En el antiguo régimen oligárquico salinista (1982-2018), la deuda pública del Edo mexicano (de todos los mexicanos) fue aumentando cada vez más y más, hasta que prácticamente se duplicó -en términos absolutos respecto al PIB- durante el corrupto sexenio peñista (desde luego que esa deuda fue creciendo en cantidades estratosféricas durante los anteriores fracasados gobiernos foxista y desastroso calderonista); es decir, que se ha pagado desde entonces -año con año- únicamente el servicio de la deuda externa y del sector público y financiero   lo cual es sumamente lacerante.

Sin embargo, a la "élite" oligárquica que formó Carlos Salinas de Gortari hace 3 décadas, las cosas les marcharon muy bien en éste -contrastante para casi todos los demás ciudadanos- trágico periodo, ya que la tasa de rentabilidad −para el flujo del capital especulativo de esa élite- en la compra de CETES y otros bonos gubernamentales vía la BMV, se mantuvo bastante alta (y si en algún momento llegaba a bajar esa rentabilidad eso no importaba: ya que la élite oligárquica lo trasladaba a otro país que ofreciera mejores rendimientos), además esa misma "élite" que no pagó impuestos durante más de 30 años, tampoco pagó por las ganancias de capital que obtuvieron en ese proceso especulativo, ni por las transferencias bursátiles de compra−venta que aún realizan ahí mismo.

Lo primero se explica en gran parte, porque sus corporativos empresariales -de los cuales obviamente ellos son los accionistas mayoritarios- estuvieron bajo un régimen especial tributario (privilegio fiscal), por el cual, pudieron disminuir y diferir el pago de sus impuestos como gran holding, es decir, consolidaron resultados integrados (ganancias−pérdidas) de sus empresas subsidiarias para pagar cantidades mucho más bajas de las que deberían haber pagado por ello y además pospusieron el pago de ese adeudo por años; es así, que en concreto −pese a la tasa del ISR− pagaron cantidades sumamente bajas proporcionalmente hablando de lo que deberían haber pagado en cualquier otra nación desarrollada del mundo, sin olvidar las millonarias condonaciones fiscales y las oprobiosas devoluciones de impuestos.

También, parte importante de la élite oligárquica salinista, tuvo (y aún cuenta) con fuertes inversiones en la industria minera, y ante ello como personas morales ante el fisco, pagaron durante lustros una irrisoria tasa impositiva por las actividades extractivas (en Canadá pagarían el 17%, aquí pagaron menos del 2% sobre sus cuantiosas ganancias), aparte, la élite y sus empresas mineras (concesionadas por los sucesivos gobiernos tecnócratas-neoliberales): contaminaron por años los ecosistemas naturales, no respetaron las comunidades y territorios indígenas y no procuraron ningún derecho laboral.

De igual forma, sus bancos privados los cuales en especial uno, adquirió -sin el correspondiente pago de impuestos del dueño que lo vendió- un conglomerado financiero extranjero durante el gobierno del gris tecnócrata E. Zedillo (después de su costosísimo rescate que aún seguimos pagando todos mes con mes), obtuvo la preeminencia -como toda la banca en su mayoría extranjerizada (ya que no existió en la realidad un órgano regulador fuerte y autónomo del poder económico con comisionados verdaderamente independientes y con convicciones)- de imponer altas tasas de interés al crédito y consumo así como costosas comisiones bancarias a pagar por sus servicios.

Ante ello, esos oligopolios privados surgidos de esas "graciosas" concesiones salinistas, impusieron sus altas tarifas monopolizadoras ya que no existió competencia ni innovación tecnológica (por la mencionada captura del regulador por esos poderosos intereses privados), por lo cual por décadas absorbieron el escaso poder de compra de los consumidores, no obstante, en estricto sentido a la élite oligárquica (el gobierno y el mercado sólo para unos cuantos), no le importó esa alta concentración del ingreso en muy pocas manos (sus manos), ya que -para ellos- el escasísimo goteo "funcionó" muy bien, ellos, según su lógica dogmática, no quisieron que se agitara la inflación, así, los bajísimos salarios que les pagaron a los trabajadores se estancaron e incluso retrocedieron en términos reales año con año (y con el beneplácito de la conasami), dando como oprobioso resultado que a esos mismos trabajadores -sin un verdadero poder de negociación sindical- no les alcanzará siquiera para comprar la canasta alimentaria más básica (además con la reforma laboral aprobada en el sangriento calderonato los patrones podían despedirlos cuando se les antojara).

Así, a la élite oligárquica salinista, tampoco le importó que no hubiera durante décadas una educación, ni salud pública amplias ni de calidad, ni tampoco viviendas dignas: ya que sus escuelas, hospitales y condominios privados, eran para la gente que los pudiera pagar, por lo cual, qué importaba -para ellos- la extrema desigualdad, la inequidad social y económica, la violencia e inseguridad.

En retrospectiva crítica y asertiva, la "lógica" retorcida de Salinas (el resultado dañino de su proyecto neoliberal) y de los tecnócratas que lo acompañaron y que catapultó a esa "élite", también se puede resumir así: Te haré un gigantesco monopolio privado, te haré aparecer en la lista de multi-millonarios de la revista de Forbes, tú y la reducidísima élite oligárquica que forme, concentraran más de la mitad del ingreso nacional, pero en sentido contrario tus inversiones de capital productivo (en áreas y actividades productivas de la economía interna) serán sumamente bajas proporcionalmente a tus cuantiosas ganancias en el mercado de valores; además te haré leyes a tu medida para que sigas haciendo jugosos negocios al amparo del poder público y al final todo esto me lo deberás a mí y a mi reducido grupo tecnócrata en el poder. Por lo cual, apoyarás por todos los medios posibles que ese régimen de corrupción, impunidad y privilegios para unos cuantos se mantenga sin ningún cambio, para que de igual forma te sirvas de él a tus anchas.

Continuará...