Decidí escribir estas líneas, porque me parece interesante el ejercicio que realizó Genaro Lozano de querer ?poner rostro? a los jóvenes que militamos en el PRD, aun cuando su descripción ?como todo intento de atrapar un espíritu generacional? sea una generalización sesgada hacia el acontecer político del centro de nuestro país. Me parece interesante, sobre todo, porque asumo su artículo como una provocación (en el buen sentido de la palabra), que busca que los militantes de las Juventudes de Izquierda nos cuestionemos si es cierto ?como él afirma? que ?la tradición contestataria y crítica del PRD se extingue?. Ante tal apelación, me gustaría comenzar por ponerle rostro a mi propia historia.
Nací al cierre de 1991. Mis padres son sindicalistas, por lo que desde pequeño crecí entre discusiones sobre el contrato colectivo y las condiciones laborales del personal de enfermería del IMSS. En mi memoria no guardo registro alguno del Frente Democrático Nacional o de la fundación del PRD; y al levantamiento zapatista yo acababa de cumplir apenas dos años. Cuando ingresé a la Preparatoria la huelga del 99 y el nombre del Mosch eran ya un mito, pero su impronta lo suficientemente fresca como para incidir en mi proceso de politización. La primera elección en la que me involucré activamente fue la del 2006, promocionando el voto a favor de AMLO, y la marcha del desafuero, la primera a la que asistí por decisión propia. Junto con el fraude electoral y la defensa del voto en Reforma, aquellos episodios que marcaron de manera definitiva el despertar de mi conciencia política.
Lo cierto es que comencé a militar en el PRD mucho después. No soy perredista de cepa, ni provengo de un linaje político que me haya acercado al partido desde pequeño. Lo hice a mis 21 años, con pleno uso de conciencia, y después de otro evento que marcó también mi desarrollo político: el #YoSoy132. Lo hice después de la primera elección en la que me tocó votar y como una medida para continuar la lucha desde un cauce institucional, convencido de que para la transformación social no bastaba con la movilización en las calles. Ingresé al partido respaldando la candidatura de Marcelo Ebrard a la dirigencia, empresa que eventualmente fracasó. No me tocó disfrutar al PRD ?en sus mejores momentos??como puede suponer Genaro Lozano de muchos de nosotros?, sino justo cuando entraba al periodo crítico que describe.
Ese periodo crítico se buscó dejar atrás a partir de nuestro último Congreso. Las formas, ciertamente no fueron las adecuadas, y aunque la decisión se tomó por términos estrictamente legales[1], la denuncia se ha realizado no sólo por militantes jóvenes del partido, sino por el mismo presidente electo Agustín Basave. Lamentablemente, el día del Congreso Genaro Lozano no estuvo presente en el acto, como para saber que varios consejeros ?jóvenes y no tan jóvenes? alentados por David Razú y después del emotivo discurso de Fernando Balaunzarán, comenzaron a gritar ?urnas, urnas?, justo cuando el presidente del Consejo comenzaba a llamar uno a uno a los presentes para emitir su voto. De entre los Consejeros jóvenes se encontraba Ana Montaño, de Foro Nuevo Sol, quien antes de emitir su voto, aclaró que se manifestaba en contra de la manera en que se había llevado el proceso: sin urna, ni secrecía en el voto. El mismo Agustín Basave reconoció en su toma de protesta, que solicitó expresamente la presencia de una urna y que, por los motivos legales antes mencionados, esto fue improcedente ante los ojos de la mesa directiva del Consejo.
El tema de la urna no ha sido un tema menor entre los miembros jóvenes de los partidos. Tanto que varios compañeros han publicado artículos en revistas digitales y comunicados en sus redes sociales, exigiendo que no se vuelva a repetir un caso similar. Lo cual, es muy distinto a afirmar que el proceso ?ignoró a candidatos como Zoé Robledo, Armando Ríos Piter o Fernando Belaunzarán?. De los tres antes mencionados, los dos primeros decidieron retirarse de la contienda, quizás con el conocimiento previo del poco consenso que sus candidaturas generaban entre los miembros del Consejo y líderes de corriente, el tercero participó hasta el final, con un carácter estoico y un ejemplo democrático inigualable, que ha dejado un importante referente en muchos de nosotros.
Por ello, vale la pena decirle a Lozano, que los jóvenes perredistas no callamos los errores de nuestro partido, ni cuando sucedió lo de Ayotzinapa, ni la falta de secrecía del voto en el pasado Consejo. No lo callamos, y sin embargo, no quisimos hacerle el juego a los medios, que esperaban en cualquier momento que la nota fuera ?rompen el Consejo del PRD?, para volver a señalar que nuestro partido está en crisis, fragmentado, desorganizado, etc. La nota fue: ?el tiempo de los pactos con el gobierno ha terminado? y eso ?aunque Lozano no lo considere en su artículo? también fue resultado de la amplia crítica que hicimos los militantes jóvenes del PRD a la firma del pacto por México.
Se acabó ya el tiempo de los pactos, ¿se acabará el tiempo de los artículos catastrofistas?
@jlgallegosq
[1] El nombramiento de un nuevo presidente ante la renuncia del anterior no puede hacerse en un Consejo Electivo. La elección en urna podría suponer tal. Ante la posibilidad de que la elección del nuevo presidente del PRD fuera impugnada, la mesa directiva del Consejo resolvió llevar a cabo una lección nominal.