¿Cómo reaccionaría la hermosa y temperamental María Felix, ante el crimen que exhibe su cuerpo casi desnudo? El retrato que le pintó Diego Rivera en 1949, que hoy está en polémica, se vuelve una prueba más del rejuego criminal que envuelve a la clase política. Un crimen ya lo es todo en estos momentos en México. Las teorías que tratan de calificar el crimen como el acto más grave de los delitos, olvidan que el acto más prosaico, más leve, puede convertirse en uno de los más graves crímenes que tipifica el derecho penal. La extensión de la culpa es tan ilimitada, que una simple dádiva chayotera que impidió la compra de un medicamento contra el cáncer de un niño, puede ocasionar la muerte o el agravamiento de la enfermedad. El hilo conductor será negado, pero así están la mayoría de los crímenes: vinculados íntimamente a eventos delictivos que ocasionaron daños mayores. Las grandes fortunas invertidas en medios de comunicación que ahora hacen campañas desestabilizadoras, los tesoros refundidos en países de inversión, los caserones, las casas de recreo, las estancias de años en el extranjero, todo lo que envuelve la corrupción, se extiende dañina, sobre lo que ahora augura la ONU como el 50 de la población en pobreza de los mexicanos y que la Cepal, rebasó en porcentaje, hace tiempo.
UN CUADRO BELLO Y POLÉMICO, DISTRAE DE OTROS GRAVES DELITOS
A diez y ocho años de su muerte, la sonorense María Felix se convierte de nuevo en noticia con la discusión en torno al cuadro que Diego Rivera le pintó en 1949 y que de acuerdo a los informes, ella regaló a Juan Gabriel, porque no le gustaba ser exhibida con “demasiada piel”. Y en efecto, pese a que en su juventud la actriz aparece en trajes de baño, (“Acuérdate de Acapulco, María bonita, María del alma”), ella fue una mujer elegante, resguardada en ropa, prendas caras, de diseñador, que le copiaron algunas primeras damas. La mayor ofensa que se hace a un ser humano, exhumarlo, sacarlo del sepulcro como se hizo con Madame Duplessis, la llamada Dama de las Camelias de Alejandro Dumas hijo, se le hizo a María Félix. Por la denuncia de un avorazado hermano que culpaba al heredero de la Doña como su presunto asesino, el cadáver fue expuesto públicamente en un acto que demostró la inocencia del benefactor. Pocas veces se ha visto eso en México con un personaje. Los prejuicios también rodearon su vida. Su belleza impresionante que la llevó a ser considerada la mujer más bella del mundo, hizo que la rodeara la envidia. El festival cultural que se realiza desde hace muchos años en su tierra natal Álamos ( nació cerca en El Quiriego, en 1914), se lo dedicaron mejor a Alfonso Ortiz Tirado y no a ella que era conocida a nivel mundial. El machismo se impuso.
UNA AUTOBIOGRAFÍA DE CUATRO TOMOS QUE DESLUMBRÓ Y SE ECLIPSÓ
Fue el polémico Enrique Krauze, ahora envuelto en avatares golpistas el que consiguió que María Félix le contara su vida. Ya había una biografía en la edición sobre Grandes Mexicanos y Paco Ignacio Taibo II, hizo una La doña publicada en 1998. Hay otras por ahí, pero la de Krauze que editó Clio bajo la vigilancia de Enrique Serna, fue la que causó más impacto, porque se desglosa bajo su propia palabra, una vida llena de deslumbres, de grandes eventos, de filmes y amores y desde luego de las amarguras que suele tener una mujer hermosa, envidiada y acosada. El libro lo publicó Clio en 1993 y se han hecho ediciones junto con Plaza Janés en 2002, precisamente el año en que murió la extraordinaria y polémica mujer el mismo día de su cumpleaños 87, el 8 de abril de 2002. Ahora su retrato vuelve a actualizar su recuerdo e involucra al ex gobernador César Duarte recientemente detenido en Florida con la acusación además, de que el cuadro que era propiedad final de Juan Gabriel lo tiene ahora en sus manos gente cercana a dicho ex gobernador. Por su lado, ¿qué pensaría Diego Rivera, también metido en este rejuego?