La semana anterior escribió Vargas Llosa en un artículo en el diario El País, señalando a propósito del coronavirus que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es. La respuesta no se hizo esperar y censuraron la venta de sus libros en el país asiático (https://bit.ly/3do4I5x). Independientemente del planteamiento político del Nobel peruano, los números no le dan la razón en cuanto al control que han hecho en oriente de la epidemia.
Italia es una democracia consolidada y ya supera a China en cuanto al número de fallecidos. A diferencia del comienzo de la pandemia actualmente Europa se ha convertido el centro de la epidemia. Por lo tanto, la razón de lo ocurrido no se debe hallar en el sistema político, ya que el virus ataca sin distinguir posición política, religión o creencia, sino en las medidas que cada país realiza a su interior para mitigar la propagación del virus.
Al hacer la comparación hasta el lunes 23 de marzo, los países con mayor número de casos confirmados son China (81,496), Italia (59,138), Estados Unidos (35,530), España (27,546), Alemania (27,546), Irán (23,049), Francia (16,937), Corea del Sur (9,961), Suiza (8,547) y Reino Unido (5,903). Si analizamos esto, sólo dos países asiáticos ocupan los primeros 10 lugares, ¿cuáles son las razones de esto?
Los especialistas han señalado múltiples causas como el número de pruebas realizadas, el seguimiento puntual de los casos de pacientes infectados, incluso la dinámica demográfica propia de los países. Pero una de las razones que se ha destacado en la literatura especializada ha sido por la vigilancia que se realiza al interior de los países. En ese sentido, la infraestructura para la vigilancia digital es fundamental para controlar la epidemia.
De acuerdo con Byung-Chul Han (https://bit.ly/3bndmiK), en Asia las epidemias no las combaten los virólogos y epidemiólogos, también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Esto ha permitido que, con cámaras colocadas en lugares estratégicos que permiten el reconocimiento facial, se registre la temperatura corporal de los individuos y se pueda identificar casos sospechosos; con el big data es posible establecer a los contactos cercanos de las personas enfermas para informarles de los posibles riesgos y hacerles una prueba, y con el uso de drones se puede vigilar a las personas en caso de que alguien rompa la cuarentena, sin necesidad de que las fuerzas del orden estén vigilando de forma permanente las calles.
Pensemos por un momento lo que ocurriría en nuestro país. Una vez identificado un brote, a través del análisis de big data se podrían haber establecido contactos de las personas para informarles sobre los posibles riesgos (hacer un disparo preciso), a diferencia Aguascalientes, que el gobierno del estado buscaba a los pasajeros de un vuelo que había trasladado a un caso sospechoso. Las fuerzas del orden no tendrían la necesidad de establecer una vigilancia de miles de elementos en la calle, por lo que se podrían destinar a otras funciones. Se podrían identificar los lugares que tienen desabasto de artículos como gel antibacterial o insumos de limpieza y se podría dar aviso a la población. Sin duda, se podrían hacer muchas cosas.
Las medidas que cada país implementa varían en función de los recursos con los que cuenta, su cultura, su sistema político e incluso la unión entre la población. Al ser un asunto de seguridad nacional, las naciones se han visto en la necesidad de tomar medidas que incluyen la restricción de la movilidad, el cierre de frontera y la imposición de toques de queda; pero valdría la explorar otras alternativas. En términos de recursos, sería lo mejor, ya que sólo se requeriría de poca inversión comparada con los beneficios que traería, y evitaría llegar a situaciones tan complejas como decidir quién vive y quién no, como está ocurriendo en Italia.
* Arturo Ávila Anaya, presidente IBN/B Analitycs y experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).
@ArturoAvila_mx