El día de ayer, en su artículo titulado AMLO 1.0, la señora Denisse Dresser recurre a los mismos argumentos de descalificación permanente que todos los medios están usando en su ofensiva contra López Obrador con un añadido muy grave, sostiene literal -y no lo saco de contexto-: "Das licencia para matar. Das permiso para agredir".
El señalamiento de la señora Dresser es verdaderamente irresponsable, pues el movimiento que ha encabezado López Obrador se ha caracterizado por ser absolutamente pacífico. Bajo ninguna circunstancia se ha promovido la violencia y bajo ninguna circunstancia se han planteado acciones que no estén dentro del marco legal. Andrés Manuel ha sido obsesivo en insistir en sus llamados a las acciones pacíficas. Curioso "movimiento violento" que siempre pone los muertos, como fue el caso recientemente en Coyoacán con la compañera militante de MORENA, Martha Patricia Reyes Tenorio.
Yo promuevo acciones no violentas y la desobediencia civil, López Obrador se ha negado a incursionar en esos terrenos que lejos están de la violencia, pero que implican la desobediencia de la ley y la llamada a la rebelión de la gente.
Justo cuando se vende un juego virtual que llama a asesinar "pejezombies" para que no lleguen a las urnas; justo cuando el líder formal del PRI, Ochoa Reza lanza comentarios racistas y clasistas bestiales contra quienes son morenos; justo cuando el desgobierno criminal de Enrique Peña Nieto lanza un enésimo mensaje de amenaza e intolerancia calificando de indignación irracional al hartazgo del pueblo frente a su gobierno traidor a los intereses de la mayoría; justo cuando se sigue asesinando periodistas, el baño de sangre se incrementa, las desapariciones forzadas son una constante y se ha dado luz verde para que el ejército imponga un estado de sitio en México, la señora Dresser acusa a López Obrador de dar licencia para matar o mínimo, el de dar permiso para agredir.
Andrés Manuel es sin duda el político más vituperado en los medios de comunicación. Desde la campaña de 2006, a las mentiras y denuestos permanentes, se suma la campaña de odio y miedo que polarizó al país bajo el nombre de "Es un peligro para México".
La reciente campaña de la intromisión de Rusia en las elecciones mexicanas; la permanente mentira de que Venezuela apoya su virtual candidatura o que México camina hacia el rumbo que vive el hermano país, son sólo parte de las calumnias permanentes en contra de López Obrador.
Andrés Manuel batalla con esta campaña de insidia todos los días. Si se atreve a señalar a quienes financiados por el poder son voces destacadas en esa campaña, se le acusa de autoritario, de intolerante y de poner en riesgo la libertad de expresión. Ninguna de esas voces dicen nada frente a los permanentes asesinatos de periodistas.
Ninguna de esas voces señala el agravio vivo de que Aristegui y Ferriz de Con se encuentren fuera del aire por represalias del actual gobierno. Ninguna de esas voces apunta el problema de las presiones económicas y políticas para que los medios se subordinen al gobierno en turno, pero sí se muestran enjundiosas contra el líder opositor más importante de las últimas décadas en México.
La señora Dresser se manifestó dolida porque Andrés Manuel señaló que es una conservadora disfrazada de liberal. Se quedó corto. Es una farsante. Es una mujer de derecha disfrazada de progresista. Es una incongruente que promovió la anulación del voto y después alegremente aceptó encabezar la lista de diputados constituyentes en el D.F. por el PRD. Es amiga de quien usurpó la presidencia la República y de su esposa y de un círculo de panistas destacados, con quienes comparte su visión política.
Toda su actuación es de doble cara, de agente de la CIA.
Cuando hace algún tiempo me di a la tarea de desnudar su verdadera faz, nadie se atrevía a tocarla ni con el pétalo de una crítica. Poco a poco, la verdad se ha ido abriendo paso. Llegará un momento en que se sabrá que yo acertaba al señalar su trabajo dentro de la central de inteligencia estadounidense. Entonces, la señora Dresser ocupará el lugar que legítimamente le corresponde en el basurero de la historia.
"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".