Comprensión y entendimiento político

Las vallas en la Ciudad de México ante la llegada del 8 de marzo son símbolos políticos inequívocos de una insuficiente comunicación, comprensión mutua y entendimiento político, de una distancia lamentable, en donde ambos lados, el oficial y el social, tienen la misma responsabilidad: el que no escucha con suficiente agudeza y quien no habla y se mueve en la forma apropiada para ser escuchado y considerado en sus legítimos intereses. 

No basta la abundancia de mujeres en el gobierno federal, en las cámaras legislativas, y aunque mucho menos, en el poder judicial, el partido en el gobierno, no basta, pero la infiltración de provocadores y mujeres que vandalizan el derecho al disenso y a la protesta, denigra una lucha legítima que difícilmente podría y debía encontrar mejor interlocutor que el gobierno y el Presidente actual por su orientación ideológica y política manifiesta, aunque en lo personal el Presidente no es precisamente radical en sus posturas culturales de los temas acuciantes de género en la sociedad contemporánea, pero si tiene una extraordinaria sensibilidad política que puede orillarlo a acceder y conceder a las lideresas féminas, como lo hace incluso con adversarios políticos de décadas.

Liderazgos feministas 

La responsabilidad de estas últimas (lideresas féminas) es posicionar su discurso reivindicativo y posicionarse como interlocutoras de una causa que demuestre tener el liderazgo apropiado para encabezar las luchas en distintos frentes: el de las avenidas públicas, las cámaras legislativas, el poder judicial, las academias, las redes sociales, los medios de comunicación y el Palacio Nacional. 

Y esto no ha sido ni siquiera prefigurado, menos lo han demostrado. Se han quedado en la avenida pública, principalmente, y en las redes sociales. Nuevamente, no basta. El tema de fondo es el sistema social y la propia cultura occidental, incluyendo la parte religiosa: superarlos demanda una revolución de conciencias y concepciones, de ideas y conceptos, de comportamientos. Por ello se requiere un liderazgo intelectualizado, de significados, menos hostil y más constructivo, dialogante.

Lo peor es que se han colado por todos lados, toda suerte de hipócritas, simuladores y simuladoras que jamás habían alzado con fuerza, congruencia y movimiento (o lo hicieron en forma marginal) su voz sobre los temas genéricamente denominados como “feministas”. Hoy, toda clase de francotiradores, leguleyos, y “dobles caras” pretenden ponerse al frente de algo que ha sido y les es totalmente ajeno.

Con todo respeto considero que es indispensable en los liderazgos feministas una mayor percepción socio-política, un mayor realismo político e ilustración histórica sobre el feminismo constructivo y libertador, que tiene exponentes descollantes. 

Cito solo algunas de ellas:

Empiezo con la más brillante y lúcida de todas: la francesa Simone de Beauvoir (aunque hay autores que no la definen como tal, sino como existencialista, humanista o constructivista-. Su libro sobre “El segundo sexo” (1949) revolucionó las conceptualizaciones y afirmó que: 

“Solo una verdadera revolución en las condiciones sociales podría dar a las mujeres su libertad”, porque este mundo “siempre ha pertenecido a los hombres”. El origen socio-económico y cultural reclama la desaparición de las determinantes del mismo origen. Abunda en ello: “Aunque la mujer como tema de reflexión atraviesa el pensamiento occidental, nunca se ha pensado en ella por sí misma, como un elemento que podría constituir el núcleo más profundo de la dominación y el poder en la historia de la humanidad. Más duro, más profundo que la dominación política, cultural y social. Un lazo metahistórico que encarna el poder total de la sociedad masculina sobre el género femenino”

Simone de Beauvoir

Conceptualizaciones que han merecido incluso la condena de El Vaticano. Un Premio Nobel como Albert Camus vio en ese libro, “un ataque detestable al hombre francés”. Hablamos de destacados personajes de la sociedad occidental avanzada. Vean el tamaño de las resistencias.

Luego Simone enfatiza: 

“La mujer es un producto de la sociedad masculina patriarcal; está hecha para cumplir con las funciones que esta sociedad le asigna; todo el enfoque tradicional consiste en presentar una idea fijista “naturalista”, basada en lo innato, para definir biológicamente a la mujer y su supuesta debilidad”.

Simone de Beauvoir

Para la autora el “naturalismo y el inmovilismo” no son más que “ideologías de dominación de la mujer”. En cambio, aunque no hay una “naturaleza propiamente femenina, sí que hay una realidad masculina construida sobre la dominación de los sexos”, “hombre y la mujer son de la misma especie. Emanciparse significa superar la separación de “géneros” en una sociedad de iguales donde “hombres y mujeres afirman inequívocamente su fraternidad”. Lectura obligada para las feministas.

