A petición de los tres reyes magos, la suprema corte celestial ha abierto un juicio cuyo fiscal es el grinch, por lo que jamás parte acusadora alguna ha estado mejor representada.
Y es que al ente verdoso, salido de la obra “cómo el grinch se robó la navidad” escrita por el Dr. Seuss, se le puede considerar resentido, amargado y hasta envidioso, pero no estúpido.
El odio irracional que siente hacia Papá Noel, a.k.a Santa Claus, es la mejor garantía de que esta vez, los reclamos de Melchor, Gaspar y Baltazar serán escuchados en lo que promete ser el juicio divino del siglo.
Francamente preocupado, el dueño de Rodolfo el Reno contrató como abogado defensor a John Sculley, creador del “Pepsi Challenge” y co responsable de la salida de Steve Jobs de Apple en 1985.
La elección fue aprobada por las grandes compañías trasnacionales cuyo negocio está enfocado en las bebidas azucaradas, que además prometieron cubrir parte de los honorarios de Sculley en una generosa muestra de solidaridad con Santa Claus. “Después de todo, el gordo nos ha hecho ganar mucho dinero”, dijeron a través de una fuente anónima.
El pasado 24 de diciembre, SDPNoticias tuvo acceso a los expedientes que el Grinch presentará ante la suprema corte celestial contra su némesis. Después de todo, el que acusa tiene la obligación de probar, como dice Santa Claus, mientras el ente verde se vuelve cada vez más amarillo debido a la bilis que derrama cada vez que Papá Noel abre la boca.
Entonces, en descargo del grinch, a favor del caso de los Santos Reyes y para gloria de la amargura que se convierte en estigma por pensar diferente (o sólo pensar) , van por lo menos tres razones por las cuales la figura de Santa Claus podría ser borrada de la faz de la tierra para beneficio de la humanidad entera.
1.- La hipocresía
Tomando a Santa Claus como pretexto, el 24 de diciembre les da por sentirse generosos, amistosos y solidarios a aquellos que pasado el festejo y el comelitón, no solamente se les olvidan sus buenos gestos, sino que vuelven a sus antiguos hábitos de indiferencia y valemadrismo con renovada enjundia.
Por eso, el grinch tiene todo el derecho de sentir náuseas, enfermarse del estómago y rehusarse a participar en el lavado de conciencias de aquellos que usan las celebraciones navideñas como kleenex de conciencia. Fuchi.
2.- La confusión
Actualmente, la mayoría de las personas confunde los juguetes con las ganas de jugar, prueba de ello, es que la mayoría no vacila en gastar cantidades desproporcionadas de dinero en aras de comprar los juguetes de moda, los más caros, “los que todos tienen”.
Los reyes magos son famosos por regalar juguetes tradicionales, enormes carros de latón o muñecas de trapo, que para las reglas de consumo actuales, promovidas por las trasnacionales a las que Santa les alquila su imagen, son un atentado a la niñez, como si la imaginación fuera directamente proporcional al costo del obsequio.
3.- El derroche
Por regla, el grinch trabaja y sabe lo que cuesta ganar el dinero, por lo que protesta cada segundo de cada día del mes de diciembre, enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre y noviembre , consciente del consumismo salvaje promovido por los negocios que usufructúan temas como el amor, la amistad, la maternidad, la paternidad y la Patria, por ejemplo.
Los Reyes Magos, además, denuncian la banalidad con la que esta actitud festiva impacta la formación humana y espiritual de las nuevas generaciones que usan y desechan con pasmosa frialdad, los mismos valores que las festividades dicen promover.
Por eso, Santa Claus, es la denuncia máxima del grinch: “Un fraude, una excusa, un negocio, un invento occidental, eso es el pinche gordo”, dice el ente a SDPNoticias.
A la par, millones de personas afirman que no pueden estar equivocadas, que Santa los ama porque “trae los regalos” mientras el grinch se pone cada vez más amarillo.
Ni modo. Es el precio de pensar diferente ¿o no?
¿Usted qué opina, estimado lector?