La belleza de la democracia: la gente y la realidad

Hace algunas semanas escribí en SDPNoticias  que, ante las leyes inconstitucionales que han aprobado los legisladores de la 4T, en lugar de dedicarse a innovar y competir, los empresarios tendrían que dedicarse a contratar abogados y a litigar. Amparos, paneles y arbitrajes son el nuevo lenguaje.

Ahora, los candidatos al Gobierno de Nuevo León, en lugar de hacer campaña durante los próximos 25 días y presentarnos propuestas, tendrán que dedicarse a litigar y a defenderse de las acusaciones de la Fiscalía. Remociones de candidatos y elecciones anuladas son el nuevo lenguaje.

La crisis electoral de Nuevo León ha sido construida políticamente. Debemos dejar de intentar predecir el resultado. No nos engañemos. Es parte de la incertidumbre que deberemos enfrentar en las próximas semanas. Es como una pandemia. Cuanto más interconectado está el electorado de Nuevo León, mayor es el potencial de contagio. Cualquier incidente se verá amplificado o amortiguado por los flujos de información. Viviremos momentos de agudo estrés social con pocas respuestas racionales.

El decálogo que un político no debe olvidar

Después de trabajar diecisiete años en el gobierno federal, tres años en el gobierno de Nuevo León, dos años como diputado federal y doce años en el sector privado, he podido leer mucho, platicar con gente sabia y reflexionar sobre el gobierno.

Soy de los pocos que ha estado en posiciones de decisión en los cuatro lados de la mesa. Y de mis lecturas y vivencias he recopilado y articulado diez ideas que podrían ser orientadoras para el próximo gobernador:

1. Gobernar es cosa seria.

El objetivo del diseño, formulación e implementación de políticas públicas es crear valor público. La política y el gobierno no son un juego sucio. Para el político, cada día entraña una noble batalla. Sin duda, se requiere talento, experiencia, conocimiento, razón. También es necesaria una buena dosis de humildad, autocontrol, buen juicio, fortaleza interior, prudencia, flexibilidad y apertura a las nuevas ideas. Debes conocerte a ti mismo. También debes ser firme en torno a la razón por la que entraste a la política.

2. Gobernar es un ejercicio de responsabilidad.

Un político genuino, responsable, defiende lo que cree, lo hace de frente y alienta a otros a que luchen también por lo que juntos creemos: nuestra vida en comunidad. Yo creo en el poder transformador de la política. Hay que cambiar algunas cosas y proteger otras de cualquier cambio. Siempre he pensado que la decisión que tomas hoy te debe permitir tomar una decisión mañana. Nunca debes decir o hacer algo que va a minar tus oportunidades futuras.

3. Gobernar es controlar tus emociones.

La combinación de prudencia, coraje y audacia es indispensable. La tarea política también exige emociones y no puedes estar todo el tiempo a la defensiva. A lo largo de una carrera política se avanza y se retrocede. El fracaso no es una desgracia, te enseña lecciones de vida, duraderas, dolorosas. El éxito te puede echar a perder; hay que buscarlo, pero con ecuanimidad. Puedes controlar tu visión, tu valentía, tu voluntad, tu determinación y tu sentido del humor. Pero no podrás controlar las fuerzas que se desatan a tu alrededor cuando decides entrar a la arena política. Estarás siempre asediado por adversarios.

4. Gobernar es dejar la inocencia a un lado.

Para bien o para mal, la buena o mala fortuna es la que determina las carreras políticas. El destino se puede volver contra ti. Nunca seas soberbio, mucho menos cuando inicias un nuevo encargo, porque la novatez, la ignorancia y la arrogancia se combinarán en una crisis explosiva. No puedes controlar tu propio destino. Cuando decides entrar a la vida política debes dejar a un lado tu inocencia. Tienes que estar dispuesto a pagar el costo sin saber cuál va a ser el total de la factura.

