Este es un homenaje a uno de los políticos sinaloenses más grandes, vigorosos, capaces, valientes y visionarios  de todos los tiempos. En el primer centenario de su natalicio, expresamos el honor y el reconocimiento que merece la memoria de un líder histórico  de Sinaloa, Don Leopoldo Sánchez Celis, gran ser humano, destacado político y excelente Gobernador.

Al recorrer la historia nos damos cuenta puntual de su grandeza, carácter, dimensión, nacionalismo revolucionario y trascendencia. El transcurso del tiempo aclara la visión para valorar su obra.

Hombre de lucha, de más luces que de sombras, con más virtudes que defectos; de grandes pasiones y sentimientos, pero jamás de resentimientos.

Político político, -sustantivo y adjetivo, nombre y apellido-, dotado de una acrisolada sensibilidad e intuición, y de una profunda vocación social y de servicio. Fue un magnífico operador político que actuó siempre con eficacia y con un acendrado espíritu de justicia.

Hombre nacido en cuna humilde, pero dotado de sapiencia para el servicio público y para el ejercicio del poder.

Ocupó variadas posiciones, como Diputado local, Diputado federal, Senador y Gobernador; y muchas carteras en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, en la CNC y en la CNOP, lo mismo que en Sinaloa, el Estado de México y el Distrito Federal. Siempre tuvo un desempeño destacado.

No era perfecto y no aspiraba a serlo, pero fue siempre un triunfador, sin ser triunfalista; despreciaba la frivolidad, la fanfarronería, la falsedad y la lisonja. Cumplía su palabra siempre, y hacía gala de su determinación y de su capacidad.

Detestaba la superficialidad. Era solidario al máximo y se caracterizaba por ser muy buen amigo de sus amigos, pero era directo y lapidario con sus adversarios hasta vencerlos o convencerlos. Buscaba llegar a acuerdos. Fue implacable y contundente con los desleales y con los traidores. Sabía confiar y desconfiar. Leopoldo Sánchez Celis fue un político visionario y de tiempo completo.

Poseía un enorme cerebro y un gran corazón. En él coincidían a la perfección las famosas "tres C" que enunciara Don Jesús Reyes Heroles como condiciones para ser un buen político: Actuar siempre con cabeza, con corazón y con carácter. Como Gobernador de Sinaloa, más allá de su obra material transformadora, que fue mucha, y que sentó bases para el desarrollo de nuestra entidad, destaca su obra humana, por sus empeños en la formación de cuadros y por sus afanes en la promoción de las nuevas generaciones, con miras a gestar una nueva clase política sinaloense, misma que ha gobernado Sinaloa por años, y que ha participado en los planos nacional e internacional, así como en otras entidades federativas.

La obra sánchezcelista, fruto del compromiso histórico y de un carácter férreo, es reconocida también, por haber sembrado un espíritu de lucha, progresista y avanzado, en las mentes y en los propósitos de las y los sinaloenses de distintas vocaciones, edades y oficios.

Su gobierno patrocinó la celebración del Primer Congreso Industrial de Sinaloa; cuyas conclusiones definieron el plan de desarrollo; trazó la ruta y dirigió los primeros avances, creó el impulso que sigue vivo y que nos hace reclamar una más intensa y extensa industrialización en nuestro Estado. Reto y desafío que sigue siendo preciso atender, ahora que nuestra economía registra un notable repunte, y más aún con las obras de infraestructura que están en marcha.

La administración de Sánchez Celis se caracterizó por el impulso a la educación en general y, en el ámbito de la educación superior, por el otorgamiento de apoyos tangibles que incrementaron el patrimonio universitario, al tiempo que concedió la autonomía a la Universidad de Sinaloa, nuestra máxima Casa de estudios, lo cual marcó su despegue, hasta alcanzar el excelente nivel académico con el que hoy cuenta. Sánchez Celis logró, también, la creación y la edificación del Instituto Tecnológico de Culiacán, y en la Ciudad de México creó la Casa del Estudiante Sinaloense, en apoyo a los jóvenes de menores recursos que estudiaban en la capital de la República.

