Plan de rescate americano

El Congreso estadounidense aprobó ayer un plan de rescate -American Rescue Plan- dirigido a apoyar a las familias que sufren los estragos provocados por la pandemia y por la contracción económica. El paquete de estímulos ascenderá a 1.9 trillones de dólares. En nuestro lenguaje esta monto significa 1,900,000,000,000 de dólares, es decir, un billón novecientos millones.

Esta acción promovida por el presidente Joe Biden – y apoyada en el Congreso sin el respaldo de los legisladores republicanos- representa el más importante estímulo ofrecido por el gobierno estadounidense desde el New Deal de Franklin D. Roosevelt, mismo superando el paquete de apoyo presentado durante los últimos meses del gobierno de George W. Bush, y luego, continuado por Barack Obama, a raíz de la crisis global de 2008.

El plan contempla apoyos directos a las familias cuyas percepciones asciendan a 75 mil dólares o menos, e incluye apoyos al desempleo y subsidios federales para infraestructura, escuelas públicas y para la compra, distribución y adquisición de vacunas a lo largo del país. De acuerdo a estimaciones realizadas por la Universidad de Columbia, la iniciativa podría significar la reducción de la pobreza en un tercio. ¡Un tercio! ¡Los estadounidenses sí que pueden hacerlo! Es, por tanto, un ambicioso programa de estímulos que sienta hoy un nuevo precedente en torno a la obligación del Estado de intervenir en la economía y como agente regulador de los mercados.

Algunos aseverarán que es lo mismo que hace el presidente López Obrador con sus programas sociales. Se equivocan. Biden actúa en línea con la más pura ortodoxia del ala liberal de su partido, y lo hace – especulamos- sin fines electorales. Las elecciones intermedias están a dos años de distancia, y el propio presidente estadounidense no prevé buscar la candidatura de su partido para las elecciones de 2024.

En contraste, el populismo de López Obrador y de otros líderes latinoamericanos contemplan las ayudas públicas como un mero instrumento electoral dirigido a ganar voluntades. Estas políticas “populistas”no reducen la pobreza, y únicamente generan clientelas que perciben los subsidios como dádivas generosas del gobierno.

A diferencia de Biden, cuya iniciativa responde a una situación de corte conyuntural, AMLO persigue objetivos surgidos de la más enraizada ideología de la “izquierda” latinoamericana. En otras palabras, el presidente mexicano persiste en las mismas políticas, sea en un contexto dramático como el actual o en un momento de relativa normalidad económica.

AMLO y la política económica

En el contexto de la pandemia, AMLO se ha negado a reformular su política económica, no ha apoyado a los negocios, y por el contrario, se enzarza inútilmente en polémicas de corte de género. Para nuestro infortunio, México se ubica en los últimos peldaños a nivel global en términos de apoyos económicos ofrecidos por el Estado.

Para ganancia política de AMLO – sin merecerlo- México podría beneficiarse del American Rescue Plan, pues se prevé un crecimiento global del PIB en un punto porcentual. Sin embargo, mientras líderes mundiales promueven políticas públicas dirigidas a paliar los daños de la crisis económica, nuestro presidente persiste en la continuación de una autoproclamada cuarta transformación que naufraga.