¿Quién pagará el precio político, por el derrumbe de la L12?
Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, se encuentra en una encrucijada política que podría conducirle hacia una importante pérdida de credibilidad pública, y con ello, el fin de sus aspiraciones políticas.
Sheinbaum es una mujer altamente competente, y sus credenciales académicas son claramente irrefutables. Su cercanía con el presidente López Obrador le hizo posible acceder a la candidatura de Morena en 2018, y con ello, al gobierno de la Ciudad de México, luego de una relativamente fácil campaña electoral contra la polémica Alejandra Barrales del PRD y el gris Mikel Arreola del PRI. La morenista obtuvo el 47% del total de los votos, lo que le colocó muy cerca de la mayoría absoluta.
En otras palabras, la magia comunicativa y el genio político de AMLO, aunado a las habilidades personales de Sheinbaum, hicieron posible que Morena arrebatase fácilmente al PRD el gobierno de la capital del país y que obtuviera una mayoría aplastante en la Asamblea Legislativa (ahora Congreso de la Ciudad de México) Es decir, Sheinbaum goza de todo el apoyo político tanto en la Cámara local como en Palacio Nacional.
Ciertamente la popularidad de Sheinbaum iba en ascenso tras la exitosa campaña de vacunación en la Ciudad de México. Fuese en Cuajimalpa, Miguel Hidalgo o Azcapotzalco, los adultos mayores se han expresado satisfechos tras la buena organización y la temprana atención recibida.
Sin embargo, no todo pinta bien ahora. La tragedia de la Línea 12 del Metro le perseguirá igual que lo hizo el escándalo de la escuela Enrique Rébsamen. Si bien serios especialistas en ingeniería han aseverado que precoces conclusiones resultarían irresponsables en el contexto de la dictaminación de las causa del derrumbe, ha quedado muy claro que ello puede haber derivado de dos causas: una mala planeación original y /o una negligencia al permitir que los vagones siguiesen circulando por aquel tramo.
Todo ello, sea una u otra causa, conducirá a la responsabilidad pública de Claudia Sheinbaum. Ella, como cabeza del gobierno local, es responsable de instruir a la directora general del Metro, Florencia Serranía de suspender la circulación de los vagones.
Si la jefa de gobierno no fue informada oportunamente sobre las posibles fallas estructurales, su responsabilidad recaerá en haber mantenido en funciones a personas negligentes que pasaron de largo los errores, -sea por la calidad de los materiales o por una mala planeación- presentes en el área entre la estación Olivos y Tezonco.
A mi juicio, no obstante los resultados que verán la luz luego de las conclusiones arrojadas, la responsabilidad de Claudia Sheinbaum será ineludible. Ella deberá pagar un precio político por la muerte de más de veinte capitalinos. Y quizá, a la luz de los resultados, algún funcionario menor deberá enfrentar cargos penales. Al tiempo