El gran mexicano y sinaloense de excelencia, Ing. Juan de Dios Bátiz, fungió como Presidente del Patronato de apoyo a los estudiantes.

Nuestro homenajeado profesó absoluto respeto y gran simpatía por las y los estudiantes, de cuyo vigor se nutría, mediante el diálogo, y a partir de la energía y la vitalidad que recibía de su familia, en especial de sus hijos de ambos géneros, nuestros queridos e inteligentes amigos, hoy aquí presentes.

Ellos, y también muchos de quienes nos acompañan en esta hermosa ceremonia, saben que el entonces gobernador Leopoldo Sánchez Celis aconsejó, de manera paternal, y mantuvo a buen resguardo a muchísimos estudiantes, en momentos tan aciagos y difíciles, como los que se vivieron en 1968.

Durante su gobierno se construyeron infinidad de obras de infraestructura, como caminos y carreteras, escuelas, hospitales, sistemas de agua potable y alcantarillado, obras de electrificación y pavimentación, y mucho más.

Signos de identidad de su administración fueron el reparto agrario y los apoyos a los campesinos, a la agricultura y a la ganadería, la creación del Plan Sinaloa de Superación Campesina, la campaña contra el vicio, que puso un alto al excesivo consumo de alcohol, y en favor de la despistolización. Sánchez Celis supo defender, por sobre todas las cosas, la dignidad de las familias sinaloenses.

Pero, sobre todo, de él recuerdo su humanismo, su energía y su agudeza; sus ojos penetrantes y escudriñadores, con mirada de águila y sonrisa suspicaz y pronta.

No abundan los políticos como él, por eso se añoran su talento, su astucia, y su vocación social inmarcesible. "El hombre del paliacate" no era un hombre cualquiera.

Era, eso sí, un ser humano de temple fuerte, de carácter recio, pero también era generoso, y sabía ser amable y atento.

Venía desde abajo, y sufrió por falta de recursos económicos desde su infancia en su natal Cosalá. Se abrió paso a base de esfuerzos, de golpes y de tenacidad, para superarse y para alcanzar sus metas.

No obstante no haber podido obtener un grado universitario, fue la Universidad de la Vida la que le otorgó el grado de Doctor en política.

Don Leopoldo sabía muy bien cuándo y con quién usar las buenas y las malas maneras.

Fue un hombre que sabía imponerse, con persuasión o sin ella.

Empleaba la fuerza de la política, pero sabía, también, usar la política de la fuerza, como último recurso.

Dio batallas políticas notables e históricas, muy fuertes, de resonancia local y nacional, mismas que le generaron simpatías y antipatías de antología, pero eso no fue relevante en su existencia, como tampoco lo fueron las intrigas, traiciones e ingratitudes de las que fue objeto, pues así es la vida de todo gran líder.

Recuerdo, como si fuera ayer cuando, primero siendo dirigentes de la Escuela Secundaria Federal de Guamúchil y más tarde de la Escuela Preparatoria Central de la UAS en Culiacán, nos recibió a un puñado de jóvenes, en audiencias privadas, en sus oficinas; y ante planteamientos justos y firmes resolvió los temas con soluciones satisfactorias: Ordenó el cese del corrupto Director de la Secundaria, y otorgó una importantísima aportación económica para construir la biblioteca de nuestra Preparatoria.

Fraguado en las luchas y en las enseñanzas del Colegio Civil Rosales el joven Leopoldo abrevó en el pensamiento ideológico y político más avanzado de su tiempo, lo cual le cinceló un espíritu revolucionario, indomable y de fuerza, surgido en una importante etapa revolucionaria al lado del Coronel Rodolfo T. Loaiza, de la que emergió un líder progresista y nacionalista inspirado en el cardenismo, quien con atrevimiento daba peleas y vencía todo tipo de obstáculos e intereses.

