La variante científicamente llamada B.1.1.7, mejor conocida como la variante británica o de Kent
La comunidad científica mundial se encuentra nuevamente en una carrera sin precedente. Mientras la producción, desarrollo y distribución de vacunas avanza a distintas velocidades alrededor del globo, las nuevas variantes del SARS-CoV-2 siembran dudas en el naciente optimismo.
Según las noticias que nos vienen diariamente de Europa, la variante científicamente llamada B.1.1.7, mejor conocida como la variante británica o de Kent, avanza inexorablemente en el continente europeo, una vez que hubo obligado al Reino Unido a un confinamiento cuasi general. El gobierno de Francia, por su parte, ha sonado la alarma en la ciudad de Dunquerque, pues el intercambio comercial y turístico de este puerto con el sur de Inglaterra parece haber propiciado la expansión de la variante en suelo francés.
Las buenas noticias, no obstante, es que las vacunas de Pfizer y del laboratorio sueco- británico AstraZeneca han demostrado ser suficientemente efectivas contra la variante de Kent.
Por otro lado, las variantes B.1.351 y P.1, llamadas sudafricana y brasileña, respectivamente, han desafiado a las principales fórmulas aprobadas por las distintas autoridades sanitarias. En el caso de la vacuna británica, no ha sido comprobada su efectividad contra la cepa sudafricana. Esta situación ha alertado a los gobiernos en Europa. Alemania, por ejemplo, cerró hace algunos días sus fronteras con Austria y la República Checa, y quizá, según lo anunció, lo hará dentro de los próximos días con Francia.
Mientras tanto, en México, hoy tendrá lugar el tercer día de vacunación para adultos mayores. Según información brindada por Claudia Scheinbaum ayer por la noche, un total de 61,831 mexicanos se han vacunado en las delegaciones de Cuajimalpa de Morelos, Magdalena Contreras y Milpa Alta.
La estrategia de vacunación en México se ha revelado ineficiente, lenta y repleta de cuestionamientos. Por un lado, se cuestiona los criterios de priorización de las zonas rurales sobre las grandes ciudades, a la vez que el presidente López Obrador quisiera ofrecer falsas promesas patrioteras, tales como el desarrollo de una vacuna mexicana.
Desafortunadamente, sin menoscabo de los valiosos científicos mexicanos que investigan diariamente en laboratorios y en las destacadas universidades públicas del país, México no está capacitado para desarrollar, en el mediano plazo, una fórmula que se sume al creciente arsenal de vacunas en la guerra contra el coronavirus; lo anterior, derivado, de la escasez de presupuesto público en investigación científica.
La declaración de AMLO resulta, a todas luces, un nuevo despropósito presidencial, y que nada contribuye a afinar una estrategia nacional que se demora frente a los enormes desafíos presentados por la crisis sanitaria.
México, con el paso de las semanas, se rezaga en su lucha interna contra el SARS-CoV-2. La realidad, representada por nuestro vergonzoso tercer lugar en el número de fallecidos y en una lenta campaña de vacunación, no deja de sorprendernos. Ha llegado el momento de la seriedad.. y de vacunar. Así sea.