“Quiero agradecer al gran presidente de México. Es un gran caballero, un amigo mío. El presidente Obrador es un hombre que realmente sabe lo que pasa; que ama a su país y también a Estados Unidos. Quiero agradecerle por su amistad y por nuestra relación de trabajo”. Esas fueron las palabras de Donald Trump, en un escenario montado junto al muro fronterizo, en Álamo, Texas, ante un grupo pequeño de agentes de la Patrulla Fronteriza.
Álamo, Texas está junto a McAllen, cerca de Pharr y Harlingen. Los lectores no deben confundirlo con el lugar de la histórica “Batalla del Álamo”; eso está junto a San Antonio. No hay entonces simbolismos que buscar. De acuerdo con la Patrulla Fronteriza, esta zona del Valle del Río Grande se ha convertido en el corredor de tráfico de personas más activo en los últimos tiempos. Pero no han podido avanzar mucho en la construcción del muro porque la tierra es propiedad privada, hay sitios históricos y reservas naturales protegidas.
Trump agradeció al presidente Andrés Manuel López Obrador por su cooperación en migración, por el programa “Esperar en México” para los solicitantes de asilo y por la presencia de 27,000 elementos de la Guardia Nacional mexicana para evitar el cruce de migrantes desde México hacia Estados Unidos.
En vísperas de un voto del Congreso sobre su segundo juicio político, Donald Trump llegó a la frontera con México ocho días antes de terminar su encargo. Al parecer, quería atestiguar el avance del “gran legado” de su gobierno para proteger la seguridad nacional y económica: 724 kilómetros de barda, entre reconstrucciones y nuevos tramos. Según Trump, este “gran paso” representa su determinación para cambiar el sistema de inmigración de Estados Unidos, al no permitir la entrada a los migrantes indocumentados.
Trump había prometido una barda de 3 mil kilómetros y que México pagaría por ella. Ni fue de 3 mil kilómetros, ni México pagó. La Agencia de Aduanas y Protección de la Frontera (CBP) ha dicho oficialmente que son 724 kilómetros los construidos. Y los más de 16 mil millones de dólares los ha puesto el Departamento de Seguridad Territorial, el Departamento de Defensa y el Departamento del Tesoro.
Joe Biden dijo, desde su campaña, que pararía esa construcción absurda y que su enfoque va a ser, más bien, el de usar la tecnología. Ni un metro más de barda y no más demandas para expropiar tierras para construir el muro, fue la promesa del presidente electo.
Con la barda de Trump se destruyeron los obstáculos montañosos naturales que ya existían. Se causó un daño ambiental terrible. Organizaciones de protección del ambiente de ambos países enviaron una carta ayer al gobierno de México a fin de que haga todo lo necesario para detener la construcción del muro https://bit.ly/35Craph.
De acuerdo con Business Insider https://bit.ly/39poEnl, la construcción del muro ha logrado el objetivo opuesto al propuesto: hizo la frontera menos segura y abrió espacios para cruces ilegales en donde antes no los había. Los contratistas, por ejemplo, derribaron barrancas y construyeron caminos en Arizona. Eso allanó los pasos para los migrantes por nuevas rutas.
El resultado final anunciado ayer en Álamo es mucho menos de lo que prometió Trump pero mucho más de lo que conviene a las dos naciones.
El periódico The Arizona Republic (miembro de la familia del USA Today) https://bit.ly/35ClKe5 hace las cuentas de lo construido y reconstruido por Trump: 46 millas en San Diego, California; 31 millas en El Centro, California; 107 millas en Yuma, Arizona; 114 millas en Tucson, Arizona; 131 millas en El Paso, Texas; 17 millas en el Valle del Río Grande, Texas. Estas son las heridas que se han convertido en la horrible cicatriz de América del Norte, cuando observamos la zona fronteriza desde Google Earth.
Sin embargo, el president Donald Trump dijo que su “gran legado” salvó vidas y ahorró mucho dinero de los estadounidenses. Advirtió que si Joe Biden revierte las políticas migratorias se pondrá en riesgo la seguridad de Estados Unidos: “Los coyotes y contrabandistas ya están listos para atacar la frontera cuando Biden entre y afloje las restricciones que yo impuse”.
Ante el pequeño grupo de agentes de la Patrulla Fronteriza, Trump dijo: “heredamos una frontera abierta, disfuncional, fracturada. Todo el mundo la penetraba a su gusto”. ¿Cómo se ahorró dinero? Según Trump: “impidiendo la entrada de drogas y de migrantes, que quitaban los empleos a los trabajadores estadounidenses, que abusaban del sistema de salud y seguridad social y que presionaban los presupuestos de las escuelas y los hospitales”.
En fin, para una mentalidad autoritaria como la de Donald Trump, una barda de nueve metros de altura es el símbolo de su “éxito”. Pero, vista desde el cielo, es la cicatriz que Trump dejó en América del Norte. Es una afrenta para México. Es un remedo de intento de construir una absurda “isla de seguridad”. Trump nunca entendió que las drogas y la gente pueden pasar por los cruces fronterizos, por arriba de los puentes.
El periódico Dallas Morning News https://bit.ly/3nGq7Lf publicó la extraordinaria declaración del presidente del Partido Demócrata en Texas, Gilberto Hinojosa: “Ya necesitamos que este hombre se vaya, junto con su estúpida barda que nadie quería, que ni la terminó y que ni México la pagó. Trump es el símbolo del racismo, del nacionalismo blanco. Viene al Valle del Río Grande, que es 98% latino, a celebrar la construcción de una barda que define todo lo que él significa. Eso es muy triste para los Estados Unidos”.
La barda de Trump se recordará como “un legado” inútil y sin beneficio para la nación. Se va a unir al club de legados inútiles de otros presidentes, como el de Teddy Roosevelt y sus cafeterías en Nueva York, las Double R Coffee House; o la afición por la paleontología de Thomas Jefferson; o las novelas de misterio de Franklin Roosevelt; o la popularidad del nombre “Fido”, por el perro de Abraham Lincoln; o los famosos “jelly beans” (gomitas) de Ronald Reagan, que hasta a una nave espacial fueron a dar.