De acuerdo con la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, México suspende aplicación de prueba PISA.

Todo inició mal con la eliminación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) organismo responsable de la evaluación de los procesos y componentes del sistema educativo nacional, en aquella mal llamada contrarreforma educativa encauzada por la presente administración. El INEE, a pesar de gozar de autonomía constitucional consagrada en el artículo tercero constitucional, fue desmantelado como resultado de las modificaciones realizadas por Morena y sus aliados en 2019.

Ahora, según ha trascendido de acuerdo a una supuesta revelación de un funcionario, México no participará en la prueba PISA 2021. En este contexto, PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés) es una prueba dirigida a evaluar los resultados de logro educativo en alumnos de 15 años, es decir, en jóvenes que cursan la educación secundaria; y se enfoca en las competencias adquiridas en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias.

PISA, ha colocado a nuestros jóvenes en los últimos peldaños en comparación con otros países.

Es bien conocido el desdén del presidente López Obrador por los organismos constitucionales autónomos (como el desparecido INEE) y por las organizaciones internacionales. La OCDE, por su parte, institución de enorme prestigio internacional sita en París, Francia, se ha distinguido por un altísimo rigor técnico en el diseño de todas sus mediciones, trátese de materia educativa, económica, ambiental, entre otras.

Ahora, ante una posible retirada de México de la prueba PISA, se han encendido nuevamente las alarmas en torno al peligro de no contar con un efectivo instrumento capaz de arrojar información sobre el estado de la educación en nuestro país. Ciertamente, las pasadas versiones de PISA han traslucido paupérrimos resultados en cada una de las materias, y ha colocado a nuestros jóvenes en alguno de los últimos peldaños en comparación con otros países que han participado histróricamente en la prueba.

Sin embargo, no obstante estos malos resultados, PISA ha servido como guía para el diseño e implementación de políticas en materia educativa, y se ha consolidado como un instrumento de evaluación indispensable para la toma de decisiones de los gobiernos alrededor del mundo. En este contexto, se antoja cómo una extremadamente mala noticia el hecho -aún por confirmar- que México pudiese abandonar la próxima versión de PISA pospuesta para 2022.

Huelga señalar que Delfina Gómez, secretaria de Educación Pública, deberá pronunciarse, dentro de los días que vienen, en relación con este rumor que circula en los pasillos de las oficinas de la OCDE en París.

Finalmente, bien conviene señalar que la irrupción de la pandemia ha tenido – y tendrá- costos inconmensurables para el futuro de la educación en México, y sobre todo, en aquellos niños y jóvenes que no cuentan en sus hogares con banda ancha que les permita conectarse remotamente con sus maestros, y que tienen aún que seguir sus cursos en televisión. Es decir, el curso escolar próximo a su término se ha perdido en términos del aprendizaje de los alumnos, principalmente en escuelas públicas y rurales.

Aunado a este varapalo del cual ha sido objeto la educación, la salida de México de la prueba PISA representaría una nueva mala nueva pues el país se desharía de un instrumento de gran relevancia para las decisiones del gobierno en materia educativa.