A través de los siglos transcurridos desde que Hernán Cortés y Fortún Jiménez descubrieron la península de California y el “acuario del mundo” hasta nuestros días, se ha venido forjando una clase de mexicano excepcional: el sudcaliforniano; el “choyero” pues, como folclóricamente autoasigna su propio gentilicio el habitante de Baja California Sur.

Acostumbrado a nadar contra la corriente, a aceptar con resiliencia el esforzado rol que desempeña para extraer la riqueza de una tierra desértica y de un confín geográfico tan lejano al centro del país, el habitante de Baja Sur, es uno de los ciudadanos de México que ha construido una admirable conciencia cívica y política, que está por encima de la media nacional.

El sudcaliforniano conoce el costo de la vida y por ende, valora el esfuerzo propio y el de su gente, la de hoy y la de antes, no obstante su generosidad con el visitante y su fraternidad con el hombre desvalido o errante.

En el plano de la competencia política de nuestros días, se puede decir que el sudcaliforniano sabe escoger con legítima precisión a sus autoridades, así como también sabe exigirles y removerlas, a través del voto, cuando no responde funcionalmente a las necesidades del estado.

Aprendieron muy bien sus habitantes la lección desde los tiempos en que fueron territorio de la Unión y el ahora estado fue una simple estación de poder compensatoria para políticos que no alcanzaban otros cargos superiores; una especie de célula aislada a donde el PRI- Sistema mandó a gobernar –más que a administrar- a gente ajena al territorio, a las costumbres e historia del lugar: Francisco J. Mújica, Félix Agramont… y hasta un Hugo Cervantes del Río.

Y siguió el PRI imponiendo (a su manera) a los primeros gobernadores constitucionales, una vez constituido en estado libre y soberano en 1974: desde Mendoza Arámburo hasta Guillermo Mercado Romero. Hasta que se “rompió la jettatura del PRI” y llegó Leonel Cota Montaño como propuesta de la izquierda de aquel momento en la vida del país, en 1999, cuando ya se fraguaba en la conciencia de los mexicanos, la pertinencia de un cambio.

Desde aquel año, el PRI no ha vuelto a ser gobierno y las decisiones electorales de los habitantes de Baja Sur, siempre han sido de vanguardia en relación al concierto político nacional. Difícilmente se les impone a los “choyeros” a un político por capricho del centro; mucho menos si esa decisión no va acorde al nivel de progreso y funcionalidad de los objetivos y proyectos que tienen como sociedad.

Probaron desde entonces dos sexenios al PRD y otros 12 al PAN, que concluirán el año próximo con el mandato del actual gobernador Carlos Mendoza Davis quien, a juicio de la opinión generalizada, ha estado muy por debajo de las expectativas de la ciudadanía y el sudcaliforniano ya prevé el cambio de signo electoral en el próximo gobierno; lo dice en la calle el taxista, el recepcionista en el hotel, el hombre común, que está bien informado y consciente de que no pueden desperdiciar el tiempo en personajes que ingresan a la política ávidos de poder y sin ninguna conciencia de trabajo en favor de la comunidad, de servicio, tal y como la conciben desde tiempos de la fundación con sus primeros pobladores.

“Si no vives para servir… no sirves para vivir”, comenta un comedido taxista que trasladó al suscrito desde Cabo San Lucas hasta el Aeropuerto Internacional de San José del Cabo. “Esa es la clave de nuestro éxito como destino mundial; sólo superados en México por la Riviera Maya, pero con el tiempo seremos el primer destino y proveedor de divisas para nuestro país”, repuso el muchacho, al revelar su compromiso y su amor por el país al que pertenece.

Y es que el malestar con el actual gobernador Mendoza Davis deviene de una investigación que la FGR ya ha enderezado contra él, por un faltante de 729 millones 526 mil pesos cuyo gasto no ha podido comprobar el panista, de un total de 4 mil 600 millones de pesos enviados por el Gobierno Federal en los últimos meses, ya dentro de la actual administración de López Obrador, que estaban destinados a obras de carácter social con los grupos más vulnerables de Baja California Sur: gente que se quedó sin casa desde la pasada contingencia de huracán o sin empleo, por la acción devastadora de la pandemia.

Aún así, Mendoza Davis pretende imponer a su “testaferro”, el diputado federal panista, Francisco Pelayo, como candidato del PAN o a la propia senadora por el PAN Guadalupe Saldaña Cisneros; aunque cabe aclarar que a ella, cualquiera de la dos opciones de Morena le ganaría con amplio margen, según la mayoría de los sondeos, ya sea el senador morenista con licencia, Víctor Manuel Castro Cosío o el propio alcalde de la capital, La Paz, el también morenista Rubén Muñoz Álvarez.

Sin embargo “la careada” grande, la más atractiva y significativa, se estaría dando entre el panista Francisco Pelayo y precisamente el morenista Rubén Muñoz Álvarez, candidatos naturales y con más presencia como vinculación con la sociedad.

De esta “careada”, el ganador indiscutible, según la más reciente encuesta de Demoscopia Digital, que sintetiza el mismo resultado de la mayoría de las encuestas, es que el ganador indiscutible, -por 7 puntos porcentuales- sería Rubén Muñoz Álvarez de Morena, quien estaría dándole su primer triunfo formal al partido del presidente AMLO en la Baja Sur.

Cabe aclarar que en el caso de una eventual elección con el senador con licencia y actual responsable de los programas federales en la entidad, Víctor Castro Cosío, contra el diputado panista Francisco Pelayo, el ganador –con más de 3 puntos- sería el panista Pelayo, con más juventud y una conducta más vinculada a la ciudadanía.

El único antídoto que tiene Morena para sacar al PAN de la Casa de Gobierno de La Paz, como es la voluntad de los “choyeros”, es Rubén Muñoz Álvarez.

Ha desempeñado con transparencia y humildad el cargo de alcalde paceño y todo parece que su gestión será gratamente recordada por muchos años.

Y para tal efecto, hay un indicador infalible: su relación con su Policía.

Siempre un buen gobernante, es respetado y recordado no sólo por la población civil, sino por quienes fueron sus colaboradores más cercanos y comprometidos, como es el caso de los policías municipales y agentes de tránsito. Es la gente que da la vida por su alcalde. Es la gente que “se la parte” materialmente en las calles y en los poblados, defendiendo y aplicando la norma, la legalidad. Cuando un político es malagradecido con esos servidores públicos, es signo inequívoco de que no hay conciencia de la naturaleza del cargo que asumió, que siempre se debe traducir a servicio y humildad.

Este miércoles 42 policías recibieron el beneficio de la jubilación por más de 30 años de servicio, de manos de su jefe y compañero, el Presidente Municipal de La Paz, Rubén Muñoz.