En la historia política de Sinaloa y de México está registrada la rebeldía positiva de Sánchez Celis, pues actuó con éxito ante sonados designios políticos arbitrarios del centro del país, -que él consideró injustos, inviables e improcedentes-, y ante los cuales logró oponerse e imponerse, con talento, valentía y estrategia, ante la cerrazón de quienes menospreciaban el trabajo de los cuadros políticos locales. Sánchez Celis era hombre de palabra y de lealtades, más no de incondicionalidades.

No era un político indisciplinado, pero sí era un hombre que sabía exigir, y lo hacía con sustento y con razones; por ideales y por proyectos. Así se hizo querer, respetar y temer.

Como solemos decir en Sinaloa: Sánchez Celis no era una perita en dulce, ni una hermana de la caridad. Era un POLÍTICO, con mayúsculas, de mucho carácter y de determinaciones firmes, que no se doblegaba ante persona alguna, y que jamás se echaba para atrás, pero casi siempre conciliaba. ¡Siempre iba hacia adelante! Recuerdo de él cinco frases que me impactaron: La primera frase fue definitoria y muy clara, y se la escuché cuando lo vi por vez primera: Dijo entonces: "Sinaloa no puede seguir al paso que va".

Esas palabras las pronunció en Guamúchil, como parte importante de su discurso, en su calidad de candidato a la gubernatura. Yo estaba en el mitin, era un niño de solamente once años. El entonces Senador Sánchez Celis se refería al ritmo relativamente lento que llevaba el gobierno. En mi modesto alcance percibí el significado de aquella expresión, pues se trataba de dos representantes de generaciones políticas  distintas, una que se iba del gobierno y otra que llegaba, con evidente intención de cambio y con apoyo popular.

Aquello me impactó mucho, porque percibí que venía una transformación en el quehacer político y en los destinos de Sinaloa; supuse que nuevos horizontes nos aguardaban. Y no me equivoqué, pues su gobierno significó un parteaguas en la historia política de nuestro Estado, pues fue el gozne entre la etapa revolucionaria y la modernidad.

Ciertamente se requería acelerar el paso, sacudir las conciencias y sentar las bases y los cimientos que los nuevos tiempos exigían. Él lo soñó, lo planeó, lo impulsó y lo realizó.

Leopoldo Sánchez Celis, templado como el acero, peleador, más no peleonero; siendo un hombre de espíritu progresista era  definido y claro, muy difícil de engañar, defensor de ideas y de ideales; un auténtico líder social y político, pero sobre todas las cosas y por antonomasia, era un hombre a carta cabal. Inteligente y proactivo, Leopoldo Sánchez Celis agitó positivamente a Sinaloa; demostró, siempre, su valor civil; y supo realizar y concretar sus pensamientos y sus planes, con persuasión o bajo presión; y aún con la salud quebrantada, se levantaba y se aplicaba para lograr los propósitos buscados, pues prefería que se le criticara por acción y no por omisión.

No todo en su vida fue miel sobre hojuelas, pero nunca se arredró ni arrió banderas.

Cuando llegó el tiempo de su partida, lo asumió con realismo, madurez y pundonor al aceptar los designios superiores, que le marcaron la misión cumplida. Murió con honra y con dignidad.

La segunda frase fue temeraria, y expresó: "La Suprema Corte de Justicia de la Nación  es reaccionaria". La dijo en uno de sus informes de gobierno, cuando Ministros de la Suprema Corte respaldaron a terratenientes, que poseían latifundios simulados de  pequeña propiedad, y con ello intentaron dar un golpe a la política de reparto agrario del régimen.

La tercera frase fue lapidaria: "La vida es pelea".  Esta me la expresó una tarde de verano, cuando me encontró triste por decepciones políticas sufridas; me la dijo para infundirme valor, ánimo, reciedumbre y entusiasmo, para que siguiera adelante en la brega política, y para que yo no desmayara.

