Ayer el diario Reforma publicó en su primera plana que el 80% de las compras públicas realizadas por el gobierno federal en 2020 fueron realizadas mediante adjudicaciones directas, dejando apenas el 11.2% de las mismas a licitaciones abiertas. Estos datos -y de años anteriores- han sido respaldados por organizaciones de la sociedad civil como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
Esta noticia estuvo acompañada de otra nota por la cual se anunció que la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU) había otorgado un contrato por 89 millones de pesos para la remodelación del estadio de béisbol Guacamayas de Palenque, el cual que es presidido -según trascendió- por Pio López Obrador, hermano del presidente de México.
Echando a un lado por el momento las futuras controversias y potenciales conflictos de interés derivados de la participación de Pío López Obrador en la dirección del estadio- pues no es asunto de este texto- la decisión del gobierno de invertir recursos públicos en la renovación de un campo de béisbol resulta a todas luces desafortunado y fuera de la penosa realidad que vive el país.
Por un lado, la pandemia exige todos los esfuerzos financieros del Estado mexicano para la compra de vacunas, la habilitación de centros de salud y los apoyos a los medianos negocios que se encuentran al borde de la quiebra definitiva. Ayer mismo grupos de restauranteros informaron que reiniciarían operaciones a pesar de las restricciones del semáforo rojo, en el contexto de una enérgica protesta contra la decisión de las autoridades de prohibirles abrir, al tiempo que no se realizan acciones para limitar el comercio informal, el cual no cuenta con los menores protocolos de sanidad exigidos.
Por el otro, la rehabilitación de un estadio de béisbol responde, una vez más, a la obcecación del presidente López Obrador, de privilegiar proyectos que encajen en su personalísima visión de prioridades. El presidente, en este contexto, ha dejado muy claro su afición por ese deporte, y ha permitido que su gusto por él permee sobre decisiones de política pública que poco abonan al desarrollo del país, y sobre todo, en tiempos de una emergencia sanitaria sin precedente.
Como se ha expresado en numerosas ocasiones, el béisbol no es un deporte popular en México a nivel nacional, sino que se limita a algunos estados de la costa del Golfo y del Caribe.
¡Ah! ¡Pero es el deporte favorito del presidente López Obrador!
¿En qué país del mundo se opta por privilegiar la modernización de un estadio de béisbol en detrimento de la construcción de hospitales, compra de vacunas y apoyos económicos a los principales damnificados por la pandemia? En el México de López Obrador.