia de la democracia. Nunca habla de “nuestros adversarios”: “Eso es democracia. Eso es América. El derecho a disentir pacíficamente. Y la barrera de seguridad de nuestra democracia es quizás la mayor fortaleza de nuestra nación. Si me escuchas con claridad, el desacuerdo no debe conducir a la desunión. Y te lo prometo. Seré presidente de todos los estadounidenses. Y les prometo que lucharé por los que no me apoyaron como por los que lo hicieron”.
La lección de los últimos años en Estados Unidos, y de un presidente que era enemigo de la verdad, es que las mentiras dañan a la nación: “Las últimas semanas y meses nos han enseñado una lección dolorosa. Hay una verdad y hay mentiras. Mentiras contadas por poder y por lucro. Y cada uno de nosotros tiene un deber y una responsabilidad como ciudadanos como estadounidenses y especialmente como líderes. Líderes que se han comprometido a honrar nuestra Constitución para proteger a nuestra nación. Para defender la verdad y derrotar las mentiras”.
¡Qué preocupante que tenga que ser el mismo presidente Biden quien defina lo que es la nueva guerra incivil de su país! Facciones rivales que enfrentan a los rojos contra los azules, a los del campo contra los de la ciudad, a los conservadores contra los liberales. La desconfianza es la semilla de todo enfrentamiento.
Biden pide abrir las almas en lugar de endurecer los corazones, pide mostrar un poco de tolerancia y humildad y ponerse en los zapatos de la otra persona: “Porque esto es lo que pasa con la vida. No hay explicación de lo que te depara el destino. Algunos días necesitas una mano. Hay otros días en los que estamos llamados a echar una mano. Nos necesitaremos unos a otros. Necesitamos toda nuestra fuerza para perseverar en este oscuro invierno. Estamos entrando en lo que puede ser el período más oscuro y mortal del virus. Debemos dejar de lado la política y finalmente enfrentar esta pandemia como una nación”.
¿Y cuál fue el mensaje de Biden para el mundo? “Repararemos nuestras alianzas y nos comprometeremos con el mundo una vez más. No para hacer frente a los desafíos de ayer, sino a los desafíos de hoy y de mañana. Y guiaremos no solo con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo”.
¿Cuál es el reto de nuestro tiempo según el nuevo presidente de Estados Unidos? “Enfrentamos un ataque a nuestra democracia y a la verdad, un virus furioso, una desigualdad punzante, un racismo sistémico, un clima en crisis, el papel de Estados Unidos en el mundo. Pero el hecho es que los enfrentamos a todos a la vez, presentando a esta nación con una de las mayores responsabilidades que hemos tenido”.
Ahí están, en su discurso, las preguntas difíciles y la respuesta: “¿Vamos a dar un paso al frente? ¿Dominaremos esta hora rara y difícil? ¿Cumpliremos con nuestras obligaciones y pasaremos un mundo nuevo y mejor a nuestros hijos? Si hacemos esto, cuando nuestros días terminen, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos dirán de nosotros: dieron lo mejor de sí mismos, cumplieron con su deber, sanaron una tierra quebrantada".