Lola Venegas

Lola Venegas y coautoras en “La Guerra más larga de la historia, 4000 años de violencia contra las mujeres”, compendia de manera cronológica todas las formas de violencia que se han ejercido sobre las mujeres así como la lucha que se ha implementado para afrontar dicha violencia, que aunque no ha modificado desde la raíz estructural las condicionantes sociales para una liberación total en concordia con los hombres, como plantea de S. de Beauvoir, sí se han logrado avances que han permitido mejorar la vida de millones de mujeres. Una retrospectiva histórica.

Angela Davis

Angela Davis defensora y líder de la lucha por los derechos civiles en EUA, militante de la organización “Panteras Negras” que desafiaron el establishment en “la República Imperial” (como la llamó Raymon Aron), afirmaba categóricamente: 

“El mundo lo que necesita es un feminismo que desafíe el racismo y el capitalismo global”

Angela Davis

Desde su perspectiva el feminismo era una lucha contra el racismo, pero también, contra la expansión de las condiciones materiales, socio-económicas y culturales que permitían lo que de Beauvoir llama la sociedad masculina que somete a la mujer, representada por el globalismo imperial.

De visita en Chile en una fundación académica afirmó: “El feminismo no se centra estrictamente en el género, sino que reconoce interconexiones, interrelaciones e interseccionalidades en nuestras investigaciones y organizaciones para un futuro emancipatorio (…) Proclama de la vida de las y los negros importantes, las y los mapuche importantes, las y los trabajadores importantes”. 

Nunca orienta el discurso ni la lucha en contra de los hombres. Una verdadera perspectiva revolucionaria, como decía la francesa ilustre que hemos citado. “Las demandas feministas son finalmente también las demandas sociales”, no pueden ni deben escindirse. 

Algunos comentaristas en los medios chilenos llamaron su visión la del “feminismo total”, una “feminista sin feminismo tradicional”, dicen otros analistas de la profesora de filosofía. Ella responde “es un feminismo integrador” que incluye también la causa de las mujeres inmigrantes.

Gerda Lerner

Gerda Lerner (historiadora y escritora austriaca nacionalizada americana, es fundadora de la rama “Historia de las Mujeres” como área de conocimiento específico) en su obra “La Creación del Patriarcado” afirma: 

“La sociedad de clases comenzó con la dominación masculina de las mujeres y evolucionó a la dominación de algunos hombres sobre los demás hombres y todas las mujeres (…) y marginó a éstas de la formación del sistema de símbolos, es decir, de la capacidad humana para utilizar todo lo que el mundo le ofrece para sentirlo como una representación de algo suyo (…) institucionalizado solo con el desarrollo del monoteísmo, el cual basado en la voluntad divina, creó al hombre y a la mujer de manera diferente, convirtiendo al hombre en el único mediador entre Dios y los humanos, la Biblia ( …) da sentido a la vida humana al ponerla dentro de un contexto histórico, el cual se define como el cumplimiento de los designios y la voluntad divina, el acceso de las mujeres a las intenciones de la voluntad divina y al plan de la historia solo es posible gracias a la mediación de los hombres”.

Gerda Lerner

Esta filosofía de la divinidad y de la historia que parte de la Biblia es un componente poderoso de la opresión femenina como parte de una opresión de clases. Brillante, profunda e histórica reflexión.

Sin duda alguna, son los procesos históricos de dominación interhumana, el desarrollo del patriarcado en la civilización accidental, y su expansión en la sociedad de clases y expansión del capitalismo altamente desarrollado como su máxima expresión, en donde es necesario ubicar las distintas formas de violencia de género, desde las más simbólicas hasta las de tipo penal, y la lucha de las mujeres por avanzar en una perspectiva libertadora dentro de la sociedad y de sus múltiples interconexiones y segmentos, nunca en contra más que de quienes se opongan. En ese trayecto histórico que es parte de la lucha política, se requieren fuerzas, aliados, interlocutores, liderazgos, concepciones teóricas e históricas, instituciones, relaciones inter-género y extra-género, muy diversas cuestiones. Es toda una construcción histórica que las feministas mexicanas auténticas no deben olvidar.

Esa lucha debe incluir como decía otra inteligente feminista integral como Marcela Lagarde la “feminización de la pobreza, la marginación social” en el mismo plano que los “feminicidios”, en cuando banderas de reivindicación social y de género.