5. Gobernar es estar del lado de la gente.

Tu puesto se lo debes a la gente. Tienes que asumir las causas de la gente como tu propia causa. Saber que representas los sueños de la gente te cambia para siempre. La gente debe creer en ti, su lealtad se gana día a día. La confianza se gana cuando eres verdaderamente quien dices ser. La gente confía si cree que tus convicciones son sinceras, si les prometes que vas a hacer algo y lo haces. No hay que ser popular para tener éxito. Pero sí requieres el respeto de la gente. La gente quiere a un político íntegro, que entiende y se esfuerza por ellos, que tiene visión de largo plazo y que sabe ejecutar las políticas hoy.

6. Gobernar es saber contar historias.

Tienes el poder si sabes articular historias, relatos, narrativas. Nunca dejes que tus adversarios te definan porque lo harán con el ánimo de destruirte. Tienes que mantener el control de tu propia historia; nadie la conoce mejor que tú. La narrativa que debes contar es la de la comunidad y el estado que quieres construir. Tu historia debe vincular tu destino, tu vida, tu causa a la de la gente. Requieres un discurso convincente que integre tus propuestas y tu historia personal, reforzar los lazos comunes, enfrentarnos juntos a las fuerzas de la desigualdad, la envidia, la división y el odio, fortalecer el tejido social. Siempre es una historia de destino común.

7. Gobernar es resolver dilemas.

El antagonismo, la contradicción, los dilemas son la esencia de la política. Todos los días te enfrentarás a dilemas qué resolver. Tienes que luchar y defenderte si quieres sobrevivir. No debes tomar los ataques como algo personal. Defiende tu honor e integridad, tu posición y tu derecho a ser escuchado, tu reputación y tu prestigio. Hay que dar todo en la batalla, pero con golpes limpios, con inteligencia, con audacia. Hay que ganar el respeto de la gente, no el miedo. Hacer política no es pelear sucio. No eres ingenuo pero tampoco cínico. Se debe mantener la fe en el buen juicio de las personas. Los votantes sí saben lo que quieren, son más inteligentes de lo que crees. Esa es la belleza de la democracia: la gente y la realidad ponen a los políticos en su lugar.

8. Gobernar es convertirte en guardián de la democracia.

La política te exige que trabajes para todos. Un buen político es responsable por sus acciones ante la gente que lo eligió. Tenemos que defender la democracia no porque sea el menos malo de los sistemas políticos, como decía Churchill, sino porque sólo la democracia nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos para lograr hacer realidad las causas de la gente. Cuando un político es guardián de la democracia establece una relación de confianza con las personas y defiende las instituciones, las tradiciones y las reglas de la convivencia. Las instituciones son siempre tu respaldo y te hacen mejor de lo que eres solo.

9. Gobernar es dejar las ocurrencias y la improvisación a un lado.

Los adversarios en política son oponentes, no enemigos. La política no es la guerra. Se requiere una cultura de respeto a tu antagonista, a tu adversario. Debes ser leal a ti mismo, a la gente, a tu nación. Y México está por encima de todo lo demás. La política es algo muy serio. No es para improvisados ni para aficionados. La política no es el mundo del espectáculo o de las celebridades, mucho menos de los charlatanes. La política es el mundo de la responsabilidad. Max Weber dijo que sólo aquéllos que viven para la política pueden entenderla como una llamada. Los que viven de la política no sirven para ello.

10. Gobernar es aprender a aprender cada día.

Nunca te dejes llevar únicamente por el razonamiento por analogía. En la política no hay estándares ni técnicas únicas que puedan enseñarse. No es una carrera estable. Hay triunfos y derrotas; subidas y bajadas. No es una ciencia sino un arte, que depende de la capacidad de persuasión, de los contactos, de las narrativas que conectan con la gente, de la perseverancia. Es una experiencia de vida. Pero, por eso mismo, la vida política puede terminar en cualquier momento. Debes saber construir, con honestidad, una vida para después de tu experiencia en el gobierno.