Ricardo Anaya y la ruta por el 2024

Ricardo Anaya Cortés, como es bien sabido, ha vuelto plenamente a la vida pública del país. El ex candidato a la presidencia de México por la coalición PRD-PAN-MC en 2018, semanalmente graba una serie de vídeos en los cuales expone sus principales ideas para solucionar los grandes problemas que aquejan al país: la pandemia, la crisis económica, el tema medioambiental, entre otros.

En este tenor, merece la pena reconocer que Anaya cuenta con un número de atributos que le harían un buen presidente del país. Se trata de un hombre educado. El lector seguramente recordará aquel célebre “insulting and unacceptable”. Ello, en adición a un par de conferencias que el candidato ofreció en alguna universidad estadounidense, dejó ver que el panista habla el inglés con fluidez, y sobre todo, que es versado en literatura económica y sobre combate contra la pobreza.

Alguna vez Anaya también concedió una entrevista a un profesor canadiense de una universidad sita en la ciudad de Montréal. Ricardo se expresó en un buen francés -quizá leído- pero en todo caso, con buena pronunciación. Esto sugiere que el “joven maravilla” es hábil con las lenguas extranjeras, lo que seduce a un buen número de votantes, pues deviene un tema de corte aspiracional.

Es por lo anterior que escucharle no tiene desperdicio, más allá de cualquier afinidad partidista, pues Anaya sí que sabe de lo que habla, conoce bien el mundo, y pareciera que podría desempeñar un buen papel como presidente de México.

Sin embargo, adolece de la carencia de otros atributos. Si bien -como he señalado- sus vídeos suelen estar cargados de información pertinente, algunas grabaciones pintorescas como aquella en las que aparece en Puebla con dos personas llamadas César y Lupita, o aquella en la que acompaña a una chica llamada Yari, a las 5 de la mañana, desde Iztapaluca hasta su centro de trabajo, traslucen la verdadera debilidad de Ricardo Anaya: su dificultad para comunicar con la mayoría de la población mexicana; justamente, un carisma que le es natural a personajes como Andrés Manuel López Obrador.

Anaya lo sabe, y por ello trabaja para presentarse como un futuro presidente capaz de comprender las complicaciones de la vida diaria de millones de mexicanos. Algunos críticos pensarán que se trata de un montaje teatral, mientras que otros le defenderán con el argumento de que el panista sí forma parte del “pueblo”, entendido este concepto a la luz de la interpretación clasista de López Obrador.

En suma, si Anaya resulta el único personaje capaz de ganar voluntades hacia la oposición de Morena en las próximas elecciones federales, seguramente arengará a los votantes que repudian abiertamente el gobierno de López Obrador y de sus huestes en el Congreso. 

¿Le será suficiente para alcanzar la presidencia de México en 2024? 

Al tiempo.