La cuarta frase que le recuerdo, fue una advertencia premonitoria para sus sucesores:

"Cada día es más difícil la tarea de gobernar". Se la escuché como esencia y como despedida, cuando leyó su sexto y último informe de gobierno.

Y la quinta frase, me la confió en las postrimerías de su vida, como enseñanza final:

"...En la vida y en especial en la política hay que saber pagar y hay que saber cobrar..."  Eso me dijo, y no lo olvido.

Así le gustaba ser, y así actuaba, y en ese caminar lo acompañó, siempre, su dignísima esposa, Doña Blanca Duarte de Sánchez Celis, quien como Presidenta del Instituto Nacional de Protección a la infancia, el INPI, realizó una actividad creadora ejemplar, en bien de la niñez sinaloense.

¡A ella, desde aquí, le enviamos un cariñoso saludo, con inmenso respeto y gratitud!

Amigas y amigos:

Sean mis palabras finales, las mismas con las que empecé mi intervención:

¡Rindamos loor a Don Leopoldo Sánchez Celis! y con ello honremos a las personalidades más destacadas de la historia de Sinaloa y de nuestro tiempo. Sí, hagamos público nuestro reconocimiento a este gran hombre, cuya imagen fundida en bronce queda plasmada hoy en Culiacán, gracias a la magnífica obra realizada por su hijo mayor; pues su personalidad ya ocupa páginas gloriosas de la historia política de Sinaloa y de México, como ejemplo a seguir por las nuevas generaciones.

Recordémoslo siempre, respetemos su memoria y valoremos su legado.

Sigamos su ejemplo e impulsemos más y más a Sinaloa, hacia el estadio superior que nos corresponde.

Que la memoria de Sánchez Celis nos motive a reflexionar sobre  el pasado, el presente y el porvenir:

Es mucho lo logrado a lo largo de la historia, merced al desempeño de las y los sinaloenses, y de los buenos gobernantes que, como Don Leopoldo Sánchez Celis, han dado lo mejor de ellos por el Estado.

Sin embargo aún persistan pobreza e injusticia, rezagos, abusos e impunidad.

Hay mucho por hacer, para lograr la justicia y el progreso anhelados, y para que haya más y mejores oportunidades para toda la población, sobre todo para garantizar el futuro de la niñez y la juventud.

En estos tiempos de enormes dificultades podemos generar condiciones que nos permitan aguzar el ingenio y la imaginación, para, a partir de lo logrado, que es bastante, crear e innovar a fin de remontarlas con éxito.

Hay confianza en que lograremos avanzar en unidad, con dinamismo y con trabajo intenso, con innovación y con creatividad, con honradez y con verticalidad, con entusiasmo y ánimo renovados.

El pueblo así lo quiere y lo merece.

La sociedad espera políticas públicas atinadas y realistas, que resuelvan problemas y consoliden nuestro crecimiento. Nuestra gente exige capacidad, entrega, honradez y transparencia absolutas.

El electorado votó con civilidad y espera  buenos resultados de los gobernantes y legisladores a los que eligió, para consolidar la democracia, la justicia, el progreso y la libertad.

Tenemos una bien sustentada esperanza de que, no obstante las dificultades, hay talento, capital humano y liderazgo de nuestros futuros gobernantes, para seguir adelante por la senda del progreso compartido.

Hagamos de la justicia, de la conciliación, de la productividad y de la concordia, las bases para seguir avanzando y progresando, en un plano de respeto, legalidad, democracia, seguridad, tranquilidad y convivencia pacífica.

Por todo lo anterior, y en gratitud y reconocimiento perennes, por la vida, la obra y la trascendencia histórica del insigne ciudadano Leopoldo Sánchez Celis, propongo, con todo respeto y comedimiento, al Honorable Congreso del Estado, que su nombre quede inscrito, para la posteridad, en el Muro de honor del recinto parlamentario del Congreso del que alguna vez él formó parte.

Muchas gracias por su atención. Heriberto Galindo Quiñones