¡Lo hizo de nuevo! El presidente López Obrador en su mañanera de ayer sugirió la necesidad de que la corona española se disculpe por la conquista de México. Y lo hizo -además- en el aniversario del descubrimiento de América de 1492, en el marco de la conmemoración de la Fiesta Nacional de España o Día de la Hispanidad; un buen día para que el desafortunado reclamo del presidente de López Obrador sea reproducido en todos los medios españoles, y un mal momento para la relación con España y para la sanación de heridas históricas recrudecidas por la polarización social.

Parece que el tema del arribo de los conquistadores europeos a América será tema recurrente en el discurso de López Obrador ¡más vale habituarnos a esa vulgar tergiversación histórica en torno a los sucesos de 1492 y 1521! A este vendaval de imprecisiones se sumó ayer el senador Martí Batres, quien en su columna en El Financiero, propuso ideas de revisionismo histórico en torno la figura de Cristóbal Colón.

Por un lado, el reclamo de López Obrador es infundado pues las acciones motivadas por los valores de la España imperial no pueden ser juzgados a la luz del pensamiento del siglo XXI. Por el otro, ni el rey Felipe VI ni el gobierno español son sucesores jurídicos de la Corona de Castilla, pues alguien debería recordar al presidente que la corona española tiene forma hasta las reformas de los Borbones en el siglo XVIII.

¿Por qué lo hacen? ¿Por qué se enzarzan estos populistas en escándalos mediáticos que tienen que ver con sucesos de hace 500 años y con controversias relacionadas con estatuas? Respuesta: buscan la polarización social mediante la generación de la idea de que los pueblos originarios son los antecesores di-rec-ti-tos del pueblo bueno, sabio y maltratado, mientras que los descendientes de los conquistadores -criollos- son las élites blancas, propietarias, corruptas y que han saqueado al pueblo. En suma, se trata de una manipulación histórica con fines político-electorales, y debe ser denunciado.

En relación con la estatua de Colón, el lector recordará las acciones vandálicas en Estados Unidos contra personajes considerados insignes de la esclavitud en ese país. ¿Razón? El racismo de los estadounidenses ha sido atizado por el discurso polarizador de Trump, lo que ha provocado una reacción en cadena de los grupos activistas como Black Lives Matter, y en respuesta, grupos supremacistas blancos han respondido con mayor violencia racial, lo que ha llevado a los Estados Unidos a un espiral interminable de agresiones en algunas ciudades del país.

En suma, López Obrador parece hacer lo mismo que su homólogo estadounidense: atizar el odio racial mediante un intento de revisionismo histórico con el propósito de encender a sus bases electorales; ello en medio de una crisis económica que amenaza el futuro de los mexicanos.