Mientras un rebrote epidémico amenaza a Europa, y ciudades como Madrid o París recrean la pesadilla del confinamiento, México se acerca inexorablemente al millón de contagiados de covid-19. Hemos rebasado los 80 mil muertos, y el subsecretario Hugo López-Gatell continúa en la mira de la oposición, de los gobernadores y de toda la opinión pública.
Hace unos días López-Gatell se llevó un varapalo de parte de la senadora panista Lilly Téllez, quien le llamó “virrey de las camas vacías”. En palabras de sus críticos, el subsecretario es el cul-pa-ble de la tragedia nacional. La escena en el Senado protagonizada por Téllez no fue digna de la Cámara Alta de nuestro país, y más se asemejó a los insultos y vituperios de personajes como Gerardo Fernández Noroña en la Cámara de Diputados.
En este contexto, ante la crisis que asola nuestro país, debe ser el secretario de Salud quien represente al ejecutivo federal en el ramo. Es decir, el funcionario que ostenta la titularidad de la Secretaría de Salud debe ser quien rinda cuentas sobre las acciones del gobierno en materia de salud.
La elección de López-Gatell como responsable de la estrategia de la pandemia no era óbice para que el secretario Alcocer no fungiese de acuerdo a las responsabilidades de su cargo. Si bien el subsecretario llevaría técnicamente la conducción de las acciones contra la pandemia, es el titular de la secretaría quien debería representar el ejecutivo federal ante los otros poderes de la unión y la opinión pública.
Ante la peor crisis sanitaria en la historia de México, el mismísimo secretario de Salud se ha salvado del vituperio político y mediático y que fuese tildado como responsable de los 80,000 muertos. Hasta ahora, todo se le ha colgado a un funcionario cuyas competencias se ciñen al reglamento interno de la secretaría, y quien no es —insisto— el titular de la dependencia.
En suma, como he expresado en otros momentos en el espacio de SDP Noticias, si bien López-Gatell ha cometido errores en la conducción de la pandemia, el linchamiento público del que ha sido objeto ha sido desproporcionado.
El secretario Alcocer gozó de la confianza del presidente López Obrador cuando este último le entregó la responsabilidad de la cartera de salud del país. Y por razones que hoy se desconocen, el rostro del secretario ha sido ocultado de los reflectores. ¡Es él quien debe rendir cuentas ante el Senado y la opinión pública! Un protegido secretario Alcocer parece haber esquivado el linchamiento político... por ahora.