Después de algunos intentos fallidos de compañeros de aventuras y desventuras, Diego de Montemayor fundó la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en nuestro Valle de Extremadura, el 20 de septiembre de 1596. El primer alcalde reconocido fue Alonso de Barreda; el actual, Adrián de la Garza Santos, a quien su genealogía lo ubica en los municipios de Cadereyta-Allende y en el norteño Bustamante.
Hay una maldición contemporánea para los alcaldes de Monterrey: la alcaldía no da la gubernatura de Nuevo León. El que dio el último salto fue el priista Sócrates Rizzo García, quien se hizo políticamente entre el Grupo Espartaco y el ala izquierda del PRI. En Monterrey aún se recuerda el dedazo presidencial de Carlos Salinas de Gortari ante los embates del huracán Gilberto. Humillando al gobernador Jorge Treviño, Salinas de Gortari ensalza a Rizzo García: “Ai’te encargo, Sócrates”. Salinas hizo gobernador a Sócrates, como presidente Ernesto Zedillo lo defenestró. Otro exalcalde de Monterrey sustituyó a Rizzo García, Benjamín Clariond Reyes-Retana, pero nunca fue gobernador electo.
A finales del siglo pasado el PAN alcanzó buenas posiciones políticas en el norte del país, a través de concertacesiones o elecciones. La capital de Nuevo León inauguró su etapa panista, pero el único alcalde albiazul que se puede recordar como un eficiente político es uno de los cofundadores del Grupo San Nicolás, Jesús Hinojosa, quien fue el panista más querido no por las élites sino por las bases.
Jesús Hinojosa quiso ser gobernador, no pudo. La maldición de Monterrey traspasó el siglo y sigue vigente para panistas y priistas. Las caricaturas de Jesús Hinojosa, jóvenes y no tan jóvenes voraces, llegaron a la alcaldía de Monterrey y, aunque todos quisieron la gubernatura, la maldición los alcanzó: así Jesús María Elizondo, así Felipe de Jesús Cantú, así Adalberto Madero, así Fernando Larrazabal, así Margarita Arellanes. ¿Y el expriista Ricardo Canavati? Ni fu ni fa, aunque en su fantasía también quiso ser gobernador.
La alcaldía de Monterrey, para llegar a la gubernatura de Nuevo León, está maldita. El actual presidente municipal, Adrián de la Garza, tiene todas las credenciales para llegar a ser gobernador. Ha cambiado la forma de gestionar y de administrar la ciudad. Y, sin embargo, si hoy fueran las elecciones, el maleficio se impondría. Sus positivos políticos son menores que la carga de negativos, sobre todo por la estupidez del exgobernador Rodrigo Medina de la Cruz de tomarse la foto del deshonor con el actual dirigente priista, Heriberto Treviño. Medina de la Cruz ya contaminó las elecciones del 2021 para el PRI.
En este momento a Adrián le construyen una precandidatura perdedora, ¿quiénes de sus cercanos ganan con su derrota anticipada, con prolongar la maldición de la alcaldía de Monterrey? Hay apuestas inútiles, nada gana De la Garza Santos con perder.