Televisión Azteca con su dueño Ricardo Salinas Pliego y el empleado de éste, Javier Alatorre, sí deben de ser sancionados por hacer un llamado público a desobedecer las medidas contra el Coronavirus, del gobierno federal.

No basta el apercibimiento de la Secretaría de Gobernación después de que AMLO consideró los hechos como un error. No solo fue un desacato, es una imprudencia que pone en riesgo la vida de millones de personas. Todo para que envalentonado, el llamado comentarista, puntualizara algo personal que no entra en lo que se define como libertad de expresión. Se violaron derechos de terceros, los de la gran comunidad mexicana. Pese a ello, hay quienes los han defendido.

Aunque es criticado por sus salidas y ocurrencias, AMLO no deja de ser un político, un buen político; lo ha demostrado. En su artículo Mesura, el director del portal Sinembargo Jorge Zepeda Patterson mencionó esa curiosa relación que hay entre AMLO y Trump, cuando muchos medios y personalidades tiran lanzas contra el presidente de Estados Unidos.

Zepeda lo menciona como un punto fino de política y recalca lo que hemos visto muchos desde hace meses: hay un comportamiento político de prudencia ante el imperio poderoso con el que tenemos la desgracia de ser vecinos. “Tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos” frase atribuida a Porfirio Díaz, no es un dicho ya cebado. Es la triste y contundente realidad.

Llevar la fiesta en paz es lo más prudente y AMLO lo ha hecho aunque nos pese a muchos. Pero su mensaje de ayer, no gustó a quienes consideramos que una cosa es la libertad de expresión y otra la lucha contra viento y marea por la vida en la que estamos insertos todos los mexicanos, como todo el mundo. En otros países, es cierto, se ha impuesto la mano dura y los gobiernos han sacado sus ansias de dictadores para ejercerla en presunto apoyo a la ley.

Pero ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre. Entendimos que algunos medios pueblerinos pueden usar chabacanerías para exponer al gobierno como lo hicieron diarios de Ciudad Juárez y Chihuahua a los que sancionó la Secretaría de Gobernación. Y quizá consideramos prudente que AMLO haya perdonado la impertinencia como una advertencia para muchos. Pero considerar que Javier Alatorre cometió un error al llamar a no cumplir las decisiones oficiales es de toda gravedad ya que un comentarista no tiene derecho a involucrar su punto de vista personal aunque lo tome de otros similares a él, para hacer un llamado brutal y poco adecuado. Respetamos a AMLO y lo defenderemos, pero consideramos que en ese caso debió haber marcado un alto que pudo servir como en el caso de Chihuahua, para marcar advertencias.

 

SE LES OLVIDA QUE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN TIENE LÍMITES

Las limitaciones a la libertad de expresión ,-los derechos de terceros sobre todo- desagradan mucho a quienes quieren ejercer un derecho abierto en el que se arrasa todo, la vida privada, la tranquilidad de un país y otras que entran en las interpretaciones jurídicas. La cuestión es tan delicada que viene a ser interesante y hasta cómico leer algunas jurisprudencias de la Corte, donde se maneja con pinzas la situación no vaya a ser que en el camino hasta sus redactores resulten violadores de esa libertad. Parte de los desencuentros entre el gobierno federal y los medios ha sido la libertad de expresión, con la que se encubre la verdadera molestia por privilegios perdidos. Aquí y en todos los países, la tal libertad es un ariete muy efectivo cuando se quiere exponer a un gobierno. De ahí que muchos, -como es el caso de AMLO- hayan caído en el garlito de ajustarse a ese derecho como una sacrosanta propiedad de los medios. Que los demás ciudadanos la tengan es irrelevante, los medios siempre están prestos a sacarla a relucir como mecanismo de defensa que en muchos casos es justa y legítima, pero en otras no. En el pasado, subsumidos en las formas de gobernar y principios creados desde el poder, se sumaban a ellos periodistas y medios y el respingue se guardaba para otros tiempos, como está ocurriendo ahora. Las también sacrosantas prohibiciones dictadas, -como en una monarquía-, desde las altas cumbres de los poderes priístas y panistas, se tenían que cumplir y pobres los que no cumplieran. Se habla incluso de castigos extremos. Muchas muertes de periodistas -¿Por qué mataron a Manuel Buendía?-, sobre todo en el interior, se debieron a eso. Su libertad de expresión no valía un rábano.

 

LIBERTINAJE DE PRENSA PARA PROVECHO DE EMPRESARIOS DE LA COMUNICACIÓN

La retahila que causó tanta discusión desde la noche del viernes 17 de abril pasado cuando Javier Alatorre desde su ronco pecho desacreditó el trabajo de todo un régimen, solo puede ser posible si lo dice un empleado de uno de los medios más importantes de México cuyo dueño es el segundo hombre más rico del país. Once mil 700 millones de dólares lo respaldan. Un medio modesto incluso un ciudadano común que hubiera salido a la calle con una bocina llamando a no cumplir las medidas, en cualquier país hubieran sido linchados o quizá estarían en la cárcel. Ese es el ejercicio de la libertad de expresión en el neoliberalismo, la misma desde de siglos pasados. Los dueños de los medios son los grandes empresarios que a diario lanzan las informaciones que mas convienen a sus intereses. Hemos mencionado aquí en otra ocasión a Bartolomé Mitre autor de Sin libertad de prensa no hay libertad, editado por la Fundación Banco de Boston en 1990, en el que se explaya en todos los conceptos capitalistas de esa libertad que protege a los grandes consorcios, a las grandes agencias y a los dueños de cadenas periodísticas y electrónicas. Mitre, director del diario de derecha argentino La Nación, nieto del militar y periodista, presidente en dos ocasiones de Argentina en el siglo XIX Bartolomé Mitre, me dedicó su libro en Buenos Aires en 1991. En el hace un recorrido de la historia de la defensa de la libertad de prensa, libertad que paradójicamente en paises donde ha habido dictaduras militares como Argentina, algunos medios que la defendían han apoyado a los militares. Lenin decía: “La libertad de prensa es un engaño en tanto los capitalistas dominen los mejores establecimientos de impresión y los principales almacenes de papel y el capital conserve su poder sobre la prensa”. En este momento estamos viendo el comportamiento de los medios en México, los ataques diarios, la puesta contra la pared de un gobierno popular, de dueños de rotativos, de empresas televisivas y radiodifusoras que asustan por el lenguaje obsceno que rompe el espacio a diario. Esa es la libertad de prensa, de expresión, que defienden los que como Alatorre, subsumidos a un patronazgo capitalista, creen que pueden enfrentar al poder, desde la cobertura utilitaria de un medio.