El día de ayer, dieron a conocer con bombo y platillo que México y Estados Unidos habían renegociado el TLC. La verdad es otra, el día de ayer, fue liquidado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ese tratado se negoció durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y se presentó como la gran herramienta de desarrollo para nuestra patria. Nos traería empleo, inversión y progreso.
Eso fue lo que dijeron en su momento y a partir del 1 de enero de 1994 entró en vigor, de manera conjunta, con la rebelión armada zapatista en territorio chiapaneco.
Tratados bilaterales siempre han existido. La novedad del TLC era que los tres países de América del Norte creaban un mercado común: Canadá, Estados Unidos y México. Ese tratado fue pionero en los acuerdos neoliberales a partir de la década de los noventas.
Ahora bien, dirán misa, pero el tratado ha sido nefasto para la economía nacional. La planta productiva del campo y la ciudad fue destrozada. Hoy, importamos el 60% del maíz, que es el alimento básico de nuestra dieta. Planta modificada genéticamente por nuestros antepasados y gran herencia para la humanidad, hoy está en peligro por las semillas transgénicas, que encima generan fuertes problemas de salud pública. Por otro lado, importamos más del 80% de las gasolinas que consumimos, a pesar de que originalmente el petróleo mexicano estaba excluido del citado acuerdo.
En cuanto a la destrucción de la planta productiva les comparto un ejemplo. Yo crecí en Tlalnepantla, Estado de México. Era una de las zonas industriales más poderosas del país. Gracias al TLC, hoy, donde antes había industrias, encontramos comercios y plazas comerciales. Naucalpan, Cuautitlán, Tultitlán, que eran un fuerte corredor industrial, se hayan prácticamente sin empresas, absolutamente empobrecidos y sin oportunidades de empleo. Lo mismo pasó con Ciudad Sahagún, importantísima zona industrial y así, podría recorrer la geografía nacional, poniendo ejemplos de zonas industriales antaño poderosas, hoy desaparecidas.
Por su parte, Donald Trump planteó durante su campaña presidencial que el TLC debería ser liquidado, que había sido profundamente lesivo al pueblo de los Estados Unidos. Sostuvo que las empresas que antes se encontraban en Estados Unidos habían migrado a México por los bajos salarios que se otorgan en nuestro país y que, él haría todo para que las empresas estadounidenses volvieran a implantarse en territorio estadounidense. Sostuvo además que el TLC era profundamente ventajoso para México.
Se equivoca ahora y se equivocaba antes al aseverar que este tratado ha sido benéfico para nuestra nación. El TLC ha sido nefasto para el pueblo de México y también para el de los Estados Unidos. Ha beneficiado a un puñado de oligarcas de ambas naciones a costa del dolor, el sufrimiento, el desempleo y el deterioro de los ingresos salariales de los pueblos de ambos países.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha cumplido su promesa de campaña, ha dado muerte al TLC. Canadá quedó excluido del tratado bilateral y con ello, se ha cerrado un capítulo de nuestra relación con los Estados Unidos. Se abre uno nuevo que no augura beneficio alguno para nuestro pueblo.
Es temprano para conocer los términos y condiciones del tratado, estoy seguro que ni siquiera los negociadores conocen en toda su extensión y profundidad lo pactado. Estoy seguro que la negociación de tratado, es como la elaboración de una película. Vas filmando segmentos y hasta el final, al presentar el largometraje, te das cuenta de lo que se produjo.
Estoy seguro que hasta la revisión final del texto en su conjunto, el equipo de negociadores tendrá en claro los alcances de lo acordado.
Ahora bien, el equipo de negociadores del gobierno mexicano, no se caracterizan precisamente por su honorabilidad y por su patriotismo. Pondré sólo un ejemplo: Ildefonso Guajardo. Secretario de Economía y destacado integrante de la comisión negociadora del TLC, ha entregado el control absoluto de "Exportadora de Sal" a Mitsubishi. La empresa japonesa detenta el 49% de las acciones de la citada empresa mexicana, a pesar de ello, se comporta como si fuera la propietaria absoluta y se beneficia de la producción de sal en Guerrero Negro, B.C.S. desde donde somos el quinto productor de este mineral en el mundo, pero el beneficiario es Mitsubishi.
Guajardo destituyó al director de "Exportadora de Sal", Jorge López Portillo, simplemente porque este funcionario defendió los intereses mexicanos frente a la voracidad de Mitsubishi. No se conformó con la destitución, persiguió judicialmente a López Portillo y lo encarceló. A la fecha el litigio continúa, en un acto de represión infame en contra de un funcionario nacionalista y comprometido con su pueblo. Otro destacado integrante del equipo negociador es Luis Videgaray, conocido por su servilismo frente al gobierno de Estados Unidos y su absoluta subordinación al presidente del vecino país. Videgaray es más subordinado a Donald Trump que a Enrique Peña Nieto, lo cual ya es mucho decir.
Con semejantes integrantes, no habría que esperar nada bueno del nuevo acuerdo bilateral. Por ello, no deja de sorprenderme la actitud festiva del compañero presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y de su virtual canciller, Marcelo Ebrard. Casi salieron a decir que la patria se salvaba. ¿En verdad consideran que el equipo de funcionarios del gobierno de Peña Nieto fueron garantía para velar por los intereses nacionales?
En todo el sexenio no han dado una sola prueba de probidad, patriotismo u honestidad ¿Por qué habrían de cambiar la ruta a días de irse al basurero de la historia? ¿Las elecciones del pasado primero de julio llamaron, a los integrantes del gobierno de Peña, a actuar con patriotismo? La respuesta es no.
El único ganador de la supuesta renegociación se llama Donald Trump, impuso su visión, impuso sus intereses y veló por los intereses de su Nación, entendiendo por ello que él tiene su particular visión de cuáles son esos intereses y a quien debe servir desde el gobierno.
Así que más temprano que tarde, veremos al gobierno popular que encabezará López Obrador batallar con los citados acuerdos, valga sólo este ejemplo: los negociadores mexicanos acordaron comprar más productos agrícolas a los Estados Unidos, cuando el objetivo del nuevo gobierno es apoyar la producción agrícola nacional.
Por consiguiente hay una noticia mala y una peor: la mala es que murió el TLC, la peor es que el nuevo acuerdo es más lesivo que el TLC para los intereses nacionales. Anunciamos la nueva etapa, la cuarta transformación del país que dejará atrás al neoliberalismo y celebramos que el equipo neoliberal por excelencia, haya pactado un acuerdo bilateral con EEUU para los próximos dieciséis años. Que alguien nos explique semejantes malabares.
"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".
Gerardo Fernández Noroña.
México D.F. a 28 de agosto de 2018.