Con miras a los comicios federales del próximo 6 de junio, el Partido Acción Nacional dio a conocer ayer a algunos de sus candidatos. Margarita Zavala, quien algún día apostató del PAN y optó por dividir el votos de las derechas, irá tras el Distrito 10 de la delegación Miguel Hidalgo como candidata de mayoría relativa. Otros panistas de pura cepa como Santiago Creel Miranda, Roberto Gil Zuarth y Francisco Ramírez Acuña buscarán igualmente un escaño en San Lázaro para la LXV Legislatura.
¿Qué ha ocurrido con Acción Nacional? En aquel partido que algún día abanderó las virtudes de cambio ante la corrupción del régimen del partido oficial. En este tenor el PAN es el único partido político capaz de plantar cara a cara a Morena en las próximas elecciones parlamentarias.
Ciertamente, según ha trascendido, se coligará con el PRI y el PRD en aquellas circunscripciones que apuntan irremediablemente hacia un triunfo de Morena y de sus aliados. Sin embargo, como segunda fuerza política en la presente legislatura, Acción Nacional podría encabezar un buen número de candidaturas, lo que podría conducirle -con un gran golpe de suerte y muchos panistas que acudan a las urnas- a acercarse peligrosamente a Morena, con la misión de arrebatarle el control de la Cámara baja.
Las candidaturas de viejos panistas indica una ausencia de liderazgo al interior del partido. En este contexto, es bien conocido el fracasado intento de Zavala de oficializar su propia opción política, y Creel, por su parte, aquel candidato llamado burlonamente “Totalmente palacio” por su rival priista Jesús Silva-Herzog en las elecciones a la jefatura del Distrito Federal del año 2000, dista de ofrecer al partido –y a la opisición en general- un liderazgo que sea capaz de articular esfuerzos para detener los magnos proyectos legislativos del presidente López Obrador y de su partido.
El actual jefe de la bancada panista, el guanajuatense Juan Carlos Romero Hicks, hombre probo, competente y honesto a lo largo de su carrera académica y política, ha hecho un papel digno en San Lázaro. Sin embargo, parece carecer del empuje político y mediático necesario para plantar cara a Morena y a sus ideas basadas en el desmantelamiento de los organismos autónomos y en la centralización del poder en manos del presidente.
Romero, como líder del PAN, atestiguó la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación: institución que el propio legislador panista contribuyó a forjar y a renovar como presidente de la Comisión de Educación en el Senado de la República.
En suma, el PAN sufre de una ausencia de liderazgos. Por lo anterior – y como he opinado en este espacio de SDP Noticias- Ricardo Anaya, no obstante las luchas fratricidas al interior del partido y los errores cometidos en la campaña de 2018, podría resurgir como un candidato viable para 2024.
El queretano ha sido capaz, hasta la fecha, de sortear airosamente escándalos de corrupción, y ahora está dedicado a recorrer al país, con la idea de emular la estrategia exitosa del presidente López Obrador (nomás que éste lo hizo a lo largo de más de dos décadas)
Ciertamente, las candidaturas a diputaciones plurinominales palidecen frente a “la carrera por la grande”.
Sin embargo, bien convendría al PAN iniciar una efectiva depuración de sus cuadros. De lo contrario, escasos serán sus logros electorales en 2021 y 2024.