Una de las películas que más disfruté el año pasado fue ?Lincoln?, que relata la azarosa travesía legislativa que finalizó en la aprobación de una enmienda constitucional para abolir la esclavitud en los Estados Unidos, en medio de una brutal y devastadora guerra civil que consumió la vida de alrededor de 600 mil estadounidenses, convirtiéndola en la aventura bélica más costosa en términos de vidas humanas para los Estados Unidos, con bajas incluso mayores que las que tuvo en la primera y la segunda guerra mundiales. Recordemos que solo en la batalla de Gettysburg, que duró tres días, los confederados y  los ?yankees? tuvieron 50 mil muertos en total.

A  pesar de que la película contiene algunas escenas de belicismo cruel, la trama principal del filme se basa en el tortuoso proceso por el que el presidente Lincoln logró el apoyo de una mayoría parlamentaria suficiente para realizar la histórica reforma constitucional que prohibió la esclavitud y que definió el futuro de la nación de las barras y las estrellas como una potencia ascendente en el escenario internacional. Lincoln, según la película, tuvo que corromper a algunos legisladores ?incluso de su propio partido, el republicano- para poder obtener los votos que necesitaba para erradicar ese oprobioso sistema que tenía sumidos en la esclavitud a millones de descendientes de los primeros esclavos africanos que llegaron en el siglo XVI y que siguieron llegando a Estados Unidos hasta bien entrado el siglo XIX.

Para mí, lo que hace a esta película más original e interesante que muchas otras que han abordado la guerra civil de nuestro vecino del norte, es que no se circunscribió a describir las vicisitudes propias de todo guerra en los campos de batalla, sino que mostró uno de los aspectos políticos de la misma, en el que la enconada lucha de intereses económicos y odios raciales que dividieron Estados Unidos trataba de impedir, por todos los medios, la libertad de los esclavos, y en el que la astucia, pericia y olfato político de Lincoln le permitieron triunfar ?a un costo en vidas enorme, hay que decirlo- y erigirse como un estadista que ha sido y será recordado en la posteridad.

El presidente Benito Juárez atravesó por una experiencia política similar, enfrentándose a la entonces todopoderosa iglesia católica mexicana y con los sectores más conservadores de nuestro país, con la aprobación de las leyes de reforma que, entre otras cosas, desamortizaron los bienes de la Iglesia; eliminaron la validez oficial del matrimonio religioso y lo estableció como un contrato civil del Estado; decretaron la libertad de cultos; secularizaron los cementerios, entre otras reformas de igual calado.

El propósito de sacudir al país de la nefanda influencia de la iglesia católica en todos los asuntos públicos de las visionarias reformas liberales de Juárez, tal como aconteció con el objetivo de abolir la esclavitud de Lincoln, desencadenó una cruenta guerra civil en nuestro país, la llamada Guerra de Reforma, y propició la posterior invasión francesa e instauración del imperio de Maximiliano de Habsburgo.

¿Cómo fueron los entretelones del proceso legislativo de la aprobación de las leyes de reforma de Juárez? ¿Cuál fue la intensidad y contenido de los debates parlamentarios? ¿Qué presiones ejercieron los liberales y conservadores a los legisladores de aquella época para aprobar o vetar las leyes de reforma? Estos son aspectos que desconozco y estoy seguro que únicamente los historiadores y quizá alguno que otro estudioso y apasionado del tema tienen los elementos suficientes para poder discurrir del tema.

Este año se estrenó la película ?5 de mayo? que relata la osadía y valentía del ejército de Oriente al mando del general Ignacio Zaragoza que derrotó al ejército francés en Puebla, durante la invasión ordenada por Napoleón III a nuestro país. Qué bueno que ya se estén realizando películas históricas mexicanas y ojalá que pronto consideren plasmar fílmicamente las circunstancias en las que Benito Juárez pudo conseguir la aprobación de las leyes de reforma, mismas que moldearon el México laico de la actualidad.