Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Llevamos ya dos vísperas de Año Nuevo celebradas con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y desde el primero hasta el día de hoy (no importa cuando se lea) seguimos en la espera de que se cumplan las promesas que realiza el Presidente, sin que este se dé cuenta que se le están acumulando.
Las amplias expectativas que provoca su altura de miras, han puesto en jaque a no más de uno de sus colaboradores, inclusive se han llegado a provocar por este fenómeno recurrente en la 4T, cambios inesperados en el gabinete y demás entidades.
No está de más recordar el fatídico episodio en la titularidad de Germán Martínez frente al IMSS, donde a causa del desabasto de medicinas se recurrió como medida urgente de mejora la encomienda del Instituto al chiapaneco Zoé Robledo.
El 2020 le dio al primer gobierno de MORENA un revés en aquello que irónicamente se creyó que iba a marcar una tendencia positiva con el cambio que aseguraron era necesario: los servicios de salud universales.
De nuevo el tema es ese. En el año anterior fue una coyuntura de la que no salieron bien librados y de la que además, al parecer, no aprendieron absolutamente nada.
La llegada del INSABI para suplir al muy bien posicionado Seguro Popular -que comenzó algún mentecato de alguna pasada administración- está poniendo en jaque la credibilidad de un gobierno que se ve rebasado en la implementación de buenas intenciones con una nula planeación o estrategia.
Ante la falta de voceros con credibilidad y el exceso de paleros expertos en todo pero especialistas en nada, los mensajes que la 4T busca posicionar en su beneficio, como dice el dicho popular "le salen por la culata".
Una posible soberbia por la bien lograda estrategia de posicionar prioridades en la agenda pública, podría ser la generadora de que el presidente sea el responsable de salir, casi siempre, a recular y a aceptar que se cometieron errores.
Si bien la implementación de una política pública pocas permite la prueba y el error, la curva de aprendizaje generalmente es cruel pero permite ajustar errores de diagnóstico o fallas en la dimensión de las capacidades humanas, administrativas o financieras. Sin embargo, en el tema de la salud pública, donde los usuarios pocas veces tienen otra opción para la satisfacción de esa necesidad, esas fallas nos están costando vidas y generan daños permanentes en quienes no reciben atención oportuna ante la negligencia de las autoridades.